El último Blockbuster
Las tiendas de video. Si vivieron su infancia en los 80s ó 90s, recordarán lo que era ir a uno de esos establecimientos un fin de semana, acompañados por sus padres o hermanos o primos o amigos, listos para alquilar una película en VHS, quizás acompañada de una bolsa de canchita para microondas. Es más, si se habían portado particularmente bien durante la semana, o si se habían sacado una buena nota en un examen, hasta podrían haber ido a alquilar un videojuego, para consolas como la Super Nintendo o Nintendo 64. Era parte de la cultura del entretenimiento en aquella época, todo un ritual; entrar a la tienda, caminar por los pasillos, ver las carátulas de los videos, preguntarle a los encargados por recomendaciones.
Evidentemente, todo eso se ha perdido hoy en día. El streaming y la piratería online han suplantado la experiencia de la tienda de video. Ahora, en vez de caminar por los pasillos de un Blockbuster Video o un West Coast Video o un Drugstore DVD, uno va cambiando de ícono en ícono en la pantalla de un televisor o laptop o tablet, tratando de decidir qué ver. En teoría, es similar a lo que se hacía antes; igual uno se llega a animar por una película o serie en base a una carátula y una pequeña sinopsis. Pero lo que se ha perdido en la práctica es la parte social de la experiencia; el interactuar con otras personas, moverse, tener conversaciones, ver la reacción de otra gente a los comentarios de ciertos filmes. Puede que suene a nostalgia pura, pero creo que se ha perdido algo muy valioso para la cultura cinéfila, y que por más que sean extremadamente convenientes e instantáneos, no puede ser compensando por los servicios de streaming.
“El último Blockbuster” es un documental que trata de rescatar un poco de esa experiencia. Centrado en la última tienda de videos en existencia perteneciente a la legendaria cadena estadounidense, el filme le dedica buena parte de su metraje a la historia de dicha empresa, pero también al negocio que todavía persiste en Bend, Oregon, y por supuesto, a la gente que trabaja ahí. Es una suerte de oda a esta experiencia súper noventera, y aunque —irónicamente— ha sido estrenada en Netflix (pero solo en la versión estadounidense), debería ser suficiente como para traerle muchos recuerdos a los espectadores que estuvieron vivos durante aquella época. Si lo que buscan es un retrato detallado del crecimiento y la caída de Blockbuster, no lo encontrarán acá. “El último Blockbuster” es un producto un poco más emocional y nostálgico, y no tan centrado en los detalles más bien aburridos o de poco interés para los cinéfilos noventeros.
Como documental, “El último Blockbuster” no es para nada revolucionario. De hecho, el filme consiste principalmente de entrevistas con diversas celebridades, así como la manager del último Blockbuster en Oregon, Sandi Harding. Dichas declaraciones son acompañadas por animaciones, imágenes de los 90s, comerciales, escenas grabadas en la locación del ya mencionado Blockbuster, y hasta un show de títeres inesperado pero muy entretenido. “El último Blockbuster” va directo al grano; se centra en la nostalgia que los entrevistados tienen por la época de las tiendas de video, y en la experiencia que la gente puede tener si es que decide ir a la última tienda en existencia. No hace uso de recursos exagerados o pretenciosos, pero tampoco tiene por qué hacerlo. La cinta se centra en el lado humano de la historia; sus protagonistas, y no tanto en los hechos en los que estuvieron involucrados.
Una figura importante, por ejemplo, es la ya mencionada Sandi. Ella ha sido la administradora del último Blockbuster por años, y hoy en día, lo trata como un negocio familiar, involucrando a sus hijos y sobrinos y amigos de familia. La manera en que ella es retratada es verdaderamente adorable, dando a entender —con mucha evidencia— que se trata de una mujer muy querida en Bend, que se lleva excelentemente con todos sus clientes y amigos, y que probablemente, ella es la razón por la cual la tienda ha podido subsistir por tanto tiempo. Destaca, por ejemplo, una secuencia en donde la vemos yendo a Best Buy a comprar Blu-rays nuevos —en ese caso, el de “Solo: una historia de Star Wars”— para poder alquilarlos en Blockbuster. Claramente es alguien que todavía se toma su trabajo en serio, y que haría cualquier cosa para mantener felices a sus clientes.
