La fuente de la juventud

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Por más de que las dos últimas entregas no hayan sido del agrado de todos los fanáticos, no se puede negar que la saga de Indiana Jones es de lo mejor que se ha hecho en occidente con el cine de aventuras. Tanto así que, año tras año, salen producciones que intentan capturar aquella magia, aquel rayo en la botella que Spielbergo logró encapsular, y muy pocas los logran. Algunas, como el clásico moderno La Momia(1999), de Stephen Sommers, logran obtener una identidad propia así como una fanatizada muy leal, mientras que otras, como las lamentables Sahara (2005) o El código Da Vinci (2006), parecen no entender muy bien qué es lo que la gente disfruta de la franquicia iniciada por Spielberg. Al menos al gran Nic Cage le fue con su duología de En busca del tesoro perdido (2004-2007).

Lo cual me lleva a escribir, por supuesto, sobre la más reciente película de Guy Ritchie (uno de mis cineastas favoritos) para Apple TV+, La fuente de la juventud. No es necesario decir que esta nueva propuesta está claramente inspirada en las icónicas aventuras del personaje interpretado por Harrison Ford, pero como para que no se sienta como una total copia, también incluye elementos del videojuego Uncharted, de las ya mencionadas películas de Disney con Nic Cage, y por qué no, hasta de los filmes de Tomb Raider. El resultado es previsiblemente genérico y sorprendentemente ligero, dejando en claro que Ritchie está fuera de su elemento cuando no trabaja con sus propios guiones (en este caso, el guion estuvo a cargo del prolífico James Vanderbilt).

La película comienza centrándose inmediatamente en su protagonista, el aventurero Luke Purdue (John Krasinski), quien se encuentra en Bangkok robando una pintura invaluable, y siendo perseguido tanto por unos rivales locales, como por una misteriosa mujer llamada Esme (Eiza González). Ya de vuelta en Londres, nos enteramos de que su hermana, Charlotte (Natalie Portman) es la experimentada curadora de un museo, y Luke necesita su ayuda. Resulta que se encuentra trabajando con los antiguos compañeros de su padre, Murph (Laz Alonso) y Deb (Carmen Ejogo), para encontrar la Fuente de la Juventud, aquel mítico lugar que le otorgaría salud y vida eterna a cualquiera que lo encuentre. Y esta vez, tienen la ventaja de ser financiados por el billonario Owen Carver (Domhnall Gleeson), quien está muriendo de cáncer.

Resulta, pues, que una serie de pintores clásicos escondieron pistas en su obras, las cuales deberían llevar a cualquiera que las descifre a la mítica Fuente, y es por eso que Luke necesita la ayuda de Charlotte. Pero como se deben imaginar, cumplir con su misión no es tarea fácil. No solo están siendo investigados por la Interpol, liderada por el Inspector Jamal Abbas (Arian Moayed), si no que también resulta que la ya mencionada Esme es parte de una sociedad secreta dedicada a proteger la Fuente, y evitar que cualquiera la encuentre. Nuestros protagonistas deben evadir a estos personajes, entonces, mientras viajan por todo el mundo, siguiendo las pistas dejadas por los clásicos artistas, y metiéndose de lleno en un mundo de conspiraciones, claves secretas, y mazmorras misteriosas.

Lo único que debe hacer este tipo de películas es entretener con una mezcla de acción, intriga y referencias históricas, y eso es precisamente lo que hace La fuente de la juventud… hasta cierto punto. Se trata, pues, de una cinta que hace lo mínimo indispensable, sintiéndose más como una mescolanza de referencias a filmes superiores y más antiguos, que como una propuesta verdaderamente original. Nadie dice que no se puedan inspirar en los clásicos, pero entre la inspiración y la copia hay una línea muy delgada, y La fuente de la juventud, lamentablemente, tiene un pie en cada lado de dicha división. Por ejemplo, el Luke de John Krasinski tiene la misma personalidad y hasta un vestuario similar al Nathan Drake de Uncharted, y buena parte del desarrollo de la narrativa —especialmente hacia el final de la película— me hizo recordar muchísimo a Indiana Jones y la última cruzada(1989).

No obstante, La fuente de la juventud no carece de elementos entretenidos. La relación entre Luke y Charlotte, por ejemplo, es creíble, con el primero siempre tratando de convencer a la segunda de arriesgarse, de no ser aburrida, de meterse en una aventura. Las secuencias de acción, aunque breves, están dirigidas con aplomo, haciendo uso, en algunos casos, de interesantes planos de Drone o movimientos de cámara bien pensados. Y aunque no se trata del proyecto más fantástico perteneciente a este subgénero, los efectos visuales son bastante buenos, especialmente cuando ya toca llegar al clímax de la historia. Tengan en cuenta, además, que La fuente de la juventud no exige una suspensión de la incredulidad tan gigante como las dos últimas entregas de Indiana Jones, lo cual ya es un punto a su favor.

Además, la película tiene la ventaja de contar con un reparto impresionante. Como Luke, John Krasinski es carisma puro, por más de que su personaje sea más un arquetipo delineado con brocha gorda que un ser humano completamente creíble. Su química —fraternal— con Natalie Portman funciona, y sus interacciones ligeramente flirteantes con Eiza González resultan divertidas. Por su parte, a Portman se le ve menos perdida acá que en otros blockbusters, aunque sí me frustra que cierta línea argumental relacionada a su hijo (un pródigo de la música interpretado por Benjamin Chivers) y su ex esposo, Harold (Daniel DeBourg) quede en nada. A Domhnall Gleeson no se le exige mucho, Eiza González podría interpretar a este tipo de chica aguerrida mientras duerme, y Stanley Tucci no tiene más que un cameo (aparece en una sola escena).

Lo que más me sorprende de La fuente de la juventud, en todo caso, es que no se siente mucho como una película de Guy Ritchie. De forma similar a su trabajo en el remake de Aladino, la dirección de Ritchie en este filme es algo genérica, poniendo en evidencia con muy poca frecuencia las herramientas estilísticas que tanto le gustaba utilizar en trabajos previos. Además, a diferencia de sus producciones más famosas, La fuente de la juventud carece de energía, de aquella sensación de rebeldía que le hubiese permitido obtener una identidad propia, o al menos más identificable. Al menos el guionista James Vanderbilt (perteneciente a la influyente y millonaria familia Vanderbilt de los Estados Unidos) parece haberse divertido, incluyendo un plot point en su guion que involucra a uno de sus distinguidos ancestros.

La fuente de la juventud no es la peor película de aventuras que jamás haya visto, pero considerando su director y reparto, ciertamente esperaba más. Esperaba algo más enérgico, estilizado y diferente, y no un filme meramente competente que sí, resulta encantador por momentos, y sí, nos permite ir por varias locaciones interesantes a lo largo y ancho del planeta, pero nada más. Krasinski no es un mal héroe, y sorprendentemente él y Portman son creíbles como hermanos, pero ni ellos logran convertir a La fuente de la juventud en algo verdaderamente memorable. Mientras comenzaba la película, pensaba que me hubiese encantado ver una propuesta como esta en el cine. Pero al terminarla, me di cuenta inmediatamente de porqué terminó saliendo directamente en una plataforma de streaming.

Avance oficial:

60%
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