Alien Covenant

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Muchos fanáticos de la saga de “Alien” se sintieron decepcionados por “Prometeo”, la supuesta precuela o “spin-off” de la primera película. Mucho se ha dicho y escrito sobre su guión irregular, lleno de personajes que toman decisiones estúpidas y diálogo pseudo filosófico; o sobre el hecho de que no se sentía tanto como una película de “Alien”, si no más como una reflexión sobre la mortalidad y la creación de la vida, con una que otra referencia a cintas previas de la franquicia.

Bueno pues, al parecer el director Ridley Scott ha querido corregir algunos de los errores cometidos en “Prometeo” con “Alien Covenant”, y el resultado final es… sorprendentemente, igual de irregular que la película anterior. Sangrienta, intensa, y en muchos aspectos similar al filme seminal de 1979, “Alien Covenant” es una maravilla visual, que desgraciadamente no logra convencer del todo a nivel de guión. Ridley Scott no es el problema de la franquicia, y dudo que vaya a serlo algún día; lo que el venerable cineasta necesita hacer es conseguirse mejores guionistas.

“Alien Covenant” se lleva a cabo diez años después de “Prometeo”, y cuenta la historia de la tripulación de la nave colonizadora “Covenant”, la cual se dirige a un planeta lejano, el cual se supone puede mantener vida inteligente. La nave lleva consigo más de dos mil colonizadores, así como un grupo de profesionales que ayudarán a que la colonización se lleve a cabo. De estos, los más importantes son Daniels (Katherine Waterston, de Criaturas Fantásticas y Dónde Encontrarlas), la experta en terraformación; el segundo en comando, Oram (Billy Crudup); el piloto Tennessee (Danny McBride), y por supuesto, el infaltable androide, esta vez llamado Walter, y una vez más interpretado por el siempre genial Michael Fassbender.

Es en camino a este nuevo planeta que la nave sufre un accidente, y durante el caos, nuestros protagonistas reciben una misteriosa señal (aparentemente humana), proveniente de un planeta cercano con potencial. Curiosos de lo que podrán encontrar en dicho planeta, la tripulación decide dirigirse a este mismo en el Covenant. Pero lo que no saben es que encontrarán horrores más allá de su imaginación, así como un par de respuestas (tanto satisfactorias como decepcionantes) relacionadas a los eventos de “Prometeo”.

Si el final de “Prometeo” prometía un intrigante futuro para la doctora Elizabeth Shaw (Noomi Rapace) y el androide David (Fassbender), dedicados a encontrar tanto el mundo de los Ingenieros (creadores de los seres humanos) como respuestas a sus filosóficas interrogantes, “Alien Covenant” decide tirar todo esto a la basura. Claramente la película no trata sobre el personaje de Rapace, y una vez que se entera de su eventual destino, uno no puede evitar sentirse ligeramente decepcionado. Disfruté de la manera en que el personaje de David es caracterizado en la película (coherente con lo visto en su predecesora), pero a la vez, sentí que los eventos —y la historia de trasfondo de “Convenant”—hacen de “Prometeo” una historia casi sin sentido.

Narrativamente hablando, la cinta es como una suerte de mezcla entre “Prometeo” y una película de ciencia ficción y terror estilo serie B. Tenemos, por ejemplo, las reflexiones filosóficas del primero (especialmente cada vez que vemos a Fassbender en pantalla), pero también las secuencias de sangre y terror de lo segundo. Es una mezcla algo desconcertadora, como si Scott no estuviese seguro de a quién quiere complacer —a los fanáticos de su filme anterior, o a los fanáticos de las dos primeras películas de la saga. El diálogo sobre el propósito de la vida y la inutilidad de los humanos en comparación a los androides y los sublimes xenomorfos se siente fuera de lugar en comparación a las escenas de matanza y tripas.

Al igual que “Prometeo”, la película, desgraciadamente, está llena de personajes supuestamente inteligentes que cometen errores muy estúpidos. Los únicos que se salvan son la Daniels de Waterston (más que nada porque es, básicamente, una pseudo Ellen Ripley), el Tennessee de McBride, y por supuesto, los droides de Fassbender. El resto de personajes carecen de personalidad, intelecto o carisma. Una secuencia en particular, donde una de las tripulantes se tropieza con sangre, dispara al techo, y bloquea una puerta con su pierna mientras trata de escapar del intimidante Xenomorfo, es particularmente frustrante.

La película está llena de momentos así; personajes que se acercan a un huevo alienígena sin usar un casco; científicos que visitan un planeta desconocido sin usar su traje protector, lo cual los lleva a infectarse y eventualmente contagiar al resto del equipo con la plaga vista en “Prometeo” (o al menos una versión “mejorada”); médicos que no saben realizar bien el proceso de cuarentena, y más. Es difícil identificarse con personajes (especialmente cuando se supone son científicos o al menos profesionales capacitados), cuando se comportan igual que los protagonistas adolescentes de unslasher ochentero. Freddy Krueger y Jason Vorhees se sentirían como en casa en “Alien Covenant”.

Visualmente, “Alien Covenant” es impresionante, pero esto no debería sorprender a estas alturas del partido; si hay algo que Ridley Scott no ha perdido a lo largo de los años, es su ojo para desarrollar composiciones visuales interesantes e impactantes. Por otro lado, el filme agarra mejor viada durante su tercer acto; la tensión aumenta, y el Xenomorfo hace su aparición triunfal, tal y como se ve en los trailers (razón por la que no considero un “spoiler” mencionarlo). Scott dirige las secuencias de acción y suspenso con aplomo, realmente extrayéndoles toda la tensión posible. Siendo honesto, “Alien Covenant” no me dio nada de miedo, pero sí bastante asco (consideren algunos de los momentos más sangrientos de los trailers), y me mantuvo al filo del asiento durante sus escenas de carácter monstruoso.

Katherine Waterston, con su “baby face” y actitud tanto frágil como valiente, es convincente como la Ellen Ripley de esta película. Me gustó la transformación del personaje a lo largo de la historia, de terraformista simpática y algo tímida, a heroína intensa.

No obstante, quien verdaderamente se roba la película es Michael Fassbender; sin él, “Alien Convenant” se viene abajo. Las escenas en las que interpreta tanto a David (el androide de “Prometeo”) como Walter son verdaderamente fascinantes, clases maestras de cómo transmitir sensaciones solo con expresiones faciales y sutiles diferenciaciones en tonos de voz, en pronunciación. El hecho de que haya sido capaz de desarrollar dos personajes tan similares pero a la vez tan diferentes, especiales para la trama y, apropiadamente, más interesantes que los humanos a pesar de ser androides, es verdaderamente espectacular.

“Alien Covenant” se siente, por momentos, como una película cuyo guión pasó por demasiadas manos (curiosamente, lo mismo pasó con “Prometeo”, si no pregúntenle a Jon Spaiths). Es tanto una secuela de “Prometeo”, como una precuela de “Alien”, y una historia sobre personajes nuevos. Trata de postular preguntas filosóficas sobre la creación y el valor de la vida, pero también trata de ser una película de muertes asquerosas y sangre por doquier. Por ende, al tratar de hacer demasiado, no termina de convencer del todo. “Alien Covenant” funciona como filme de monstruos tipo serie B, pero considerando tanto el pedigrí de su director, como el de la franquicia, definitivamente pudo ser algo más.

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