Logan

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Logan es la película sobre Wolverine que todos los fanáticos habían estado esperando. Después de la decepcionante X-Men Orígenes: Wolverine (aburrida, genérica e irrespetuosa hacia los cómics) y la adecuada pero irregular Wolverine: Inmortal, muchos creían que jamás se llegaría a estrenar un largometraje en el que Hugh Jackman interpretase al popular mutante de Marvel tal y como aparece en los cómics: violento y animalístico. Pero eso es precisamente lo que James Mangold (Walk the lineWolverine: Inmortal) nos ha traído.

Ahora bien, el filme no sería más que fanservice puro y gratuito si eso fuese lo único que tenga por ofrecer; felizmente, ese no es el caso. Sí, Logan tiene una clasificación R en los Estados Unidos —un equivalente al “para mayores de 18 años” de Latinoamérica—, por lo que cumple durante las secuencias de acción; vemos a Wolverine decapitar, desgarrar y atravesar enemigos con sus garras. Es muy violento y muy satisfactorio. Pero la película también funciona a nivel de guión, desarrollando una historia melancólica y hasta por momentos triste, con un Logan (Jackman) sin deseos de vivir, un Charles Xavier (Patrick Stewart) senil, y un mundo en el que los mutantes están casi extintos.

Cuando la película comienza, Logan está cuidando de un Xavier propenso a convulsiones en un escondite cerca de la frontera con México. Tiene que conseguirle pastillas para que se mantenga estable, lo cual, a la vez, hace que pierda un poco la lucidez. También se encarga de otro mutante,  Caliban (Stephen Merchant), un rastreador albino. Pero las cosas no se mantendrán tranquilas por mucho tiempo. Una vez que nuestro protagonista se involucra con la joven Laura (Dafne Keen), la primera mutante nueva en mucho tiempo, tendrá que huir de un grupo nefasto de villanos que quiere a la niña para sus propios propósitos. Entre ellos se encuentra Pierce (Boyd Holbrook), un soldado eficiente y cruel, y el Dr. Rice (Richard E. Grant), un científico obsesionado con los mutantes.

Christopher Nolan nos entregó, con su trilogía de Batman (y especialmente con El Caballero de la Noche), una serie de películas de corte realista y tono oscuro. Nolan, a diferencia de Zack Snyder (cuyo Batman v Superman es más deprimente que verosímil), entiende que para desarrollar una historia madura y lúgubre se necesita más que un filtro opaco en pantalla; todo tiene que ver con el tono, el guión y las actuaciones. Mientras que El Caballero de la Noche fue presentado más como un thriller criminal que una película típica de súper héroes, Logan intenta llegar a los mismos (y ambiciosos) resultados a través de distintas referencias cinematográficas. La película tiene mucho de los westerns, los road movies, y dramas en los que vemos a personajes de diversas edades entablar relaciones íntimas y fuertes. Más que cualquier otra cinta de cómics, Logan es sobre sus personajes y sus relaciones.

Como mencioné líneas arriba, Logan es muy violenta, la película de súper héroes más violenta que jamás se haya hecho, quizás superada únicamente por Watchmen, de Snyder. En este filme las secuencias de acción no son presentadas con coreografías vistosas ni súper poderes coloridos; aquí la violencia tiene consecuencias, y no es introducida únicamente para emocionar al espectador. Logan es brutal y todavía bastante poderoso, pero no lo estamos viendo en su mejor momento; usualmente sale victorioso de sus enfrentamientos, pero siempre con una herida grave, cubierto de sangre. Más que en cualquier otro largometraje del mundo X-Men, el Wolverine de esta película es un protagonista vulnerable, hasta frágil.

Ayuda también el que la película contenga un componente emocional muy potente. No quiero malograrle el final a nadie, por lo que solo mencionaré que es una conclusión muy apropiada tanto para la película, como para el personaje y el actor que lo ha estado interpretando por los últimos diecisiete años. El Xavier de Patrick Stewart, viejo y sufriendo de una enfermedad degenerativa, también logra entablar un enlace emocional muy fuerte con el espectador —verlo tan dependiente de otros, sufriendo de ataques fuertísimos, y tratando de entender a una Laura que no parece querer comunicarse, es por momentos desgarrador.

A estas alturas del partido, Hugh Jackman podría interpretar a Wolverine mientras duerme. Nadie conoce mejor al personaje que él, pero el Logan que nos presenta en este filme es muy diferente al que hemos visto en historias previas. Cansado, viejo, lleno de dudas y de arrepentimientos, logra desarrollar a un protagonista que, poco a poco, va recordando cómo ser un héroe, cuidando a los demás y otorgándole algo de esperanza a las nuevas generaciones de mutantes. Patrick Stewart es también excelente como Xavier; no es el mismo profesor de antes, pero en ciertos momentos podemos ver rastros de su genialidad pasada. Los villanos de Boyd Hollobrook y Richard E. Grant no son particularmente memorables —a diferencia de los protagonistas, podrían hasta considerarse como clichés andantes—, pero cumplen bien su rol dentro de la historia.

La verdadera sorpresa, no obstante, es Dafne Keen, quien interpreta a Laura como una niña llena de ira y energía, seria la mayor parte del tiempo, pero capaz de desarrollar relaciones emotivas con otras personas con el pasar del tiempo. No es todos los días que uno tiene la oportunidad de observar a un personaje infantil en un contexto tan sangriento y maduro, formando parte de secuencias de acción brutales; en un principio, resulta desconcertante, pero eventualmente uno va entendiendo lo que Mangold y compañía están haciendo. Laura es la contraparte perfecta de Logan, y son más similares el uno con el otro de lo que uno esperaría inicialmente.

Logan es un parteaguas en la industria. Así como El Caballero de la Noche probó que era posible desarrollar historias más realistas y oscuras con personajes de cómics, y Los Vengadores, que era posible presentar una película de épicas ambiciones y con un gran reparto de héroes sin perder estilo ni una buena historia, Logan es la prueba máxima de que no todos los filmes de cómics tienen que ser graciosos, coloridos, o en el caso de lo que DC está haciendo, visualmente sombríos. Logan funciona porque se enfoca en sus personajes, y porque no restringe la violencia, tan necesaria en una historia de este tipo protagonizada por un personaje como Wolverine.

Logan es una historia íntima, de pocos personajes, sin efectos digitales exagerados, y enfocado en la mortalidad de sus protagonistas y las consecuencias de sus actos violentos. Es impresionante que un estudio como Fox sea capaz de traernos filmes nefastos como Los Cuatro Fantásticos y producciones notables como Logan; si le pusieran tanto esfuerzo a todas sus producciones como a esta película y a Deadpool, menos gente reclamaría que le regresen los derechos de sus personajes a Marvel. Extrañaremos al Wolverine de Hugh Jackman, sí, pero definitivamente no pudo haber tenido una mejor despedida.

 

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