La Favorita

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A pesar de que, a diferencia de sus dos propuestas anteriores en inglés, “La langosta” y “El sacrificio del ciervo sagrado”, “La Favorita” no ha sido escrita por Yorgos Lathimos y su compañero, Efthymis Filippou, “La Favorita” retiene todos los elementos que uno esperaría de un filme dirigido por el afamado cineasta proveniente de Grecia. Lleno de humor negro, y protagonizado por tres actrices en su mejor momento, “La Favorita” es un eficiente drama que retrata la corte inglesa del siglo 16 de manera incisiva despiadada. Se trata de una historia protagonizada por gente detestable, casi amoral, capaz de hacer de todo por sobrevivir, y conseguir lo que necesitan para resaltar en una sociedad dividida, incluso más que hoy en día, entre millonarios y pobres extremos. “La Favorita” podría considerarse como un comentario sobre las diferencias económicas y sociales de hoy en día, sí, pero también como una historia que funciona bajo sus propios términos, tanto cómica como dramáticamente.

La cinta se lleva a cabo entre 1704 y 1711, durante el gobierno de la Reina Anne (Olivia Colman). Nuestra protagonista es Abigail (Emma Stone), una ex “lady” venida a menos que llega a la corte inglesa para trabajar, al menos inicialmente, en la cocina del palacio. No obstante, no demorará mucho en ganarse la confianza de su prima, Lady Sarah Marlborough (Rachel Weisz), quien le permitirá acercarse más a la Reina. Es así que, poco a poco, Abigail irá adentrándose en el mundo de la realeza, ganándose el cariño de Anne, y subiendo de rango, incluso llegando a conseguir un marido, el Lord Masham (Joe Alwyn). Pero esto también resultará en una intensa rivalidad con Sarah, quien ha sido la favorita de la Reina por muchos años, y no permitirá que la reemplacen tan fácilmente.

A pesar de estar muy ligeramente basada en hechos reales , “La Favorita” se siente lo suficientemente verosímil como para que uno se adentre fácilmente en este mundo de conspiraciones y juegos mentales. Los roles de Abigail y Sarah son fascinantes: ambas son igual de ambiciosas, inteligentes, y por qué no, crueles, tanto así que logran abusar y manipular a una inocente Reina sin que esta se dé cuenta de lo que está pasando a su alrededor. A pesar de tener un exterior dulce y bondadoso, Abigail logra demostrar a lo largo de la película lo despiadada que puede llegar a ser, capaz de sobornar y mentir y causar daño físico —la diferencia en carácter entre la Abigail del principio (humilde, cubierta en lodo) y la de las escenas finales (decadente, cruel) es impresionante, pero a Lathimos tampoco se le escapa la ironía de su situación. Sí, podría decirse que su condición mejora para el desenlace de la historia, pero el plano final de su rostro demuestra, también, que existía más de un tipo de humillación en la Inglaterra del siglo 16.

Por su parte, la Sarah de Weisz es una mujer es una mujer más dura, más franca, igual de capaz que Abigail, pero un poco desconectada de lo que la Reina Anne verdaderamente quiere. Sarah se enorgullece de siempre decirle la verdad a la Reina, pero no se da cuenta de que ésta es una mujer triste, patética, alguien que ha tenido una vida difícil —17 embarazos perdidos— y que solo quiere ser adorada por todo el mundo, por más que se pase la mitad sus días tirada en cama debido a la gota. Sarah es una maestra de los juegos mentales, sí, pero el ver cómo es igualada y, por momentos, superada por Abigail, es uno de los mayores placeres de “La Favorita”. Adicionalmente, existe en el guión un componente de romance lésbico que, a pesar de ser cuestionable a nivel histórico, ciertamente le permite al filme tomarse licencias dramáticas que aumentan la tensión de muchas escenas, y esclarecer las motivaciones de algunos personajes.

Fuera de la relación entre la Reina, Abigail y Sarah, “La Favorita” también se enfoca en la política parlamentaria de la época. No me tomen a mal; el filme le pertenece a estas tres mujeres protagonistas, por lo que el único hombre con un rol verdaderamente significativo termina siendo el Robert Harley de Nicholas Hoult. Se trata del líder de la oposición que, muy a su manera, también trata de manipular a la Reina para conseguir lo que él quiere —en este caso, la paz con Francia—, por más que Sarah se oponga todo lo que propone. Es una subtrama que le otorga una capa más de suspenso al filme, y que demuestra que Anne era una persona vulnerable, trágica, que era manipulada tanto dentro como fuera de su habitación. Es una historia triste, protagonizada por gente terrible que se aprovecha de alguien que no era particularmente brillante, y que no estaba muy interesada en gobernar un país en medio de una guerra.

Emma Stone y Rachel Weisz se lucen como Abigail y Sarah, respectivamente. La primera no tiene el mejor acento británico del mundo, pero lo compensa con una interpretación intensa y creíble; Stone es convincente cuando se presenta a sí misma com una chica frágil y bondadosa, sí, pero también cuando revela sus verdaderas intenciones, y su capacidad de sobrevivir a toda costa. Por su parte, Weisz es magnética como Sarah; intimidante, poderosa, y obsesionada con permanecer al lado de la Reina. Como Anne, Olivia Colman construye a un personaje patético y triste, el cual termina siendo la mayor víctima de todos los juegos mentales en los que se involucran sus mejores amigas/amantes. Y como Harley, Nicholas Hoult puede llegar a ser muy divertido, por más que los intereses del personaje sean bastante más serios —y hasta menos egoístas— que los de sus contrapartes femeninas.

A pesar de hacer un gran uso de la luz natural —en el caso de las escenas diurnas— y la luz de velas —en el caso de las nocturnas—, el estilo de Lathimos creó cierta distancia entre la película y yo, haciendo que me sienta un poco alejado de la acción y no empatice tanto con los personajes. Esto se debe a que buena parte del filme está grabado con lentes angulares, incluso ojos de pez en algunos casos —estos últimos ayudan a enfatizar la burbuja en la que viven estos personajes, pero también a que el espectador se sienta fuera de la misma. Además, el uso extensivo de planos contrapicados, para denotar la superioridad de los miembros de la corte, tampoco ayuda a que uno vea las sutilezas de sus expresiones faciales. Eso sí —Lathimos utiliza los primeros planos, tanto de Stone como de Weisz y Colman, en momentos precisos, como para enfatizar sus reacciones a momentos particularmente terribles o emocionalmente chocantes. Los enormes ojos de Stone están particularmente bien aprovechados por Lathimos.

“La Favorita” es un eficiente drama, una cinta de carácter serio y hasta trágico, que sin embargo utiliza el humor negro de manera muy efectiva para burlarse de lo superficial y lo absurdo en la corte inglesa del siglo 16. Sí, Lathimos crea un poco de distancia entre el espectador y la trama debido al estilo visual que le inyecta al filme, pero el trabajo de Colman, Stone y especialmente Weisz, ayuda a que uno se quede intrigado, y hasta horrorizado, durante la mayor parte de la película. “La Favorita” no llega a ser tan extraña como “La Langosta” o “El sacrificio del ciervo sagrado” —por lo que podría encontrar un público distinto al de aquellas cintas—, pero conserva el estilo tan propio de Lathimos, como para que sus fanáticos sepan que se trata de una nueva película del griego director. Tanto ellos, como aquellos que disfruten de las tragedias históricas y del humor negro, deberían ser capaces de disfrutar de esta película.

 

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