Hombre Irracional

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Woody Allen no es un director particularmente consistente—es cierto que ha estado estrenando una película al año desde 1982 (algo digno de respetar, considerando su avanzada edad), pero por cada Match Point, nos entrega un Scoop. Por cada Medianoche en París, tenemos un De Roma con Amor. Y por cada Vicky Cristina Barcelona, hay una Magia a la luz de la luna. Es por ello que nunca me emociono demasiado antes de ir a ver alguna de sus más recientes producciones al cine—nunca sé si estoy a punto de ver una gran película, o un mediocre (pero sin embargo interesante) esfuerzo.

Hombre Irracional se acerca más a lo segundo que a lo primero, aunque no puedo negar que, a pesar de contener algunas escenas bastante sosas y momentos aburridos, en general, el balance es positivo. El protagonista interpretado por el siempre excelente Joaquin Phoenix es fascinante, su química con la talentosa Emma Stone es palpable, e incluso en las escenas más innecesarias, la película logra atrapar al espectador gracias a algunas tomas de paisajes bastante impresionantes, y diálogo inteligente.

Phoenix interpreta a Abe Lucas, un profesor de filosofía que se muda a Newport, Rhode Island, para enseñar en una pequeña universidad. Su reputación no es de las mejores: a pesar de ser considerado un genio en el campo de la filosofía, también es conocido como un mujeriego y borracho. Sin embargo, logra entablar una cercana relación con Jill (Emma Stone), una de sus estudiantes, y una suerte de amorío con Rita (Parker Posey), otra profesora. Nada de esto es suficiente para que el deprimido y autodestructivo Abe recupere el amor por la vida. Necesita de un evento significativo, y hasta extremo, y eso es precisamente lo que se le presentará: gracias a una serie de eventos afortunados, se convencerá de que necesita asesinar a un juez corrupto para contribuir con el bien de la humanidad y poder sentirse mejor con su vida.

La cinta comienza como una típica película de Woody Allen: con el foco en los diálogos, en las interacciones entre personajes, y en la presentación de sus personalidades. No se trata de una media hora particularmente absorbente, pero no aburre gracias a las buenas actuaciones y la interesante caracterización de Abe. Debo admitir, sin embargo, que la cinta gana mucha energía una vez que se convierte en una suerte de misterio de asesinatos, volviéndose mucho más interesante y ágil. Puede que las primeras escenas aburran a algunos (especialmente a quienes no estén demasiado interesados en las reflexiones filosóficas de los personajes), pero es necesaria para que el resto de la historia funcione.

Se podría argumentar que el Abe Lucas de Phoenix es un típico protagonista de una película de Woody Allen: sufrido a más no poder, autodestructivo pero también carismático. Sin embargo, el personaje está lo suficientemente bien construido como para que no se convierta en un cliché; sus comentarios sobre el bien y el mal, lo moral y lo inmoral, la vida y la muerte y el propósito de la vida pueden sonar como filosofía barata (después de todo, son temas en los que el guión no ahonda demasiado—tiene un asesinato qué planear), pero ayudan a desarrollar a su protagonista, y son relevantes a la historia que Allen quiere contar.

Phoenix es muy bueno como Abe. Gordo (se supone que subió más de 13 kilos para interpretar al personaje, y se nota), alcohólico y extremadamente cínico, Abe Lucas es un personaje con el que inicialmente cuesta identificarse, pero que poco a poco se va volviendo más humano (aunque bastante menos cool) mientras vemos como interactúa con el resto de personajes. El cambio que sufre a lo largo de la cinta (especialmente gracias al nuevo propósito que le encuentra a su vida, fruto de los descubrimientos sobre el corrupto juez) hace que Abe resulte más simpático, a pesar de que algunas de sus acciones (particularmente durante el último acto) podría verse como inmorales. Como todo buen personaje que toma las decisiones equivocadas, él realmente cree estar haciendo el bien, cuando probablemente ese no sea el caso.

Emma Stone es igual de sobresaliente como Jill, una estudiante universitaria algo naive que se enamora de un hombre mayor que ella que claramente tiene serios problemas. Inicialmente es un poco difícil creer que una chica como ella sería capaz de enamorarse de un profesor alcohólico, subido de peso y casi suicida, pero como en toda buena película de romance, mientras más escenas comparten estos dos, más verosímil se hace su relación. Stone le otorga energía y credibilidad a su personaje, y la química que comparte con Phoenix es notable. No me molestaría ver a estos dos en una nueva película en el futuro.

El reparto secundario es notable. Parker Posey es memorable como Rita, la pseudo amante de Abe; Jamie Blackley hace un buen trabajo como Roy, el novio de Jill, y Sophie von Haselberg (hija de la actriz Bette Midler) es encantadora como April, una compañera de clases de Jill que cumple un rol pequeño pero crucial en la trama.

Podría decirse que, a pesar de presentarnos algunas tomas bastante hermosas del mar y el campus universitario, Hombre Irracional es una película visualmente plana y simple. También podría decirse que las escenas iniciales podrían haberse acortado para darle un mejor ritmo a la historia, y que algunos diálogos podrían haber sido un poco menos pretenciosos. Cualquiera de estas quejas es válida.

Pero también puede decirse que la película, a pesar de todas sus fallas, entretiene, tanto gracias a las sólidas actuaciones de sus protagonistas como a los giros interesantes y buenas caracterizaciones presentes en el guión de Allen. Hombre Irracional no es de las mejores producciones del veterano director Newyorquino, pero definitivamente es superior a su esfuerzo anterior, Magia a la luz de la luna, y como comedia tipo screwball y misterio perverso, funciona bastante bien.

Avance oficial:

75%
Puntuación
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