Un futuro brillante, de la uruguaya Lucía Garibaldi (Los tiburones) es una atípica película de ciencia ficción distópica centrada en la falsa sensación de libertad que un gobierno autocrático le podría llegar a dar a una población cansada, rendida. Es una experiencia visualmente interesante que sin embargo no llegar a convencer a nivel emocional, en ocasiones concentrándose demasiado en ideas excéntricas e interacciones algo frustrantes entre personajes. El resultado es un filme que parece estar más interesado en sus ideas que en sus personajes; en la conexión intelectual que puede hacer con el espectador, que en la emocional.
Nuestra protagonista es la adolescente de dieciocho años Elisa Vick (una notable Martina Paseggi), quien al comenzar el filme parece tener, bueno, un futuro brillante. Acaba de conseguir un nuevo trabajo “en el norte” para lo que asumimos es el gobierno, un prospecto que emociona mucho a la chica. Después de todo, su hermana mayor está en el norte desde hace tiempo, y la extraña mucho, ya que le cuesta bastante comunicarse con ella. Su mamá, Nélida (Soledad Pelayo), por su parte, tiene toda la intención de ir al norte para visitar a sus hijas, pero depende de un sorteo para poder conseguir el pasaje necesario.

Las cosas cambian, sin embargo, cuando Elisa conoce a Leonor (Sofía Gala Castiglione), una vecina en su condominio que supuestamente hace mucho ruido al tener sexo y masturbarse, lo cual molesta a sobremanera a la comunidad vecinal. Es ella quien le hace ver que, quizás, hay una verdad y una realidad distinta a lo que el gobierno y sus vecinos conocen. Por ejemplo, para ayudar a su mamá a participar del sorteo del pasaje para ir al norte, Elisa decide ganar dinero al “venderle” su olor a gente mayor que extraña su propia juventud, con la ayuda tanto de Leonor como de su tío, Andrés (Alfonso Tort). Pero como suele pasar en este tipo de historias, se trata de una situación que no puede durar mucho, especialmente considerando las expectativas que Nélida y del resto de la sociedad tienen de ella.
El concepto central de Un futuro brillante no carece de interés. De hecho, es el aspecto temático de la película el que termina funcionando mejor, dejando en claro que Garibaldi y su equipo estaban particularmente interesados en transmitir mensajes muy específicos relacionados a los contrastes entre los jóvenes y adultos, el control que ejercen los gobiernos fascistas, y el conservadurismo que se va desarrollando como consecuencia de lo anterior. El mundo construido por el filme, pues, resulta intrigante, y jamás se siente sintético o poco verosímil. Más bien, lo que hace Garibaldi y su equipo de arte es utilizar recursos engañadoramente sencillos para desarrollar un mundo futurista creíble, opresivo, donde las emociones son reprimidas y la eficiencia es lo más importante a nivel social.
Consideren, si no, la forma en que los representantes del gobierno se comunican con Elisa, haciendo énfasis en lo eficiente que ella va a ser una vez que se mude al norte. O la manera en que la hermana de Elisa se comunica con la chica, resaltando el hecho de que está haciendo algún tipo de diferencia, lo cual aparentemente es más importante que estar con su familia o seres queridos en general. Y por supuesto, está el hecho de que el gobierno claramente le está mintiendo a la población, haciéndoles creer que el mundo afuera de la ciudad ha sido destruido por una plaga de hormigas (¿?), y que animales como perros y gatos simplemente no existen. Por ende, la gente recurre a usar parlantes que emiten sonidos de animales, como para reemplazar a la naturaleza real.
Es todo fascinante, y resulta en un contexto en el que los personajes podrían haber brillado. Consideren, por ejemplo, lo que hace Elisa para poder sudar profusamente (haciendo ejercicio, comiendo ajo por montones) para que la gente pague por, bueno, olerla. La juventud es un artículo de importancia considerable en un mundo donde la gente no se reproduce, y a través de estás escenas, Garibaldi parece estar utilizando una metáfora (no tan sutil) de la compra y venta de cuerpos humanos en la sociedad contemporánea, especialmente los femeninos. En este caso, Elisa lo hace por voluntad propia, aprovechándose de su clientela pervertida, pero igual se trata de una actividad que concluye de forma no muy positiva.
El problema con Un futuro brillante, más bien, es que todo el esfuerzo por construir un mundo palpable y de lógica interna consistente no sirve para narrar una historia satisfactoria. De hecho, la trama es lo más débil que tiene la película, moviéndose de forma letárgica y a veces ilógica, y haciendo que los personajes se sientan más como avatares de poca personalidad, que como verdaderos seres humanos. Hacer un énfasis en la humanidad de esta gente hubiese ayudado a que los temas se transmitan de mejor manera, creando un contraste entre la falta de humanidad del gobierno y la inherente humanidad de las personas. No pienso incluir spoilers, pero vale la pena mencionar, también, que el inevitable desenlace de Un futuro brillante resulta previsible, especialmente para los espectadores más experimentados.
Un futuro brillante es una cinta irregular, hasta frustrante por momentos. Por un lado, nos presenta un mundo brillantemente construido, en donde todo parece funcionar bajo una lógica sólida, y que de paso nos muestra el tipo de opresión que puede ejercer un gobierno fascista obsesionado con el control y la mentira. Pero por el otro, la trama que el filme desarrolla no es del todo convincente, especialmente considerando lo francamente aburridos que pueden llegar a ser los personajes. El resultado final, entonces, es increíblemente inconsistente, por más de que admire las considerables ambiciones del guion. Un futuro brillante pertenece a un género que no se realiza con frecuencia en el cine latinoamericano, pero que en este caso, lamentablemente no llega a satisfacer del todo.
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