Space Jam: Una Nueva Era

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Por más de que soy el primero en admitir que la primera “Space Jam” no es ninguna obra maestra, no puedo evitar recordarla con mucho cariño. Es una de esas películas que vi decenas de veces en VHS cuando era niño, ya sea solo, con amigos o incluso con mi familia. No, Michael Jordan no es un gran actor (ni está cerca de serlo), y en términos generales, se podría considerar a la película entera como un gran comercial, lleno de product placement y caracterizaciones que no son 100% fieles a las caricaturas que la inspiraron. Pero a la vez, se trata de un filme encantador, con grandes momentos de humor, excelentes efectos especiales, y una banda sonora memorable.

En pocas palabras: es fácil darse cuenta por qué tantos niños de mi generación nos terminamos enamorando de “Space Jam”. Y por ende, también es fácil darse cuenta por qué a una secuela le costaría muchísimo trabajo ganarse a los fanáticos de su predecesora. No obstante, es ahí, también, donde radica uno de los retos más interesantes de una producción de ese tipo: a qué público apuntar. ¿Tratará de apelar a los niños noventeros, ahora adultos, que recuerdan la primera cinta con cariño, o a los niños de ahora, quienes no son fanáticos de los Looney Tunes, necesariamente? Curiosamente, “Space Jam: Una Nueva Era” parece estar tratando de hacer ambas cosas, y el resultado final es… irregular, si es que queremos ser amables.

“Space Jam: Una Nueva Era” tiene como protagonista, como ya deben saber, a la estrella de básquetbol LeBron James, interpretando a una versión ficcionalizada de sí mismo. Lo que acá tenemos es un deportista que le exige muchísimo a sus hijos, especialmente a su hijo menor Dom (Cedric Joe), quien a pesar de tener algunas habilidades con el deporte, en realidad prefiere la tecnología, habiendo incluso creado su propio videojuego. Es más o menos por eso, de hecho, que LeBron y Dom terminan en las oficinas de la Warner Bros., en donde unos ejecutivos le ofrecen participar de un nuevo proyecto: su más avanzado algoritmo ha desarrollado una tecnología llamada Warner 3000, la cual le permitiría ser insertado en cualquier película que se imaginen, para convertirlo en imagen de la impresa.

A LeBron (entendiblemente) le parece un mala idea, y la rechaza, lo cual termina ofendiendo al ya mencionado algoritmo, quien en realidad se comporta más como una inteligencia artificial. Es así que Al G. Rhythm (Don Cheadle) captura a James y su hijo, encerrándolos en el ServerVerse de la Warner Brothers, y obligándolos a jugar un partido de básquetbol para poder escapar. Lógicamente, para poder ganar, nuestro protagonista busca la ayuda de los Looney Tunes, liderados por Bugs Bunny (Jeff Bergman), quienes formarán un equipo que participará no en un partido normal de básquet, si no más bien en uno basado en el videojuego desarrollado por Dom.

La mejor idea presentada por “Space Jam: Una Nueva Era” es la de insertar una motivación muy personal para LeBron. Mientras que Michael Jordan era quien tenía que ayudar a los Looney Tunes para que no sean esclavizados, acá son los Tunes quienes tienen que ayudar a James, quien simplemente quiere salvar a su hijo y regresar a casa. Esto se siente más fiel a las caracterizaciones de los personajes animados, y le otorga un componente emotivo al filme que simplemente estaba ausente en su predecesor. Sí, el mensaje central de “sé fiel a ti mismo” es estereotípico y es presentado con la sutileza de una bomba nuclear, pero al menos logra otorgarle una dimensión adicional a la película.

