Curioso ver una película como Deep Cover en el marco de un festival como Tribeca. Después de todo, se trata de una comedia comercial de acción producida por una empresa enorme como Amazon MGM, que se estrenará exclusivamente para el servicio de streaming Amazon Prime. Es decir, no es el tipo de filme que uno relacionaría necesariamente con un festival de prestigio. Y sin embargo, Deep Cover termina sorprendiendo gracias a su efectiva mezcla de gags originales, divertidas interacciones entre personajes, y una premisa bien aprovechada. No es nada del otro mundo, pero dentro de sus limitadas ambiciones, funciona.
La protagonista de Deep Cover es Kat (Bryce Dallas Howard), una cómica de improvisación americana que vive en Londres, dándole clases a potenciales comediantes en un club en el centro de la ciudad. Su vida, sin embargo, no es lo que a ella le hubiese gustado, tanto así que sus amigas están extremadamente preocupadas por ella (y por su aparente falta de ambición). Un buen día, sin embargo, su suerte parece cambiar. El agente de la policía metropolitana Billings (Sean Bean) le hace un ofrecimiento: ser parte de un nuevo programa que incita a comediantes improvisadores a trabajar como policías encubiertos para ayudar a las autoridades a atrapar a traficantes de drogas.

Es así que Kat reúne a un pequeño grupo de pseudoactores para formar parte de esta banda anticriminal. Aparte de ella, tenemos a Marlon (Orlando Bloom), un actor de comerciales que se mete mucho en sus personajes, y Hugh (Nick Mohammed, de Ted Lasso), un tímido oficinista que solo se había metido a las clases con Kat para hacer amigos. Juntos, terminan aliándose a Fly (el gran Paddy Considine), un traficante de drogas que, junto a su mano derecha, la intimidante Shosh (Sonoya Mizuno, de Ex Machina) trabaja para el peligroso Metcalfe (Ian McShane). De alguna manera u otra, Kat y los demás tienen que permanecer encubiertos mientras trabajan para esta gente y, más importante, mientras cumplen las misiones que Billings les da.
Deep Cover es el tipo de comedia que le exige al espectador suspender su incredulidad de forma casi absoluta. No es una historia que se lleve a cabo en un mundo similar al nuestro, si no más bien en un Londres donde los traficantes y criminales no son tan peligrosos, y donde tres chiflados como nuestros protagonistas serían capaces de, bueno, improvisar lo suficientemente bien como para que nadie se de cuenta de quiénes son en realidad. Si son capaces de creerse esta historia y creerse las situaciones que Deep Cover propone, la pasarán bien. Pero si quieren una experiencia realista y completamente verosímil, mejor busquen en otra parte.
Habiendo dicho eso, en términos generales, Deep Cover funciona bastante bien como una comedia ridícula que, felizmente, desarrolla de forma satisfactoria a sus arquetípicos personajes. Kat, por ejemplo, es la figura seria del trío principal; una comediante que se toma muy en serio a sí misma y a su trabajo, y que por momentos siente el miedo que una personaje real sentiría en las situaciones en las que se involucra. Por su parte, el Marlon de Orlando Bloom es más exagerado; un actor “de método” que no parece tenerle miedo a nada, y que está dispuesto a hacer de todo por el arte. Y finalmente, el Hugh de Nick Mohammed es quien, curiosamente, pasa por el arco de personaje más palpable, pasando de ser un tipo sin ambiciones y pocas habilidades blandas, a ganar algo de valor y, de paso, enamorarse de la ya mencionada Shosh.
Es en las interacciones entre estos personajes, entonces, donde Deep Cover encuentra la mayor parte de situaciones cómicas. El contraste entre la relativa seriedad de Kat y las actitudes absurdas de Marlon resulta en momentos jocosos, por ejemplo, mientras que las reacciones y limitados diálogos de Hugh contribuyen con una comedia un poco más sutil, pero no menos efectiva. Lógicamente, no todos los chistes funcionan, pero la proporción de gags que dan risa es sorprendentemente grande, lo cual resulta en un producto final bastante más divertido y ligero que la producción comercial promedio para streaming. No es que Deep Cover sea una obra maestra ni mucho menos, pero aunque suene como un elogio falso, al menos es superior a la cinta promedio para servicios como Netflix o Prime Video.
Narrativamente hablando, sin embargo, Deep Cover comienza bien pero termina de forma menos convincente. La primera mitad de la película es la mejor, estableciendo de forma entretenida las situaciones en las que se encuentran nuestros protagonistas, e incluyendo los chistes más frescos e imprevisibles. Para la segunda mitad, sin embargo, los guionistas Derek Connolly, Colin Trevorrow (si, los mismos de la trilogía de Jurassic World y el primer borrador de Star Wars: Episodio IX), Ben Ashenden y Alexander Owen deciden presentar giros narrativos demasiado repentinos que, en su mayoría, no resultan creíbles. Deep Cover concluye bien, pero para llegar a ese punto, le exige al espectador creerse incluso más conceptos e ideas absurdas de las que aparecen en un inicio.
Deep Cover no es el filme más original que puedan ver, y mucho menos en un festival como el de Tribeca. La premisa está llena de potencial y, en general, es bien aprovechada por el novel director Tom Kingsley (cuya filmografía previa consiste exclusivamente de episodios de series de televisión) y su pequeño ejército de guionistas, y el talentoso reparto hace más que lo mínimo, interpretando a sus personajes con estilo y energía. Sean Bean parece estar pasándola bien interpretando a un policía gruñón, y por qué no, hasta tenemos un breve cameo por parte del infame “Carcelero de La Momia”, Omid Djalili. Deep Cover no es el tipo de experiencia cinematográfica que se quedará grabada en sus cerebros por varios días, pero por lo menos los entretendrá durante poco menos de cien minutos sin insultar su inteligencia o sentirse redundante.
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