Star Wars: Episodio I – La Amenaza Fantasma

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Aprovechando el lanzamiento de “Star Wars: Episodio VIII – Los últimos Jedi” este año, estaré escribiendo sobre cada una de las películas de la saga (a excepción de “El despertar de la Fuerza” y “Rogue One”, las cuales ya comenté) hasta el día de estreno de la nueva película.

Habiendo dicho eso, comenzaré con la que vendría a ser la primera cronológicamente (pero la cuarta en ser estrenada), “Star Wars: Episodio I – La Amenaza Fantasma”.

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Hoy en día, es casi imposible comprender la expectativa que existía en relación a “La Amenaza Fantasma”. Ni siquiera “El Despertar de la Fuerza” fue esperada con tantas ansias. No exagero al decir que fue la cinta más esperada del siglo pasado, un evento cultural sin precedentes que tenía a fanáticos, espectadores casuales, y familias enteras alrededor del mundo emocionados por ver el regreso de la saga de George Lucas luego de una ausencia de dieciséis años. Recuerdo, también, que las tiendas por departamento estaban llenas de artículos de “Star Wars”, e inevitablemente terminé pidiendo varias figuras y naves por mi cumpleaños y Navidad (yo tenía 8 años en aquella época).

Es por todo esto que iba a resultar casi imposible que Lucas pudiese cumplir las expectativas de todo el mundo. La mayoría de fanáticos esperaba una obra maestra, el mejor blockbuster jamás hecho, y lo más probable es que eso no fuese a suceder. Y aunque “La Amenaza Fantasma” no es una gran cinta, precisamente, ciertamente es más ambiciosa de lo que a la mayoría de fanáticos les gustaría admitir —el problema es que sus expectativas no fueron cumplidas, esperaban lo imposible, querían ser maravillados de adultos de la misma manera que cuando eran niños.

En pocas palabras, de manera muy nostálgica, querían volver a vivir su infancia, y eso jamás iba a pasar.

Pero no es que “La Amenaza Fantasma” sea una gran película de “Star Wars”, tampoco. De hecho, a mi parecer, es la más fallida de todas, una historia visualmente impactante y enérgica que sin embargo decepciona a nivel de guion, el aspecto en el que Lucas siempre ha tenido más problemas. Él mismo admite que no es un gran escritor de diálogo, que prefiere lo visual por sobre las palabras, la edición de imágenes y los efectos especiales por sobre la caracterización. Y en “La Amenaza Fantasma” se nota a leguas.

La historia comienza con dos Jedi, el maestro Qui-Gon Jinn (Liam Neeson) y su aprendiz Obi-Wan Kenobi (Ewan McGregor) yendo en una misión para hablar con la nefasta Federación de Comercio, que está planeando en bloquear al planeta Naboo y capturar a su lideresa, la Reina Amidala (Natalie Portman). La misión fracasa, los Neimoidianos de la Federación tratan de asesinarlos, y terminan escapándose al planeta, donde se encuentran con Jar Jar Binks (Ahmed Best), un torpe Gungan que los lleva donde su gente.

Una vez en la ciudad acuática de Otoh Gunga, nuestros héroes recibirán ayuda y se quedarán con Binks, para escapar a la ciudad de Theed y rescatar a la Reina. Esta última insiste en ir al planeta de Coruscant para hablar con el Senado y pedir ayuda, por lo que deciden escapar del planeta. En el camino, sin embargo, su nave es dañada, por lo que deciden aterrizar en el pequeño planeta de Tatooine para realizar reparaciones. Es ahí donde los Jedi conocen al joven Anakin Skywalker (Jake Lloyd), un enérgico niño con poderes similares a los de un Jedi, y quien Qui-Gon cree debe ser el Elegido, un ser que se supone traerá de vuelta el balance de la Fuerza. Desafortunadamente, tanto su misión para ayudar a la Reina como para llevarse a Anakin será interrumpida, de cuando en cuando, por un misterioso Lord Sith llamado Darth Maul (actuación de Ray Park, voz de Peter Serafinowicz).

