Rápidos y Furiosos 8

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Si alguna vez se preguntaron cómo sería ver una mezcla entre “Tom y Jerry”, una telenovela mexicana, y una película de Michael Bay, su curiosidad será saciada por “Rápidos y Furiosos 8”. Absurda, melodramática, y muy exagerada, el filme de F. Gary Gray (“La estafa maestra”, “Straight Outta Compton”) es innegablemente entretenido por momentos, pero desafortunadamente no llega a superar a sus dos predecesoras (especialmente a la quinta parte).

No obstante, no hay mucho que pueda decir para desanimar a aquellos que ya sean fanáticos de la franquicia. “Rápidos y Furiosos” es una saga a prueba de críticos, lo cual se ha evidenciado con el éxito que esta última entrega ha tenido en la taquilla mundial —el simple hecho de que haya sido capaz de romper récords mantenidos previamente por “Star Wars: El Despertar de la Fuerza” ya es de por sí bastante significativo (o deprimente). Una saga que comenzó de manera relativamente sobria, enfocándose en el mundo de las carreras callejeras, se ha convertido en una monstruosidad millonaria que cuenta historias sobre héroes, villanos, agentes secretos, familia y traiciones. Es casi obligatorio apagar el cerebro antes de entrar a ver “Rápidos y Furiosos 8”.

La trama no podría ser más irrelevante —es tan incoherente, carente de sorpresas, pero a la vez tan llena de giros absurdos, que no podría resultar más claro que el guionista, Chris Morgan, está más interesado en presentar secuencias de acción “épicas” que en desarrollar una narrativa interesante. Los muertos regresan a la vida, los malos pueden ser perdonados sin mayores consecuencias, personajes previamente ignorados regresan repentinamente, y Helen Mirren aparece brevemente, porque a estas alturas del partido, ya todo es posible.

El filme comienza con un prólogo en Cuba, la única secuencia que verdaderamente se concentra en el mundo de las carreras de carros, aunque de manera bastante ridícula (digamos que ver a Vin Diesel manejar un carro destartalado en llamas es estúpido y emocionante a la vez). La película no tarda demasiado en introducir su conflicto principal, sin embargo —una cíber terrorista llamada Cipher (Charlize Theron) recluta a Dom Toretto (Vin Diesel) y lo convence de traicionar a su equipo. Esto resulta en Hobbs (Dwayne Johnson) siendo encerrado en prisión, lugar del que escapará con la ayuda de Deckard Shaw (el inigualable Jason Statham) y el Sr. Don Nadie (Kurt Russell). Este último los juntará con el resto del equipo para detener el plan maligno de Cipher (quiere crear caos en el mundo, obviamente) y averiguar porqué Dom decidió traicionarlos.

Lo mejor de “Rápidos y Furiosos 8” es la pareja explosiva de Dwayne “La Roca” Johnson y Jason Statham, de eso no hay duda. De hecho, Universal lo sabe, por lo que anunciaron hace unos días que piensan estrenar un “spin-off” de la franquicia con estos dos de protagonistas. No los culpo. Mientras que Diesel se pasa la película actuando casi como un zombie, tratando de tomarse la trama en serio (y fallando épicamente en el intento), Johnson y Statham claramente se están divirtiendo.

Sus secuencias de acción me recordaron a los filmes de Schwarzenegger de los 80s, producciones como “Commando”, en donde uno podía ver a Arnie cargando troncos gigantes o matando a un ejército entero sin ayuda —en este caso, Johnson puede hacer ejercicio con una banca de cemento que él mismo arranca de la pared, y Statham puede vencer a cuanto villano se ponga en su camino solo con parkour. Y ni qué decir de los insultos que intercambian —son tan ridículos e infantiles, que uno no puede evitar reírse con cada uno de ellos. Si Universal sabe manejar bien a estos dos tipos rudos, debería ser capaz de producir un “spin-off” bastante entretenido.

Como la villana de turno, Theron sabe combinar muy bien su sex appeal con miradas intensas y diálogo a la vez intimidante e idiota —no se trata de una de las más grandes antagonistas del mundo del cine, pero dentro del contexto tan caricaturesco de este filme, funciona. Lamentablemente, el resto del reparto no es particularmente memorable —Michelle Rodriguez es la chica ruda, Tyrese es el Jar Jar Binks de la película, Ludacris trata de enamorar a Nathalie Emmanuel (“Juego de Tronos”), Kurt Russell interpreta a un misterio agente (cosa que podría hacer incluso dormido), y Scott Eastwood es tratado como un niño inútil, a pesar de no ser particularmente joven. ¿De repente el personaje había sido escrito para otro actor?

No obstante, nadie va a ver una película como “Rápidos y Furiosos 8” por las actuaciones. Lo que atrae tanto a la gente a estas películas son las secuencias de acción, y en ese sentido, el filme no me terminó de convencer. Sí, escenas como la carrera del prólogo, o la persecución final, la cual involucra un submarino en el hielo siendo controlado por un avión, tanques, carros, y la roca lanzando un misil con sus manos, son ridículamente divertidas. Pero considerando que la cinta dura más de dos horas, le resulta muy difícil a F. Gary Gray mantener la sensación de novedad y diversión. Ese es el problema principal de las escenas de acción carentes de tensión (¡nadie se asusta con nada! ¡Todos bromean mientras les disparan con metralletas!) que desafían las leyes de la física: eventualmente, se tornan aburridas y repetitivas.

Tampoco ayuda el que el segundo acto de la película sea aburrido; el hecho de que haya cabeceado durante esta porción de metraje no es una buena señal. Ni siquiera la escena en la que Theron toma control de unos “carros zombie” logró mantenerme particularmente atento; quizás porque me resultó totalmente inverosímil (sí, más que el resto de sucesos increíbles de la película), o porque no logró desarrollar una factor “¡wow!”. Se sentía como una secuencia grande, inflada, pero jamás épica. Muchos bromean con que la novena o décima película podría desarrollarse en el espacio exterior; a estas alturas, si de verdad sucediese, no me sorprendería.

La franquicia de “Rápidos y Furiosos 8” es como el McDonald’s del cine: se consume rápido y tiene buen sabor, pero no te alimenta, y puede causar indigestión. Es posible disfrutar de blockbustersentretenidos y tontos (amo la mayoría de películas ochenteras de Schwarzenegger), pero incluso filmes de este tipo deben tener un límite. Si tuviese una duración de hora y media, y si Vin Diesel no actuase como si la trama tuviese algún tipo de peso dramático, podría funcionar. Pero dos horas y cuarto de explosiones, secuencias acción estilo “Looney Tunes”, drama absurdo,  y mal diálogo, es demasiado.

 

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