La australiana Inside, de Charles Williams, es un drama psicológico sobre la naturaleza violenta de ciertas personas; sobre la diferencia entre gente que nace de una manera, y gente que va cambiando a lo largo del tiempo. En ese sentido, el filme funciona muy bien como una interesante exploración psicológica de personajes trastornados, agresivos, que encuentran algo de esperanza en un mundo oscuro, y que en algunos casos terminan desilusionados. Inside, pues, es una experiencia fuerte, realista, que se ve beneficiada de actuaciones potentes y un contexto específico que se presenta de forma universal.
Nuestro protagonista es Mel Blight (Vincent Miller), un chico problemático que ha estado en prisión desde los doce años (¡!), acusado de haber asesinado a su mejor amigo, y que al cumplir los dieciocho años, es transportado por primera vez a una cárcel de adultos. Es ahí donde conoce a Mark Shepard (un excelente Cosmo Jarvis), un asesino ahora convertido en guía espiritual, que sin embargo cuenta con muchísimos enemigos que quieren acabar con él. Dándose cuenta de sus talentos con el teclado, este último convence al primero de que toque la música de sus sesiones en la capilla de la cárcel, lo cual ayuda que terminen entablando una suerte de amistad extraña.

No obstante, las cosas cambian cuando Mel conoce también a Warren Murfett (el gran Guy Pearce), un criminal que está a punto de salir de prisión, y que debe hacer todo lo posible por portarse bien para que pueda llegar a conocer a su hijo, Adrian (Toby Wallace). Es así que nuestro protagonista termina entablando otra relación, esta vez con un Warren que se termina convirtiendo en una suerte de mentor para él, pero lógicamente, también en una mala influencia que lo incita a soltar su lado más agresivo. Por ende, Inside establece un claro conflicto interno para Mel: ¿a quién debería seguir, a un Mark que claramente tiene problemas psicológicos pero que a la vez parece querer compensar sus (gravísimos) errores del pasado, o a un Warren que parece estar interesado en él de verdad, pero que según todo el mundo no es de fiar?
Williams hace un excelente trabajo desarrollando un mundo palpable y realista dentro de la cárcel, estableciendo reglas claras, y hasta mostrando a personajes como una psicóloga que ayuda tanto a Mel como a Warren. No obstante, queda claro desde un inicio que Inside trata principalmente sobre Mel —sobre sus preocupaciones, sobre las dudas que tiene respecto a sus nuevos mentores, e incluso sobre su verdadera naturaleza. El filme utiliza una narración en off para meternos en sus pensamientos —y felizmente no abusa de ella—, pero más que nada, aprovecha al máximo el trabajo del novel Vincent Miller para desarrollarlo como una persona compleja, llena de traumas, que todavía intenta comprenderse a sí mismo.
Es a través de ocasionales flashbacks, además, que vemos imágenes de Mel cuando era niño, y más importante, del amigo al que terminó matando. ¿Lo hizo a propósito, o fue un accidente? ¿Lo hizo porque es de naturaleza violenta, porque no lo pudo evitar? ¿O será Mel capaz de cambiar, de mejorar, de convertirse en un buen elemento para la sociedad? Son las actitudes y acciones de nuestro protagonista las que nos hacen dudar sobre su capacidad para cambiar —no obstante, una vez que Inside llega a su (casi) inevitable final, el mensaje que Williams está intentando transmitir queda claro. El contraste entre el desenlace de Mel y el de Warren funciona muy bien para mostrarnos que, finalmente, uno es quien toma las decisiones importantes de su vida, sin importar cuáles sean sus orígenes o su naturaleza.
Como Mel, Miller da una interpretación sutil, creíble, que transforma a este personaje en alguien que no cuesta entender, pero que se termina sintiendo como el producto de una sociedad que no necesariamente busca ayudar a las personas. Por su parte, el siempre infravalorado Guy Pearce interpreta a Warren como un tipo arrepentido a quien, no obstante, le cuesta cambiar sus costumbres. No es un tipo malo, necesariamente, si no más bien alguien acostumbrado a la maldad; al alcoholismo y al crimen y a la muerte. Sin embargo, quien de verdad termina sorprendiendo es Cosmo Jarvis (de Shogun) quien, con un excelente acento australiano, expresiones muy específicas, una actitud perturbadora, y viéndose muy similar a un James Caan joven, se transforma es un Mark de claros problemas psicológicos. Es un ex asesino que no parece querer aceptar la responsabilidad de sus actos, y que más bien utiliza la religión —o en todo caso su interpretación de la religión— para lavarse las manos y supuestamente ayudar a los demás.
Inside es una producción centrada en la psicología de sus personajes, y por ende, en los conflictos internos que les permiten tomar acción, dudar, arrepentirse, reaccionar y, finalmente, encontrar algún tipo de redención. Es el tipo de película que da gusto por lo mucho que aprovecha a sus protagonistas, y por supuesto, a su talentoso reparto, el cual es capaz de desarrollar a estas figuras como seres humanos tridimensionales, creíbles, complejos y hasta por momentos odiosos. Inside es una experiencia incómoda, que evidentemente no será para todo el mundo, pero quienes se animen a darle una oportunidad, se encontrarán con un filme que les permitirá reflexionar sobre la naturaleza humana y sobre la forma en que supuestamente intentamos ayudar —o hasta cambiar— a los criminales de nuestra sociedad.
Avance oficial:
- Mi calificación