Mucho se ha dicho y escrito sobre lo innecesaria que es la historia de “La Amenaza Fantasma”, que la trilogía hubiese podido comenzar con Anakin ya entrenando con los Jedi de adulto, y que ver su infancia en Tatooine no resulta ser particularmente fascinante. Y aunque entiendo este punto de visto, a la vez comprendo la razón por la cual Lucas creyó que se necesitaba comenzar con “La Amenaza Fantasma”; es un ejercicio de paralelismo entre esta cinta y el “Episodio IV”, en donde vemos a Luke, al igual que Anakin, creciendo en Tatooine y siendo forzado a cambiar su vida debido a su potencial como Jedi.

De hecho, el que Lucas haya decidido hacer de Anakin un niño común y corriente, un chico que ama a su madre y que quiere ayudar a los demás, fue bastante arriesgado. Es casi imposible imaginarse al Anakin (o “Ani”) del “Episodio I” convirtiéndose en el maligno Darth Vader, por lo que al menos en 1999, el filme hizo que me dé curiosidad saber lo que Lucas haría con el personaje en los siguientes Episodios. Sin embargo, hay que admitir también que Lucas exageró, por momentos, con la caracterización noble de Anakin; su inocencia y permanente optimismo son particularmente desesperantes, especialmente durante la batalla espacial climática, en donde el personaje parece estar más en un videojuego que en una guerra galáctica.

Obviamente, también es imposible escribir sobre esta película sin mencionar al infame Jar Jar Binks. No lo odio de la misma manera que la mayoría de fanáticos, pero a la vez soy el primero en admitir que se trata de un personaje innecesariamente infantil y molesto. No había necesidad de hacerlo hablar con un acento ridículo, ni de que protagonice gags de excremento o gases. El “Episodio IV”, por ejemplo, fue una película bastante ligera, que presentaba aventuras aptas para toda la familia sin necesidad de recurrir a humor “de baño”. Entiendo que Lucas quería hacer de “La Amenaza Fantasma” un filme más apto para niños (como para compensar la oscuridad que vendría más adelante), pero definitivamente se le pasó la mano.

En todo caso, me gusta más el rol que Binks cumple durante el clímax de la película, convenciendo a sus compañeros Gungan que se unan a la batalla con la Federación de Comercio, en un enfrentamiento de ejércitos que incluso, hoy en día, resulta bastante espectacular a nivel visual. Disfruto, también, de los pequeños homenajes que le hace Lucas a Buster Keaton durante esta secuencia; en su infinita torpeza, Binks se involucra en situaciones bastante absurdas, las cuales son casi copias de las memorables acrobacias de Keaton durante su época dorada. No termina de funcionar del todo en el contexto del filme, pero al menos no desespera.

A nivel técnico, “La Amenaza Fantasma” es una película revolucionaria, en mi opinión más merecedora del Óscar a Mejor Efectos Visuales que la increíble “Matrix”. Después de todo, mientras que la cinta de las Wachowski simplemente introdujo un efecto (el “Bullet Time”) que sería copiado infinidad de veces para luego desaparecer de la faz de la Tierra, el “Episodio I” hizo uso, por primera vez, de una infinidad de técnicas que se volverían vitales en blockbusters posteriores: personajes 100% digitales (Binks, Boss Nass, interpretado por el inmortal BRIAN BLESSED, entre otros), extensiones digitales de escenarios reales, captura de movimiento (principalmente en los droides de la Federación) e interacción de actores reales con elementos sintéticos. De hecho, me parece que la película se ve muy bien incluso hoy en día, especialmente a la hora de introducirnos nuevos planetas como el bello Naboo, o el impactante Coruscant.

En términos de acción, “La Amenaza Fantasma” no decepciona. La película contiene dos secuencias que vale la pena resaltar. Primero está la carrera de pods, una suerte de homenaje a la carrera de carruajes de “Ben-Hur” en un contexto de ciencia-ficción. La escena está editada con energía y buen ritmo, hace un gran uso del silencio y luego, de la música del maestro John Williams, y me mantiene al filo del asiento cada vez que la veo. Y luego está la pelea de sables de Qui-Gon y Obi-Wan contra Darth Maul, el enfrentamiento más intenso y mejor coreografiado de toda la saga. Luego de una ausencia de dieciséis años, y de solo haber visto a novatos y Jedi retirados en situaciones similares, fue realmente increíble ver, por primera vez, a dos Jedi y un Sith peleando en su mejor momento. Esta pelea jamás se tornará aburrida.

