Ella: una visión diferente del romance

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Si hay algo que definitivamente se puede decir de Ella, la más reciente producción de Spike Jonze, es que es una película original. Cuando últimamente todo lo que se ve en los cines son remakes, adaptaciones de libros, adaptaciones de video-juegos, secuelas, precuelas, reboots y demás, siempre es refrescante ver algo verdaderamente… original. Único. Algo que simplemente no pertenece a una franquicia y que por consiguiente no se siente demasiado familiar. Ahora, no estoy diciendo que Ella es una obra maestra ni la mejor película que jamás haya visto–simplemente admiro la manera en que Jonze toma riesgos con su película.

La historia se desarrolla en un futuro muy cercano, el cual está recreado de manera verosímil y nos presenta con situaciones muy plausibles. Theodore (Joaquin Phoenix) se dedica a escribir cartas a mano–bueno, no realmente a escribirlas, si no más bien a dictar su contenido a una computadora, la cual recrea la letra a mano, o al menos algo que se parezca a ella. Se trata de un individuo tímido, no necesariamente antisocial, pero si alguien que mantiene pocas amistades – entre ellas a Amy (Amy Adams) y a Paul (Chris Pratt), quien trabaja con él – y trata de evitar relaciones. Esto puede ser debido a que está pasando por un duro divorcio–su esposa, Catherine (Rooney Mara), se está separando de él después de una intensa relación. Pero un día Theodore decide comprar e instalar un nuevo sistema operativo–un «personal OS», la inteligencia artificial más avanzada que existe en el mercado. Nuestro protagonista decide darle una voz de mujer, y es así como nace Samantha (voz de Scarlett Johansson.) Al principio Theodore no sabe como interactuar con esta voz sin cuerpo que le puede hablar de cualquier aparato electrónico que posea y que puede leer todos sus correos, pero poco a poco se van relacionando mejor–hasta incluso desarrollar algo que podría llamarse un romance.

 

Los temas y las preguntas que la película propone han sido algo comunes en la ciencia-ficción desde hace años, pero cabe mencionar que no han sido muy exploradas últimamente en el cine. Estas incluyen el «¿qué pasaría si es que la humanidad llega a desarrollar una inteligencia artificial igual de potente o más que la humana?» o el «¿es posible desarrollar una relación con una inteligencia artificial que carece de cuerpo»? Son preguntas fascinantes que bajo un peor director hubieran resultado en un producto final cursi y poco serio, pero que felizmente Jonze toca con delicadeza y seriedad. Bueno, a veces demasiada seriedad…

Puesto que uno de los problemas que sí encontré con la película es que se toma demasiado seriamente a sí misma, incluso en momentos que hicieron que la mayoría de los espectadores en la sala de cine se murieran de risa. Tenemos, por ejemplo, la escena en la que Theodore y Samantha tienen una suerte de sexo por teléfono–o en tal caso sexo auditivo o algo así. La reacción orgásmica al acto por parte de Samantha me pareció un poco exagerada, especialmente teniendo en cuenta que es en esta parte de la película que ella recién está comenzando a entender lo que significan los sentimientos y la sensaciones, y porque, como muy bien mencionó mi enamorada después de ver el filme, ella carece de cuerpo y se dedica a mencionar actos… bueno, bastante corporales. De repente hubiera sido interesante desarrollar la sexualidad (o la falta de la misma) de este ente artificial de manera más gradual. (Y no sólo en una sola escena.)

 

Sin embargo, eso no quiere decir que Samantha no sea un personaje fascinante. Todo lo contrario, es interpretado a la perfección por Scarlett Johansson, quien logra crear de manera impresionante a un personaje verdaderamente tridimensional usando únicamente su voz. Lo hace creíble, lo hace sonar humano, y lo hacer sonar complicado. Realmente nos creemos no sólo el que Samantha sea un ente sintético, sino también el hecho de que va desarrollándose, va cambiando, va sintiendo sentimientos cada vez más humanos, y eventualmente cambia de tal manera que trasciende lo humano. No quiero revelar necesariamente todo lo que sucede a lo largo del filme–solo basta con decir que la conclusión de la relación entre Samantha y Theodore es algo complicada y obtusa–yo diría que hasta demasiado. Hubiera ayudado el ser más claros.

Joaquin Pheonix interpeta a Theodore de manera tímida pero jamás antisocial. Es un hombre algo raro, pero lo bueno es que jamás lo convierte en un estereotipo–es capaz de relacionarse con gente, pero simplemente no decide hacerlo, de repente porque no considera que sea muy bueno en eso, o de repente porque sigue afectado por el rompimiento con su esposa. Se trata de una actuación realmente buena–creíble, tridimensional y muy emocional. Las actuaciones secundarias son también efectivas–Amy Adams interpreta a una chica normal, probablemente igual de tímida que Theodore. Me gustó el poco maquillaje que usaba y su vestuario conservador. Chris Pratt es gracioso como Paul, y Olivia Wilde resalta como una potencial novia de Theodore; me hubiera gustado ver más de ella. Rooney Mara es un poco desperdiciada en un papel bastante corto, aunque la conversación que tiene con Theodore mientras firman los papeles del divorcio deja una gran impresión.

 

Algo que no se puede negar es que la película es una maravilla visual. El uso de los colores cálidos – como el rojo o el naranja -, la fotografía de escenas durante el ocaso, con la luz del sol dándole al lente de la cámara y las grandes vistas de la ciudad – aparentemente Los Ángeles se va a ver como Hong Kong en el futuro – le dan una estética visual memorable a la película. El diseño de vestuario también me llamó la atención–aparentemente trabajaron bajo la premisa de que la moda es cíclica (la cual es cierta), por lo que al parecer en unos años usaremos pantalones hasta la cintura y blusas estilo abuelita. Según mi enamorada, sólo a Joaquin Phoenix le quedaban bien los pantalones tan altos.

Ella me fascinó por momentos gracias a la manera en que manejó su peculiar historia, pero a la vez me frustró porque se tomaba demasiado en serio por partes, incluso en escenas que claramente podían resultar chistosas. Además, y aunque no quiero revelar los giros que toma la trama durante su tercer acto, se sintió que algunas cosas pudieron ser explicadas de mejor manera, o que de repente hubieran podido ir por otro camino para evitar complicaciones o explicaciones demasiado obtusas. Sin embargo, no puedo negar que en general se trata de una buena película–excelentemente actuada, visualmente espectacular, pero más que nada, inteligente. Muchas películas de ciencia-ficción recientes se contentan con presentar explosiones, persecuciones entre naves y enfrentamientos con pistolas láser. Por ende, es simplemente refrescante el experimentar un filme del género con mayores ambiciones. Recomendable.

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