Megalodón

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“Pensé que sería peor”. Sé que no es el mejor cumplido que le puede dar alguien a una película, pero fue lo primero que pensé al terminar de ver “Megalodón”, el más reciente blockbuster protagonizado por Jason “El Transportador” Statham. Intensa y ridícula, la película sirve como entretenimiento descerebrado, de esas cintas que mucha gente describe como “una en la que tienes que dejar tu cerebro al entrar por la puerta del cine”. Está competentemente dirigida y los efectos visuales son impresionantes, pero si no termina de convencer, es precisamente porque debió ser incluso más absurda; con un título como “The Meg” en inglés, el filme debió ser más “Deep Blue Sea”, y menos “Copia barata de Tiburón con inversionistas chinos”.

Después de todo, la campaña de márketing de “Megalodón” ha sido brillante, razón por la cual, al menos parcialmente, ha sido tal éxito de taquilla. Los trailers y los afiches (“Opening wide”) han vendido la cinta como un ejercicio de ridiculez al más puro estilo del canal Syfy, algo similar a producciones con títulos como “Mega Shark vs Giant Octopus” o, por supuesto, “Shark Attack 3: Megalodón”. Ese, desgraciadamente, no es el caso. Sí, “Megalodón” acepta, de cuando en cuando, lo verdaderamente ridícula es que es su premisa (especialmente hacia el final de la historia), pero no con la suficiente frecuencia. La película entretiene, de eso no hay duda, pero hubiese podido ser incluso más divertida si es que no se tomase en serio a sí misma en ciertos momentos.

El hecho de que quiera trata de imitar a “Tiburón”, todavía la mejor película sobre aquel animal marino hasta el momento, definitivamente no ayuda. Consideren, si no, la escena de la playa durante el tercer acto, la cual un poco más e incluía letreros de neón con la palabra “Spielberg” en mayúsculas. Planos desde el punto de vista del tiburón, gente escapando de la criatura, gritos por doquier… si los dos primeros actos de “Megalodón” trataban, al menos hasta cierto punto, de otorgarle una identidad propia a la cuestión (algo confusa, e innecesariamente enredada, pero propia al fin y al cabo), el director Jon Turtletaub (“En busca del tesoro perdido”) y su equipo se dejaron llevar por los homenajes con sus escenas finales, permitiéndole al espectador recordar mejores películas mientras ven esta nueva propuesta.

La trama tiene como protagonista a Jonas Taylor (Statham), un retirado experto en rescates marítimos que, luego de sufrir un accidente que cobró la vida de dos de sus mejores amigos, decidió mudarse a Tailandia a tomar y sufrir. Pero como suele pasar en este tipo de películas, una situación peligrosa lo obligará a volver a la andanzas: su ex esposa ha sido atacado por algo en plena operación de investigación, y luego de que Taylor la rescata, descubren algo terrible: un Megalodón, o mejor dicho, un tiburón prehistórico gigante.

Luego de regresar al Mana Uno, un centro de investigación en medio del mar, a unos cuantos kilómetros de la costa china, conoce al equipo que terminará ayudándolo a buscar esta nueva criatura: su viejo amigo, Mac (Cliff Curtis, por fin con su acento neozelandés nativo); una hermosa científica china llamada Suyin (Li Bingbing); su padre, el Dr. Zhang (Winston Chao); el Dr Heller (Robert Taylor); y el principal inversionista de la operación, el multimillonario Jack Morris (Rainn Wilson). Juntos, tratarán de encontrar al “Megalodón” antes de que ataque a más gente, pero como pueden imaginarse, dicha tarea no será tan fácil de ejecutar.

Uno de los mayores problemas de “Megalodón” es que, considerando el material, debió tener una calificación para mayores de 18 años. De hecho, según lo que Statham ha declarado en algunas entrevistas, fue filmada de esa manera, para luego ser “suavizada” en el proceso de posproducción. Excelente decisión desde un punto de vista económico, pero pésima desde una perspectiva creativa. “Megalodón” se siente censurada, como si estuviese dispuesta a enseñar violencia, pero a medias. Los ataques del tiburón no se sienten tensos ni dan miedo porque no vemos las consecuencias de los mismos, y el filme carece de un sentido de explotación que, usualmente, uno encuentra en este tipo de películas de monstruos prehistóricos. Entiendo que querían llegar a la mayor cantidad de público posible, pero no todas las historias necesitan ser disfrutadas por menores de edad.

Además, fuera de un par de one-liners, “Megalodón” carece de un sentido del humor, lo cual llama la atención, considerando lo absurda que es la narrativa. Ser autoreferente no hubiese ayudado a que la cinta sea considerablemente mejor, necesariamente, pero definitivamente hubiese aumentado la sensación de diversión. Ver la cara de molesto de Statham nunca me cansará, ni verlo tratar de matar a un tiburón gigante; pero como las mejores películas de La Roca (como la reciente “Jumanji: en la selva”), un tono más ligero hubiera contribuido a que la historia no se sienta tan forzada.

En todo caso, Turtletaub es capaz de desarrollar un par de secuencias realmente tensas, entre las cuales se encuentran el primer encuentro entre una niña y el tiburón, así com una persecución marítima entre un Statham en wetsuit y el monstruo. Los efectos especiales, además, son muy competentes, y un par de escenas me recordaron a la interpretación de Otoh Gunga (la ciudad de los Gungans, como Jar Jar Binks) de George Lucas, en “La Amenaza Fantasma”. Se puede deber a que los submarinos pequeños que Statham y compañía manejan en la película, se asemejan mucho al transporte marino que utilizan Qui-Gon Jinn, Obi-Wan y Binks en aquel episodio de “Star Wars”. (Y sí, me atrevería a decir que el Episodio I es superior a “Megalodón”).

Al igual que “Rascacielos”, “Megalodón” es un producto hecho para el mercado internacional, lleno de actores chinos porque una empresa china invirtió en el producto, y dependiente más de la acción y las explosiones que de una narrativa coherente, para que la cinta resulte fácil de entender en cualquier idioma. No se trata de un objetivo inherentemente negativo, pero si uno va a hacer una película sobre un tiburón gigante prehistórico, realmente ayudaría, también, el no tomársela demasiado en serio; los intentos de generar drama (consideren la “trágica” muerte de cierto personaje en un bote) no podrían ser más en vano. “Megalodón” no está tan mal como varios críticos han manifestado —admito que no me aburrió—, pero una cinta más sangrienta, más intensa, y con un tono más ligero, hubiera tenido una mejor mordida.

 

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