A fuego lento

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“A fuego lento” es un filme delicado y sutilmente romántico centrado tanto en relaciones interpersonales, como en la comida. Basada (parcialmente) en la novela francesa “La vie et la passion de Dodin-Bouffant, gourmet”, de Marcel Rouff, lo que tenemos acá es un filme que nos atrae gracias a la clara pasión que su director, Tran Ahn Hung, tiene por la comida, pero también a las excelentes actuaciones, y una narrativa aparentemente ligera pero profundamente humana. “A fuego lento” es un filme, pues, que se puede sentir superficialmente sencillo, pero que tiene mucho qué decir sobre las relaciones de trabajo, el poder de la gastronomía, los arrepentimientos, y lo rápido que puede pasar la vida.

“A fuego lento” se lleva a cabo en 1885, en Francia, y se centra en Eugénie (la gran Juliette Binoche), una cocinera que trabaja hace años en la casa de un experto en comida (un “gourmet”) de mucho dinero llamado Dodin Bouffant (Benoit Magimel). El filme comienza con una fascinante secuencia de unos veinte minutos, en la que la vemos a ella, junto a Dodin y al resto del equipo de cocina, preparando una serie de platillos para unos invitados que han llegado a la casa. Con la cámara de Hung siguiendo a los personajes, con movimientos suaves y fluidos, “A fuego lento” logra meternos en esta situación, observando la preparación de esta comida con paciencia, dándonos cuenta del amor que esta gente siente por la gastronomía.

Se trata de una excelente introducción al mundo de “A fuego lento”. Luego de eso, somos testigos del crecimiento muy gradual de la relación entre Eugénie y Dodin. A pesar de haber vivido en la misma casa por más de veinte años, y de incluso tener frecuentes encuentros sexuales en la habitación de ella, no se han casado. Uno tiene la ligera impresión de que ella está escondiendo algo, entonces, lo cual culmina de forma previsiblemente trágica pero igual muy emotiva. Mientras nos relacionamos con la pareja central de la película, no obstante, Hung no deja de incluir exquisitas escenas de cocina, las cuales deberían ser capaces de darle hambre al espectador más exigente que uno pueda encontrar.

“A fuego lento” es una película que se toma su tiempo, poco interesada en desarrollar una narrativa que se mueva de forma frenética o apresurada. Más bien, lo que hace es adentrarnos en este mundo de privilegios, comida deliciosa y pasión contenida, en la que gente como Dodin puede hablar por horas sobre gastronomía, sintiéndose frustrado, a la vez, por lo poco que puede hacer sobre sus sentimientos hacia Eugénie. Esta última ha rechazado sus pedidos de matrimonio varias veces, lo cual eventualmente nos llegamos a dar cuenta tiene que ver más con su rol en la casa, que con el amor que ella siente por él. Después de todo, Eugénie es la cocinera de Dodin, y no está interesada en “subir de categoría” o tener más dinero. Uno siente que prefiere que las cosas se queden como están; ella se enamoró de su “gourmet”, y no le gustaría que nada de eso cambie.

Por supuesto, la trama igual llega a complicarse un poco más, pero prefiero no revelar las sorpresas que “A fuego lento” tiene guardadas bajo la manga. Solo diré que, a pesar de ser una película sutil y bastante sobria, uno de todas maneras llega a empatizar y relacionarse con los personajes, lo cual resulta en momentos innegablemente emotivos. “A fuego lento” es el tipo de producción que no necesita ser melodramática o exagerada para conectar con el espectador. De hecho, la cinta no cuenta con una banda sonora musical —la cual, en muchos casos, puede ayudar a manipular los sentimientos del espectador—, y nos presenta varias escenas potencialmente impactantes de manera casual, parca, como si no fuesen la gran cosa. Pero es ese estilo, ese tono, precisamente, el que ayuda a que “A fuego lento” obtenga una identidad propia, sintiéndose más como una historia honesta que como un filme que busca manipular las emociones del público.

Las actuaciones ciertamente ayudan. Juliette Binoche logra hacer mucho con poco a la hora de interpretar a Eugénie. Se trata de un personaje de pocas palabras, que más bien prefiere expresarse con acciones —ya sea a través de la cocina, o incluso de sus encuentros sensuales con Dodin, en los que muestra su cuerpo como si estuviese posando para una pintura. Binoche le otorga mucha humanidad a un rol potencialmente idealizado, lo cual ayuda a potenciar los momentos más emotivos. Y como Dodin, Benoit Magimel da una actuación sublime, interpretándolo como un hombre de solo dos pasiones: la comida de calidad, y Eugénie, a quien ama con pasión contenida e intensidad incalculable. La química entre ellos es palpable, pero fuera de las escenas de habitación —las cuales nunca se tornan explícitas—, se trata de algo poco sexual, y más bien tradicionalmente romántico y hasta adorable.

Por otro lado, vale la pena mencionar que “A fuego lento” es una película simplemente hermosa. El estilo de dirección de Tran Ahn Hung es claro pero nunca llega a llamar la atención a sí mismo. Más bien, sus movimientos largos y fluidos de cámara complementan a la historia, mostrándonos con claridad los movimientos corporales de sus personajes; la forma en que se relacionan, la manera en que cocinan, y hasta cómo se desenvuelven en locaciones como el interior de la casa, los jardines a su alrededor, y hasta los cultivos de donde sacan todos los ingredientes para preparar platillos alucinantes. Hung hace un excelente uso de la luz natural para otorgarle un look  verosímil y casual al filme, enfatizando rostros, miradas, siluetas y, por supuesto, la presentación de comida que luce simplemente deliciosa.

“A fuego lento” terminó siendo una grata sorpresa; un filme interesado en las sutilezas del amor y en cómo este puede ser expresado a través de la pasión por la comida y el trabajo en conjunto. La química entre Binoche y Magimel es palpable y sensual, la dirección de fotografía es naturalista y hace un excelente uso de fluidos movimientos de cámara y planos de larga duración, y por supuesto, la película nos presenta una serie de platillos de la forma más apetitosa y visualmente atractiva posible. Resulta refrescante, pues, ser testigo de una historia de amor entre personajes de mediana edad, presentada de forma contenida, en un contexto específico de relaciones de poder y de trabajo, y en una época en la mucho podía ser sentido pero poco podía ser dicho. De lo mejor que he visto este 2023.

Nota: Vi este film gracias a un screener cortesía de IFC Films.

Avance oficial:

90%
Puntuación
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