[Festival de Cine de Lima] Boi Neon

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Algunos podrían acusar a Boi Neon de ser una típica película de festival—lenta, misteriosa y en general bastante atípica. Y aunque hasta cierto punto lo es, tampoco puedo dejar de admitir que se trata de una cinta por momentos hipnotizante, la cual cautiva a su público no tanto con su historia—la cual es prácticamente inexistente—si no gracias al desarrollo de sus personajes pero, principalmente, y especialmente para aquellos que no vivimos en Brasil, a su presentación de un mundo tan ajeno al de nosotros: el de las “vaquejadas” brasileras.

Nuestros protagonista es Iremar (Juliano Cazarré), un hombre fuerte que trabaja en las “vaquejadas”; él se encarga de cuidar y alimentar a los toros que participan en estos rodeos. Vive en el camión que utiliza para transportar a los animales junto con sus compañeros de trabajo: Galega (Maeve Jinkings); Cacá, (Alyne Santana) su hija, y Zé (Carlos Pessoa), su obeso amigo. Es un buen trabajo y una vida bastante relajada, pero Iremar tiene otras ambiciones: quiere meterse en el mundo de la moda, y sueña con diseñar, cocer y vender ropa. Mientras tanto, Cacá se obsesiona con los caballos que ve en el día a día, y Galega comienza un amorío con un nuevo miembro del grupo.

No es necesario decir que Boi Neon no es para todos; honestamente, fui a verla sabiendo muy poco sobre la película, por lo que no me esperaba que tuviese un guión de estructura tan atípica. Me pasé la primera media hora de metraje esperando algún punto de arranque, algún detonante, algo que pasase que cambiase a los personajes o que desarrollase algún tipo de conflicto, pero esto jamás sucedió. No es ese tipo de película. No me sorprendí cuando unos cuantos miembros del público fueron saliendo de la sala mucho antes de que el filme terminase.

Y sin embargo, la disfruté más que otras producciones de similar corte. Sí, todavía prefiero la estructura clásica de un guión (con un comienzo, un medio y un final, y con un conflicto fuerte, tanto interno como externo), pero si uno se deja llevar por Boi Neon, puede llegar a disfrutar de algunas de sus cualidades. El mundo en el que nos mete, el de las “vaquejadas”, es fascinante; algo violento para mi gusto (muchas escenas me tuvieron al borde del asiento porque esperaba que, en cualquier momento, le pase algo malo a algunos de los toros), pero diferente a lo que alguien fuera de Brasil está acostumbrado.

Aquí, lo importante es lo que hacen los personajes o lo que los atrae, no necesariamente por lo que pasan. Iremar trabaja en las “vaquejadas” pero quiere ser modista; Zé trabaja con él, pero termina cambiando de rubro; Cacá está obsesionada con los caballos. Muchas de estas ambiciones son introducidas para luego ser abandonadas, pero al menos logran otorgarle algo de dimensión a estos personajes.

De hecho, me gustó mucho el contraste entre este mundo tan violento, tan “macho”, con la caracterización de algunos personajes. Iremar quiere meterse al mundo de la moda, el cual es considerado todavía por muchos como uno estrictamente femenino. Junior, un personaje que es introducido a media película, luce un pelo largo y se lo cuida con tanto afán, que muchas veces es comparado con una mujer. Y Galega es quien maneja el camión, un trabajo muchas veces relacionado más con el hombre que la mujer (consideren a los típicos “truckers” estadounidenses).

La película presenta varias imágenes que pueden ser interpretadas de distintas maneras. Secuencias que parecen de ensueño, que resultan surreales, incluyen a Galega bailando con un disfraz de caballo (con máscara y todo), y a otro personaje acariciando a un caballo de manera algo muy cariñosa. El director, Gabriel Mascaro, compara mucho al mundo de las “vaquejadas” con lo burlesque, tanto a través de estas escenas, como a través de la aparición del “Neon Bull” del título (a quien sólo vemos una vez). Una secuencia que parece casi un concurso de belleza, pero con caballos, me resultó muy graciosa.

Pero como mencioné, la cinta no es para todos. El ritmo es lento, contiene varios tiempos muertos (los cuales pudieron haber sido mejor aprovechados con diálogo más relevante), y escenas bastante gráficas que espantarían a más de un miembro del público. Tenemos una escena de ducha en la que vemos a varios hombres completamente desnudos (incluyendo a Iremar); a Iremar y Zé masturbando un caballo para robar su esperma, y a Iremar teniendo sexo explícito con una mujer embarazada. No he logrado averiguar si esta escena fue simulada o no—es presentada de tal manera (cinco minutos seguidos, sin cortes), verosímil y erótica, que estoy casi seguro que se trata de sexo real.

Boi Neon no es necesariamente el tipo de cinta que le recomendaría a cualquier tipo de público (ni el tipo de producción que veo con frecuencia), pero sí un film que vale la pena ver en el marco del Festival de Cine de Lima. Presenta algunas imágenes verdaderamente impactantes, logra desarrollar a personajes muy interesantes y nos presenta un mundo fascinante y hasta surreal a través de momentos que se sienten sorprendentemente verosímiles. Es gráfica pero jamás trágica, y contiene diálogos muy efectivos de humor negro. La trama es inexistente y por ende podría aburrirle a algunos, pero Boi Neon es un espectáculo erótico y violento que vale la pena ver en el cine.

Avance oficial:

63%
Puntuación
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