Manchester junto al mar

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No todo el mundo enfrenta el dolor de la misma manera, especialmente cuando se trata de la muerte de un ser querido. Algunos expresan su sufrimiento externamente, mientras que otros lo interiorizan, rehusándose a verse débiles. Después de un evento traumatizante, el duelo puede afectarlos de distintas maneras —puede ser un catalizador, una motivación para vivir una vida mejor, más plena. Pero a otros los convierte en una cáscara vacía, una pálida imitación de su antiguo yo, sin la habilidad de sentir nada.

Manchester junto al mar es una película sobre el dolor y el duelo, una historia realista y potente, en la que los protagonistas no se sienten como creaciones de un guionista imaginativo. No, estas son personas de verdad, interpretadas magníficamente por un pequeño grupo de artistas en su mejor momento. El director y guionista Kenneth Lonergan (Margaret) desarrolla una historia potencialmente cursi y melodramática de manera sobria y muy emotiva, sin recurrir a tácticas gratuitas de manipulación emocional, o a clichés que convertirían a los personajes en estereotipos andantes.

Antes de adentrarnos más en la película, sin embargo, es necesario hablar sobre su actor protagonista, Casey Affleck. Mucho se ha dicho sobre sus acusaciones de acoso sexual en sets de rodaje, las cuales han sido resueltos fuera de la corte. Es imposible saber si es que el actor es culpable o no de lo que se le acusa, pero considerando la gran cantidad de potenciales testigos que no lo han defendido, y la gravedad de sus crímenes sin confirmar, es casi imposible no sentirse decepcionado por el Premio de la Academia que acaba de ganar.

Es cierto que la estatuilla dorada premia su trabajo como actor en una película, pero más allá de la calidad de su actuación —que es altísima—, el darle un premio de tal prestigio a un supuesto acosador sexual transmite un mensaje muy claro: no importa qué hagas en Hollywood, si eres un hombre blanco y privilegiado, no sufrirás las consecuencias; es más, serás premiado, sin que mucha gente te cuestione (aunque Brie Larson claramente no estaba feliz de darle su estatuilla). La injusticia de esto se hace más evidente cuando consideramos la manera en que la carrera de Nate Parker —protagonista y director de The Birth of a Nation— fue destruida debido a una serie de acusaciones similares. A diferencia de Affleck, Parker es afroamericano.

Sobre la vida privada de Affleck no diré más. Manchester junto al mar nos cuenta la historia de Lee Chandler (Affleck), un portero y trabajador de mantenimiento que vive en Boston. Un día, recibe una llamada desde Manchester by the sea; su hermano, Joe (Kyle Chandler) ha sido hospitalizado, y puede que fallezca en cualquier momento. Lee decide ir a visitarlo, pero después de manejar por más de hora y media, llega al hospital para encontrar a su hermano muerto. Ahora, Lee no solo se tiene que encargar de organizar el funeral y el entierro; también se tendrá que encargar de su sobrino Patrick (Lucas Hedges), un adolescente complicado —como suelen serlo— que años atrás tenía una relación muy cercana con su tío.

Al igual que Silencio, de Martin Scorsese, Manchester junto al mar es una película de ritmo lento, que favorece las actuaciones y el desarrollo de sus personajes por sobre la narrativa o la “acción”. La trama sufre un giro sorprendente en determinado momento, pero es presentado de manera emotiva y muy orgánica —de hecho, el filme está estructurado brillantemente con dos líneas narrativas. En la primera, vemos a Lee tratando de entablar una relación con Patrick luego de la muerte de Joe, mientras que en la segunda nos vamos enterando de los eventos trágicos del pasado de Lee a través de flashbacks. Estos flashbacks no son gratuitos en lo absoluto; solo muestran lo mínimo indispensable para desarrollar al personaje de Lee, y son insertados en momentos precisos, sin interrumpir el flujo de la historia.

Manchester junto al mar no es una película tradicionalmente entretenida; no constituye distracción escapista o diversión ligera. Es una historia realista, la cual logra desarrollar un vínculo emocional muy fuerte con sus espectadores al presentar situaciones muy humanas, protagonizadas por personajes que no se sienten fabricados o falsos. Poco a poco a lo largo de poco más de dos horas, Lonergan nos adentra en el mundo y la mente de Lee, acostumbrándonos a la monotonía de su vida y a su incapacidad de empatizar con otras personas, para más adelante hacernos sentir, muy fuertemente, los cambios abruptos que la muerte de Joe causan en su rutina. La manera en que el pasado de Lee es revelado poco a poco, junto con el desarrollo de su relación con Patrick, hacen que simpaticemos con el personaje, a pesar de los múltiples defectos que pueda tener. El desenlace de la cinta podría haber sido derrotista y deprimente; aunque no es clásicamente optimista, es lo suficientemente esperanzador como para que uno no termine sintiéndose mal por los personajes.

Affleck es genial como Lee, debo admitirlo. Es muy difícil interpretar a un hombre incapaz de sentir, alguien que debido a los eventos traumatizantes de su vida, ya no parece tener mucho interés en congeniar con otras personas, en entablar relaciones, en ser feliz. La culpa lo mata poco a poco todos los días, tanto así que muchos aspectos de su día a día parecen ser más parte de un castigo, que una rutina común y corriente. Affleck se transforma en el personaje, transmitiendo sutilezas a través de sus expresiones faciales, de su lenguaje corporal, incluso de su entonación de voz. Es una actuación sutil, realista y muy emotiva.

Michelle Williams tiene un rol más pequeño de lo que esperaba, y sin embargo causa una muy buena impresión, desarrollando a un personaje potencialmente simplista de manera muy profunda. Kyle Chandler tiene un rol limitado como Joe, el hermano fallecido, pero la verdadera revelación es Lucas Hedges —nominado al Óscar como Mejor Actor de Reparto— quien logra convertir a Patrick es un verdadero ser humano. Sí, es un adolescente, pero no un adolescente de película. Patrick es un chico carismático, gracioso, incapaz de expresar sus emociones y a veces molesto con el mundo. No es irritante ni malo; es muy humano, y representa de manera sublime a un pueblo obsesionado con la masculinidad, en el que los hombres no pueden llorar ni sufrir ni estar en duelo.

Manchester junto al mar es un drama potente de bajo perfil. Es una película de actores que no fuerza a sus protagonistas a dar interpretaciones histriónicas o exageradas; el filme está protagonizado por gente que se siente muy humana, llena de defectos, con la capacidad de ser serios y tristes y graciosos y molestos. Manchester junto al mar no es una película fácil, y el ritmo lento o el uso de planos estáticos podría aburrir a algunos miembros del público, pero para aquellos que estén buscando una historia madura y verosímil, capaz de transmitir temas profundos de manera imprevisible, es la opción perfecta para ver en el cine.

 

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