Festival de Tribeca 2025: Gonzo Girl

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Inspirada en la novela de Cheryl Della Pietra, la cual a su vez está basada en sus experiencias como la asistente del afamado autor Hunter S. Thompson, Gonzo Girl, el debut en la dirección de la actriz Patricia Arquette, es una experiencia interesante y suficientemente dramática, que sin embargo nunca llega a encontrar un norte claro. Lo cual tiene sentido, supongo, considerando que se enfoca en una chica que se quiere convertir en escritora pero que, al trabajar para un autor desquiciado y drogadicto, va perdiendo su voz, reemplazándola por la de su jefe. Gonzo Girl, entonces, es una película desenfocada sobre un personaje desenfocado; una experiencia intrigante y a la vez frustrante.

Al comenzar Gonzo Girl, vemos a Alley Russo (Camila Morrone) escapándose de su trabajo como barista para ir a la presentación del más reciente libro del excéntrico autor Walker Reade (un excelente Willem Dafoe). Todo el mundo parece amarlo, pero al ser ella la única en hacer un comentario interesante, la manager de Reade, Claudia (Arquette) decide ofrecerle un trabajo como asistente personal. ¿El único problema? La chica tiene que viajar de Nueva York al rancho del escritor, y vivir ahí durante seis meses, tratando de obligarlo a que termine de escribir un libro para que su editor, Lionel (James Urbaniak) esté contento.

Pero como se deben imaginar, dicha tarea termina siendo mucho más complicada. Resulta, pues, que Walker no solo parece ser excéntrico —lo es, y además tiene una grave adicción a las drogas (principalmente cocaína y ácido), a disparar armas en el campo, y a procrastinar. Por ende, Alley se termina convirtiendo no solo en su asistente, si no también en una suerte de escritora fantasma, completando o hasta reemplazando las páginas que con las justas escribe el complicado autor cada noche. Esto al inicio parece funcionar, ya que los textos faxeados le encantan a Lionel, pero mientras más se mete Alley en la vida de Walker, más miedo tiene de que sus acciones sean descubiertas.

Gonzo Girl se lleva a cabo como una suerte de estudio de personaje tanto de Alley como de Walker. La mayor parte del filme cuenta con una narración en off por parte de la primera la cual, por más de ser poco sutil y hasta un poco fastidiosa, al menos nos permite entender un poco mejor cómo piensa la chica. Es alguien, pues, que quiere encontrar su propia voz, y que en Walker encuentra, más bien, una compleja fuente de inspiración —alguien que años atrás fue un increíble escritor, pero que en el presente depende demasiado de las drogas y de declaraciones grandilocuentes para sus amigos, quienes solo piensan en hacer fiestas, y cómo no, consumir más y más drogas.

Entre ellos se encuentra una estrella de cine llamada Larry Lukes (Ray Nicholson, de Sonríe 2 y Borderline), quien además tiene un breve amorío con Alley. Es a través de eso último, de hecho, que ella se da cuenta de que está en el rancho principalmente para ser usada y objetivizada. Sí, su principal objetivo es que hacer que Walker termine de escribir su libro para que le paguen un montón de dinero, pero poco a poco, se va dando cuenta de que está ahí también para que él se divierta, y para usar trajes ridículos (y minúsculos) en situaciones francamente incómodas. A nadie le interesa su mundo interior ni lo que quiere decir —o al menos eso es lo que cree la mayor parte del tiempo. Y como encima comienza a modificar los textos de Walker, comienza a perderse en su estilo, en su prosa, como si fuese una versión más joven y atractiva de dicho escritor.

Es una historia dentro de todo fascinante, que sin embargo, como se dijo líneas arriba, nunca llega a encontrar un norte claro. El segundo acto de Gonzo Girl se siente repetitivo, con tanta droga y situación absurda, y la narración en off de Alley por momentos abusa de frases pretenciosas que finalmente no tienen mayor significado. Hay un conflicto claro en la narrativa —entre Alley y Walker, y entre ambos y Lionel el editor— pero curiosamente, al filme le falta urgencia, concentrándose demasiado en los dramas que se llevan a cabo en el rancho, y por supuesto, en la forma en que Alley es abusada por sus nuevos empleadores.

No obstante, Gonzo Girl igual cuenta con interacciones interesantes entre estas figuras. Claudia, por ejemplo, quien inicialmente parecía ser una aliada para Alley, termina siendo poco más que una facilitadora para Walker. Y aunque el Larry de Nicholson es innegablemente carismático y divertido, es cuando las cosas se ponen difíciles que muestra su lado más cobarde. Y por supuesto, tenemos a Walker; Dafoe da una interpretación intensa, alocada, compleja y jamás exagerada, convirtiendo a Walker en lo que asumo muchos creen fue Hunter S. Thompson, pero también en un personaje creíble, hasta patético. Alguien que fue importante tiempo atrás, pero que ahora solo piensa en distracciones y drogas, entumeciéndose a través de sustancias psicotrópicas para dejar de lado su constante dolor de espalda.

Por su parte, Arquette dirige con algo de estilo, haciendo uso de una imagen contrastada, llena de textura y movimientos de cámara sencillos pero efectivos, remontándonos con eficiencia a principios de la década de los noventa. Y Camila Morrone es creíble como Alley, desarrollándola como una chica que recién está comenzando a encontrarse, y cuya vulnerabilidad es aprovechada —y explotada— tanto por Walker como por Claudia. Es así, pues, que Gonzo Girl termina siendo una experiencia fallida pero igual interesante; una versión altamente ficcionalizada de hechos reales que logra decirnos algo sobre el precio de la fama, y lo mucho (o poco) que se puede encontrar en un ambiente de grandes personalidades, drogas carísimas y distracciones por montones. Nada nuevo, quizás, pero igual entretenido.

NOTA: Gonzo Girl tendrá su estreno norteamericano en el Festival de Tribeca 2025.

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