Por momentos, mientras veía “El hijo”, dirigida y coescrita por Florian Zeller (y basada en su propia obra de teatro, del mismo nombre), me costaba creer que había sido realizada por el mismo equipo responsable por “El padre”. Mientras que aquella película, protagonizada por Anthony Hopkins (quien además ganó el Óscar gracias a ella) conmovía gracias a su delicada y verosímil exploración del Alzheimer, “El hijo” se siente melodramática y manipuladora. Es un filme de buenas intenciones, y tiene uno que otro momento brillante, pero en general, no le llega ni a los talones a la propuesta anterior de Zeller.
Hugh Jackman interpreta a Peter, un abogado exitoso que vive en Nueva York con su pareja, Beth (Vanessa Kirby). Acaban de tener un bebé, y la segunda pasa los días en casa cuidándolo, mientras el primero se dedica de lleno a su trabajo. Las cosas se tornan incluso más complicadas, sin embargo, cuando la ex esposa de Peter, Kate (Laura Dern) le cuenta que su hijo adolescente, Nicholas (Zen McGrath) la está pasando mal: ha dejado de ir al colegio por varias semanas, y parece estar pasando por un cuadro de depresión. Preocupado, Peter deja que el chico se mude ahora con él y con Beth, dándose cuenta gradualmente de lo mal que está… pero teniendo dificultades a la hora de lidiar con él directamente.
Vale la pena aclarar que no siento que “El hijo” sea una película problemática o malintencionada. No creo que traten mal el tema de la salud mental, ni que nos muestren la depresión de manera errada. El problema principal de la película es que, a diferencia de “El padre”, no tiene como protagonista al personaje que sufre de la enfermedad. Aquella película nos ponía en los zapatos de un hombre mayor con demencia senil; en “El hijo”, experimentamos la depresión desde la perspectiva del padre de quien la sufre, lo cual resulta en una experiencia bastante menos emotiva, que no ayuda a que conectemos del todo con Nicholas. Es un defecto que tiene varias repercusiones, desgraciadamente, tanto a nivel narrativo, como emocional.
Porque algo que también me llamó la atención de la película, es la manera tan fallida en la que tanto Peter como Kate (y hasta Beth) tratan de lidiar con los problemas de Nicholas. Por momentos, pareciera que ninguno de ellos supiese nada sobre la depresión, lo cual es curioso, considerando que, por lo que se ve en pantalla, son gente de privilegio, recursos y, asumo, buena educación. Por ende, muchos de los problemas por los que pasan, podrían haber sido evitados con anticipación si contactaban antes a un psiquiatra. Entiendo que es una queja que me lleva a conjeturas sobre lo que PODRÍA haber pasado y no sobre lo que PASA, pero esto sucede, precisamente, porque los personajes nunca llegan a convencer. “El hijo” quiere dar a entender que Peter es un padre amoroso y preocupado; lleno de defectos, pero BUENO. No obstante, considerando sus acciones, siento que ese no es el caso, necesariamente.
Eso sí, vale la pena admitir que “El hijo” tiene bastante qué decir sobre las relaciones entre padres e hijos, y sobre como sus interacciones pueden ser cíclicas, cada generación repitiendo los mismos errores que cometieron las anteriores. Esto se hace evidente en una escena entre Peter y su padre (interpretado por Anthony Hopkins, en lo que se podría considerar un cameo); este último demuestra ser una persona terrible, poco preocupada por su hijo, e incapaz de admitir sus errores del pasado. Peter, por ende, está preocupado de estar haciendo lo mismo con Nicholas, lo que lo lleva a cometer varios errores nuevos (y en algunos casos, fatales). Consideren, si no, una frustrante escena entre Peter, Kate, Nicholas y su psiquiatra, el Doctor Harris (Hugh “Capitán Panaka” Quarshie). Nuevamente; llama la atención que esta gente sepa tan POCO sobre salud mental (aunque quizás esto también nos dice mucho sobre como funciona la sociedad norteamericana contemporánea).
Por otro lado, y como se mencionó líneas arriba, “El hijo” puede llegar a ser increíblemente manipuladora. No tanto hacia el inicio, cuando la relación entre Nicholas y sus padres es presentada con delicadeza, si no más bien hacia el final. Apenas alguien menciona que hay una pistola en casa, cualquier espectador con algo de experiencia cinematográfica podría comenzar adivinar el final… el cual, evidentemente, termina siendo increíblemente previsible. Pero fuera de eso, “El hijo” cuenta con una penúltima escena increíblemente manipuladora, que más bien se sintió como parte de una peor película, telenovelesca y torpe. Es como si Zeller nos estuviese diciendo: “¡Lloren, por favor, ¡LLOREN!”. Al menos para su servidor, no funcionó en lo absoluto, y de hecho me dejó un poco fastidiado.
De las actuaciones, al menos, no me puedo quejar. Hugh Jackman da una interpretación sólida y tridimensional, otorgándole una palpable vulnerabilidad a Peter, un hombre profesionalmente exitoso, pero lleno de dudas respecto a su vida familiar. Vanessa Kirby, por su parte, destaca como Beth (por más de que no tenga TANTO qué hacer), y Laura Dern está excelente como siempre, interpretando a Kate como una mujer de buenas intenciones, pero que se siente perdida cada vez que tiene que interactuar con su hijo. (Además, da gusto, al menos, ver una película donde una ex pareja se lleva bien, demostrando, incluso, algo de respecto y cariño el uno hacia la otra; ¡necesitamos más relaciones así en el cine!). Y como Nicholas, Zen McGrath tiene el poco envidiable trabajo de interpretar a un chico depresivo, suicida y manipulador. Es un rol complejo, y McGrath logra otorgarle algo de humanidad.
Me da pena que “El hijo” no haya logrado estar a la misma altura que el trabajo previo de Zeller. Por más de que esté llena de buenas intenciones y excelentes actuaciones, el filme no llega a cuajar, gracias a sus personajes frustrantes, escenas de manipulación emocional (especialmente hacia el final), y poco interés en profundizar en el personaje de Nicholas. Es una pena, porque se nota que Zeller y compañía querían hacer algo de valor, y que le tienen mucho respeto a los temas de la salud mental, la depresión y el suicidio. No obstante, las buenas intenciones no fueron suficientes, y el resultado final terminó siendo increíblemente decepcionante. Espero que Zeller logre aprender de esta experiencia y se recupere con su siguiente película; lo ideal sería que haga algo más parecido a “El padre”, y no tanto a “El hijo”.
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