Previsiblemente, las actuaciones son acartonadas y tiesas. El que mejor la pasa definitivamente es Liam Neeson, quien al ser un gran fanático de la saga, aceptó el papel sin ni siquiera haber leído el guion. Su Qui-Gon Jinn es un Jedi noble y temerario, aunque me hubiese gustado que Lucas transmitiera esto último más a través de acciones, que de dialogo (sabemos que Jinn es temerario porque otros personajes lo dicen, no porque se particularmente intenso o apurado). Ewan McGregor es excelente como Obi-Wan; verlo en el “Episodio I” es casi como ver a un joven Alec Guinness, desde el acento hasta la manera de caminar. Como Amidala, a Natalie Portman se le ve bastante incómoda en sus trajes reales, aunque hay que admitir que se suelta bastante en los momentos donde interpreta a su señuelo (dato curioso: cada vez que Portman hace de Padmé el señuelo, la Reina es interpretada por una joven Keira Knightley).

De ahí tenemos a Jake Lloyd, quien fue injusta —y duramente— criticado por su actuación como Anakin. Recordemos que en aquella época era tan solo un niño de ocho o nueve años, por lo que atacarlo por su trabajo en “La Amenaza Fantasma” fue demasiado cruel. Todo lo que hizo fue seguir las instrucciones de Lucas, y en su defensa, no está del todo mal en las secuencias más tranquilas, como la cena en su casa, o la despedida de su madre. Y hablando de ella, Pernilla August da una actuación realista y sutil como Shmi Skywalker. El Palpatine de Ian McDiarmid, por otra parte, tiene un rol limitado —pero memorable—, al igual que el Mace Windu de Samuel L. Jackson y el Yoda de Frank Oz (estos dos tendrían más que hacer en las siguientes dos cintas).

Si hay algo que resalta mucho en “La Amenaza Fantasma”, es la música del gran John Williams. Se nota que tanto él como Lucas querían desarrollar una banda sonora memorable, que mezcle composiciones nuevas con los temas clásicos de la trilogía original, y lo lograron. Williams hace un gran uso de temas como “Binary Sunset” o el tema principal, pero introduce de manera casi perfecta otros como la inmediatamente memorable “Duel of the Fates”, o la marcha de la Federación de Comercio. El “Episodio I” tiene a un John Williams en su mejor momento, y una banda sonora que resulta igual de rica que las de los primeros filmes.

“La Amenaza Fantasma” hizo lo que tenía que hacer: traernos de vuelta a la Galaxia Muy, Muy Lejana, contándonos la historia de un joven Anakin, la manera en que se convirtió en Jedi, y cómo los Sith retornaron para tener su venganza. El problema está en los detalles: el humor juvenil, la caracterización de Jar Jar Binks y Anakin, y los detalles innecesarios sobre rutas de comercio o debates políticos (aunque admito que el diseño del Senado, con sus pods flotantes, es espectacular). Lucas pudo hacer un mejor trabajo, de eso no hay duda, pero considerando todo lo que hace su guion de manera coherente, hay darle un poco de crédito también.

A fin de cuentas, “Star Wars: Episodio I – La Amenaza Fantasma” es la cinta más débil de la saga, pero eso no quiere decir que sea un desastre absoluto. La puedo ver de cuando en cuando, y me divierto mucho con secuencias como el escape de Naboo, la carrera de pods, o la pelea entre los dos Jedi y el Sith. El problema es que Lucas se obsesionó con desarrollar un filme para toda la familia, inocente y ligero, cosa que felizmente no sucedería con las dos siguientes producciones. Esas películas, sin embargo, tendrían sus propios (nuevos) problemas… en los que ahondaré próximamente.

 

Avance oficial:

63%
Puntuación
  • Mi calificación

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