“Argentina, 1985” es el tipo de película que realmente da gusto de ver en el cine. Se trata de una historia basada en hechos reales, que mezcla elementos de thriller de investigación, con drama y hasta algunos elementos cómicos, para desarrollar una experiencia que podría usarse como la mejor definición de “crowd-pleaser”. Es decir, es un filme que deja satisfechos y contentos a sus espectadores, habiendo hecho que se relacionen con su personajes, apoyando su travesía, siempre pendientes de que las cosas les vayan a salir bien. Se siente como un paquete bien armado, compuesto de un guion que funciona como reloj suizo; un rompecabezas hecho de piezas que calzan perfectamente, sin que falte ni sobre nada.
No obstante, seguro habrá quienes se quejen de la película. Espectadores de inclinaciones más bien conservadoras no estarán felices por como “Argentina, 1985” nos muestra a los militares y sus acciones, o por como se burla de los “fachos” (fascistas) de la época. Evidentemente yo no soy parte de ese público ni estoy cerca de serlo, pero sí me animaría a decir que la historia y sus personajes están presentados de tal manera, que cualquier tipo de espectador debería entender, al menos, de donde parte la historia y la visión que el director Santiago Mitre y sus guionistas le han otorgado. Si su perspectiva política termina por nublar la manera en que perciben la cinta, pues eso es culpa de los espectadores, y no de “Argentina, 1985”.
El filme tiene como protagonista a Julio César Strassera (Ricardo Darín), fiscal de la nación, y encargado de acusar en un juicio histórico a los líderes militares de la dictadura argentina (incluyendo a Jorge Videla) de los setentas. Consciente de que será una batalla larga y difícil, Strassera recibe primero la ayuda de otro abogado, Luis Moreno Ocampo (Peter Lanzani), curiosamente proveniente de una familia de militares y conservadores, así como de un equipo de jóvenes promesas del derecho (ya que los profesionales más experimentados o son muy viejos, o son muy fachos). Un trabajo que ya de por sí se sabía iba a ser difícil, se complica incluso más cuando Strassera y su familia comienzan a ser amenazados, y cuando comienzan a aparecer otros obstáculos en su camino.
Lo que mejor hace “Argentina, 1985”, es mezclar elementos de película de investigación, con un seguimiento muy personal de la vida y las motivaciones de su personaje principal. Sí, buena parte del filme se concentra en la búsqueda de evidencia de las atrocidades cometidas por los militares durante la dictadura, pero nunca deja de lado a Strassera, mostrándonos sus dudas, la relación que mantiene con su familia —una esposa que lo apoya, un hijo menor proactivo y una hija mayor demasiado relajada—, y la forma en que trabaja. Mucho de su personalidad —muy profesional, seria y parca— influye en la manera en que se relaciona con los personajes principales, lo cual resulta en momentos muy humanos, que logran elevar a “Argentina, 1985” y convertirla en algo más que una simple recreación formal de eventos reales.
Lo cual no quiere decir que el aspecto investigativo se deje de lado. De hecho, resulta fascinante ver a Strassera y a su equipo reunir pruebas, viajando de un lado a otro, investigando a diferentes testigos y gente que fue torturada, dándose cuenta de las cosas horribles que hicieron los militares durante la dictadura de Videla. Todo esto culmina de manera increíblemente emotiva durante el juicio en sí, en el que vemos a los testigos hablar sobre cómo eran capturados y torturados, no solo para que den información —que no tenían—, si no también porque los soldados lo disfrutaban. El testimonio de una mujer que fue secuestrada estando embarazada es particularmente emotivo —prácticamente todo el público en la sala de cine a la que fui estaba lagrimeando durante dicha escena.
Y eso es algo que vale la pena destacar, también, de “Argentina, 1985”: que nos muestra el lado humano de estos hechos. Nos muestra no solo a la gente que investiga las atrocidades que se llevaron a cabo durante la dictadura, si no también a la gente que las sufrió. Y por supuesto, nos muestra las consecuencias del querer traerle justicia a estas personas —la paranoia que siente Luis Moreno Ocampo (la utilización de un hombre sospechoso que parece estar siguiéndolo, tanto dentro como fuera del juicio, es brillante), las amenazas que recibe Strassera, y el miedo que sienten algunos testigos por aparecer en el estrado. Todo esto contribuye al tono visceral y verosímil que maneja “Argentina, 1985”, sin llegar a sentirse deprimente o abrumador.
Porque curiosamente, la película logra incluir algunos momentos de humor, lo cual contribuye a la humanidad de sus protagonistas. Después de todo, el humor puede servir para contrarrestar las sensaciones oscuras que se sienten a la hora de hablar con gente que fue secuestrada, torturada y abusada. Consideren, entonces, la escena en la que Strassera intenta pensar en posibles aliados para el juicio, junto a un amigo suyo (un director de teatro), dándose cuenta de que cada uno es más facho que el otro. O la pequeña secuencia en la que entrevistan a diferentes jóvenes, cada uno con looks y diálogos y reacciones bastante graciosas. “Argentina, 1985” es una película seria sobre un tema serio, pero que no tiene miedo de incluir momentos de ligereza.
Previsiblemente, la cinta está llena de actuaciones memorables. Para variar, Ricardo Darín está excelente como Strassera, interpretándolo de manera verosímil y tridimensional. Un personaje que muy bien podría haber sido un estereotípico padre adicto al trabajo, gruñón y de poca paciencia, más bien es transformado en alguien más realista, con miedos propios y una relación compleja con su familia. Por su parte, Peter Lanzani logra desarrollar a Ocampo como alguien de poca experiencia, nervioso pero dispuestos a hacer lo necesario por sacar el juicio adelante. El hecho de que esté acusando a los militares pero que a la vez provenga de una familia de militares, le da una dimensión adicional al personaje. Y aunque los demás personajes tienen roles más pequeños, cada uno tiene personalidades muy bien definidas.
“Argentina, 1985” es una película “importante” que, felizmente, no maneja un tono grandilocuente y que nunca llega a sentirse pretenciosa. En ese sentido, por más de que su nominación al Óscar a Mejor Película Extranjera ya sea prácticamente un hecho, el filme nunca se llega a sentir como “Oscar Bait”. Lo que hace, más bien, es entregarnos una historia muy bien estructurada, emotiva y poblada por personajes que se sienten extremadamente humanos. Y más importante: una historia que mucho tiene que decir sobre la tiranía y los extremos a los que llegan las dictaduras, pero también sobre las consecuencias que pueden (y deben) tener ese tipo de atrocidades cometidas. “Argentina, 1985” es de lo mejor que he visto este año. No importa si es en el cine (le quedan pocas funciones) o en Amazon Prime Video; la cosa es que deben animarse a ver “Argentina, 1985”.
Avance oficial:
- Mi calificación