Desgraciadamente, el resto del guion —escrito por seis personas (¡¡¡!!!)— no logra convencer del todo. El mayor problema, de hecho, es que el foco de la historia no está en los Looney Tunes en sí, quienes cuentan con muy pocos momentos para brillar (y otros donde simplemente están mal utilizados; ¡nunca más quiero ver a Porky Pig rapear!). El que “Space Jam: Una Nueva Era” se lleve a cabo en un servidor de la Warner Bros. tiene como consecuencia una serie de apariciones especiales por parte de todo tipo de personajes de dicha empresa; de hecho, hay todo un montaje en donde LeBron tiene que buscar a los Tunes en diferentes “mundos” pertenecientes a distintas franquicias famosas. Por ende, uno termina viendo al Coyote y el Correcaminos metidos en “Mad Max: Furia en el Camino”, o a la Abuelita y Speedy González en la primera “Matrix” (por alguna razón).

Básicamente, es así que “Space Jam: Una Nueva Era” termina sintiéndose como un extenso comercial de HBO Max, lo cual se amplifica durante el partido entre el equipo de los Tunes, y el equipo de los Goons. La mitad del público está compuesto por personajes de la Warner Brothers, algunos apropiados para la película —como Scooby Doo y sus amigos, o los Picapiedras— y otros… no tanto. Es realmente surreal ver a gente como Pennywise, los Agentes de “Matrix”, o hasta la monja de “The Devils”, una película TAN controvertida que la Warner no se ha atrevido a sacarla en DVD o Blu-Ray (¡¡¡!!!), haciendo barra atrás de Don Cheadle o LeBron James. Distrae demasiado, y se siente muy fuera de lugar.

No ayuda, además, el que, lógicamente, ninguno de estos personajes esté siendo interpretado por sus actores originales. En el caso de los personajes animados, da lo mismo, pero cuando todo lo que vemos en el fondo es gente disfrazada de personajes conocidos, pero sin parecerse a ellos, haciendo movimientos genéricos de barra… pues digamos que la experiencia termina perdiendo muchísimo legitimidad. De hecho, muchos de estos personajes secundarios actúan más como elementos de fondo, como los que uno encontraría en un videojuego antiguo, con animaciones en bucle que poco o nada tienen que ver con la acción principal. Es realmente extraño —especialmente considerando que los productores decidieron no incluir a Pepe LePew (ok…), pero sí a los Droogs de “La Naranja Mecánica”. Ya saben, unos VIOLADORES adictos a la ULTRA-VIOLENCIA (¡¡¡!!!).

De hecho, creo que esa es una buena manera de describir a “Space Jam: Una Nueva Era”: como una serie de decisiones creativas (o más bien monetarias) inexplicables. Sí, siendo justos, LeBron James es mejor actor que Michael Jordan (lo cual no es un gran logro), y sí, los Tunes tienen algunos momentos hilarantes, especialmente cuando se desenvuelven en un ambiente 2D (una vez que se convierten en modelos en 3D, pierden un poco de gracia). El estilo visual de la película es bastante atractivo, además, por más de que llegue a saturar después de un rato, y Don Cheadle claramente la está pasando bien, sobreactuando de lo lindo como un villano con una motivación más o menos clara, pero una caracterización también errática y, nuevamente, más similar a la de una inteligencia artificial que la de un algoritmo. Son estos los pequeños placeres con los que uno se tiene que contentar a la hora de ver “Space Jam: Una Nueva Era”.

Lo cual es una pena, porque la película tenía el potencial de ser más; esto se ve ejemplificado con el único GRAN chiste que tiene (si creían que verían un cameo de Michael Jordan, pues la respuesta es que sí… pero a la vez no). “Space Jam: Una Nueva Era” podría haber sido verdaderamente genial bajo la dirección de Phil Lord y Chris Miller, por ejemplo; gente un poco más creativa, capaz de utilizar las ambiciones claramente comerciales del producto para desarrollar algo distinto, hasta excéntrico. Pero con una duración excesiva de 120 minutos, harto product placement, y una dependencia ridícula de las propiedades de la Warner Brothers (creanme, el filme ni le llega a los talones a “Ready Player One”), “Space Jam: Una Nueva Era” termina sintiéndose como un producto ocasionalmente entretenido, pero tristemente inferior a su predecesor. La primera “Space Jam” la seguiré viendo de cuando en cuando; esta nueva entrega, la olvidaré después de unas semanas.

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