Aunque el documental no cuenta con entrevistados de la talla de Quentin Tarantino —quien, siendo justos, hubiese sido ideal para este tema, y hasta es mencionado un par de veces—, quienes sí aparecen hacen un buen trabajo a la hora de contar la historia de Blockbuster —y sus propias experiencias— de manera entretenida. Destacan el director y guionista Kevin Smith (porque aparentemente está dispuesto a aparecer en todos los documentales relacionados a temas cinéfilos o de geeks), la actriz Ione Skye (“Say Anything”), el comediante Jamie Kennedy (quien de joven apareció en varios comerciales de Blockbuster), el actor de voz James Arnold Taylor, y hasta el legendario Lloyd Kaufman (quien no tenía muchas cosas buenas qué decir sobre la conocida corporación). Es una buena mezcla de caras conocidas, cada una con mucho qué decir —a nivel tanto personal como más objetivo— sobre el tema.
Sin embargo, no puedo evitar sentir que, a pesar de que “El último Blockbuster” se centra bastante en la nostalgia que mi generación (y las más antiguas) sienten por la experiencia de ir a una tienda de video, igual pudo haber incluido más información sobre Blockbuster como empresa. Los pasajes relacionados a su rápido crecimiento (¡llegó a tener casi 9000 tiendas en todo el mundo!) y a su eventual declive son muy breves, y hubiese sido genial saber exactamente por qué Lloyd Kaufman odiaba tanto a la empresa (fuera de las malas palabras censuradas que termina diciendo frente a cámaras). Al menos el documental ayuda a confirmar que, efectivamente, Blockbuster tuvo la oportunidad de comprar a Netflix y la rechazó (¡!), pero que la empresa terminó quebrando, principalmente, debido a la crisis económica del 2008. Sin crisis, tal y como dice la narradora Lauren Lapkus, de repente estaríamos viendo ahora “Stranger Things” como un “Blockbuster Original”. Quizás en un universo paralelo…
No obstante, no se puede negar que, fuera de algunos pasajes algo superficiales, “El último Blockbuster” hace un gran trabajo a la hora de generar una respuesta emocional en el espectador. Resulta catártico ver a los entrevistados describir el olor de las tiendas, o el “click” que hacían los estuches de las cintas de VHS al abrirse. Y la sección que describe el fanatismo contemporáneo por esta última tienda funciona para demostrar que, por más de que el streaming esté conquistando el mundo, siempre habrá gente que prefiera los formatos físicos y el componente social de la cinefilia (como su servidor). Ver a diferentes YouTubers y comediantes y gente común y corriente viajar hasta Bend únicamente para conocer este Blockbuster es extrañamente inspirador (y hasta hizo que me dieran ganas de hacer exactamente eso… de repente en unos meses, cuando sea más seguro).
Desde el envío de parafernalia de las películas de Russell Crowe por parte del show de John Oliver (los artículos todavía se encuentran en exhibición en la tienda), hasta la venta de merchandising contemporáneo de Blockbuster, e incluso una pequeña “subtrama” (por así llamarla) relacionada a la renovación de contrato por parte de los dueños de la marca “Blockbuster”, el documental hace un buen trabajo a la hora de entrelazar diversos hilos narrativos, todos relacionados al mundo de las tiendas de video, y la añoranza que toda una generación siente por ellas. Puede que vivamos en un mundo digital, donde todo es instantáneo y conveniente y masivo, pero el poder ir a un lugar físico a decidir cómo se llevará a cabo una noche de cine, nunca perderá su encanto. “El último Blockbuster” es un homenaje precisamente a eso, y un filme que, espero, ayude a que la última tienda de alquiler de películas todavía se quede en Bend, Oregon, por un buen tiempo. Ahora, solo me falta ir a visitarla…
Nota 1: “El último Blockbuster” está disponible en Netflix… pero solo en Estados Unidos. Recomiendo utilizar un servicio de VPN para poder verlo legalmente.
Nota 2: Me tomo la libertad de compartirles un artículo que escribí hace más de cinco años sobre las tiendas de video y la nostalgia por los formatos físicos. Creo que sigue siendo tan relevante hoy en día como cuando recién fue publicado.
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