Mes del Terror: Halloween (1978)

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Halloween es conocido por ser el filme que creó el sub-género del slasher. Ya saben, esas películas en donde tenemos al asesino serial que se dedica a matar adolescentes hormonales de las maneras más sangrientas posibles. Curiosamente, y a pesar de su fama, Halloween no es una película particularmente sangrienta: es más, casi no hay sangre, y su objetivo es crear suspenso y tensión más que asquear a su audiencia con tripas y desmembramientos. Puede que sus eventuales secuelas estén más relacionadas al sub-género que ayudó a crear, pero eso no las hace más efectivas: Halloween, a pesar de haberse estrenado hace más de 30 años, sigue siendo una de las películas más terroríficas que hay, (precisamente porque no está interesada en presentar la mayor cantidad de matanzas explícitas posible) y una de las mejores opciones para ver durante la Noche de Brujas.

La trama es simple, y hasta podría sonar un poco cliché. Pero bueno, eso pasa cuando se es la primera en el género; después de todo, Halloween funcionó también que inspiró a infinitas copias, algunas realmente buenas, otras muy lamentables. La protagonista del filme es Laurie (Jamie Lee Curtis cuando hizo la primera comunión), y sus dos amigas, Annie (Nancy Loomis) y Lynda (P.J. Soles), quienes son acosadas por Michael Myers (nada que ver con el actor cómico del mismo nombre), interpretado por Nick Castle. La película comienza con una secuencia en la que vemos a un muy joven Myers cometiendo su primer asesinato – de hecho la razón por la cual eventualmente es llevado a un asilo, del cual escapa 15 años más tarde. Su doctor, Sam Loomis (Donald Pleasance), lo sigue hasta su pueblo natal de Haddonsfield, en donde el asesino poco a poco se va acercando a las tres chicas, hasta que finalmente se confronta cara a cara con Laurie.

Muchos de los clichés que manejan las películas tipo slasher modernas están presentes en Halloween: la protagonista es una chica virgen, y sobrevive, mientras que las chicas que tienen sexo con alguien mueren, por ejemplo, y el acosador es un asesino brutal y frío que se mueve lentamente. Curiosamente, según John Carpenter, lo primero no fue hecho a consciencia, pero ya que todo el mundo se dio cuenta de que el único personaje virgen fue el que sobrevivió, fue algo que se implementó posteriormente en muchas películas del mismo tipo.

Como se dijo antes, algo que muchos filmes del género slasher manejan pero que esta película no contiene es el gore. Lo interesante de Halloween es que no está interesado en asquear a su espectadores con tripas y sangre: la película funciona porque es impresionantemente tensa y terrorífica, casi al nivel de otros clásicos como Psicosis de Alfred Hitchcock. La presencia de Michael Myers es atormentante, con el personaje acercándose poco a poco a las protagonistas y eliminándolas con cuidado. El chiste es que el asesino no se pasa la película entera matando a la mayor cantidad de personas posible; más bien, planea sus crímenes con cuidado, asegurándose de que no lo atrapen para finalmente llegar hasta Laurie. La cantidad de muertes no es exagerada; películas como Tiburón demostraron que mientras menos uno vea del asesino/monstruo, más tensión y expectativa se tendrá. Uno ve la película con miedo a que Myers pueda aparecer en cualquier momento, en vez de aburrirse con matanza tras matanza sin sentido. Carpenter casi no usa primero planos de Myers hasta casi el final de la película, poniéndolo más bien en planos abiertos y entre las sombras.

Con su máscara despintada del Capitán Kirk y un cuchillo en mano, Michael Myers es uno de los asesinos más reconocibles del cine, y no es difícil darse cuenta por qué. Visualmente se trata de una presencia atemorizante y memorable. Su aspecto demuestra que no es necesario crear a un personaje demasiado complejo o exagerado para que la gente se muera de miedo al verlo. Myers no necesita de armas muy complejas o de un aspecto demasiado asqueroso: un cuchillo basta para aterrorizar a medio mundo, y la máscara de Kirk simboliza excelentemente el contraste entre lo inocente y lo terrorífico, el cambio de algo bueno (la máscara de un show popular/el pequeño Myers del prólogo) a algo malo (la máscara despintada/un asesino sin emociones.) Puede que esté sobre-analizando un poco el asunto, pero eso fue lo que pude interpretar.

Las actuaciones son buenas, al menos para una película del género. Por mucho tiempo Jamie Lee Curtis fue conocida como la «Reina de los Gritos» (Screem Queen) gracias a esta película, pero mencionar sólo eso sería desacreditar su interpretación. Curtis es muy buena haciendo que uno se pueda identificar con su virginal e inocente personaje, una chica bastante nerd que se ve atrapada en una situación horripilante. No solo es buena gritando y demostrando expresiones de terror, si no también dándonos a entender lo incómodo que es el ser un adolescente, independientemente de la presencia de un asesino demente. El resto de actuaciones son buenas (especialmente la de Donald Pleasance como el Dr. Loomis), pero Lee Curtis es la que verdaderamente resalta.

Halloween también es conocida por su música, un soundtrack minimalista pero innegablemente efectivo. El tema principal de la película es muy famoso, y hasta el momento me parece que es uno de los más memorables y escalofriantes de la historia del cine. La película de hecho demuestra que no es necesario hacer uso de clichés (ustedes saben, música estridente y exagerada para «ayudar» a crear una sensación de terror) o de una gran orquesta sinfónica para crear un soundtrack memorable.

Me demoré un poco en escribir este análisis, (de hecho ya se terminó el Mes del Terrror, jeje), pero tenía que hacerlo. Halloween es una de las películas más emblemáticas del terror, tanto así que ayudó a crear un nuevo tipo de filme (el slasher) y lanzó a Jamie Lee Curtis al estrellato. Algunas de las secuelas que eventualmente se sacaron son bastante buenas, y el remake dirigido por Rob Zombie no está mal, pero para mi la mejor de la franquicia sigue siendo la primera entrega. Halloween no necesita de sangre, tripas y momentos «¡BOO!» sin sentido para funcionar. Se trata de una película espeluznante porque maneja muy bien el suspenso y la tensión, porque es fácil identificarse con sus protagonistas y porque logra crear una impresionante conexión con el espectador al presentarnos una situación realista y horrible que nos hace pensar que podría sucederle a cualquiera.

 

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