Mi vida a los diecisiete

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Usualmente, cuando uno decide ver una película de adolescentes, sabe más o menos qué esperar (especialmente si se trata de una producción norteamericana). Dichos filmes suelen ser comedias, suelen tener un componente romántico (o al menos hormonal) fuerte, y suelen manejar un sentido del humor bastante sucio, haciendo uso de situaciones embarazosas, relacionadas al sexo. Resulta refrescante, entonces, encontraste con una película como “Mi vida a los diecisiete”, la cual trata a sus protagonistas de forma mucho más seria, evitando clichés y estereotipos para desarrollar una historia que se siente más honesta, más realista.

Pero es precisamente por todo eso, también, que resulta penoso el que la película se desmorone (ligeramente) durante su desenlace, el cual termina siendo apresurado y lleno de conveniencias. La protagonista, Nadie (Hailee Steinfeld) desarrolla conflictos con cuatro personajes a lo largo de la película, y únicamente dos son resueltos de manera satisfactoria —los otros dos son solucionados de manera breve y, francamente, decepcionante. Considerando lo maduro y emocionalmente franco que es el resto de la película, no puedo evitar sentirme algo decepcionado por un final que parece estar apurado por cerrar todo de la manera más conveniente y —siendo francos— sencilla posible.

Pero me estoy adelantando. Al comenzar el filme, Nadine es una chica de 17 años con una vida bastante complicada —su adorado padre falleció dos años atrás, y no se lleva muy bien ni con su atolondrada madre, Mona (Kyra Sedgwick) ni con su musculoso hermano mayor, Darian (Blake Jenner). Solo puede contar con su mejor amiga del colegio, Krista (Haley Lu Richardson), pero incluso eso termina por desmoronarse cuando se convierte en la más reciente enamorada de Darian. Sintiéndose traicionada, Nadine termina conversando únicamente con su profesor favorito, el Sr. Bruner (Woody Harrelson), quien parece estar interesado en todo menos en trabajar.

No obstante, las cosas parecen mejorar un poco cuando Nadine comienza a salir con un chico algo torpe pero bien parecido llamado Erwin (Hayden Szeto). El problema, desgraciadamente, es que Nadie no sabe muy bien qué hacer con él, y que encima, está ligeramente obsesionada por un chico más cool y misterioso llamado Nick Mossman (Alexander Calvert). Es así que uno termina siendo parte de la vida de Nadine, entre enredos amorosos, problemas de amistad, y por supuesto, complicaciones con la familia. Es como la vida de una típica adolescente… pero un poco más intensa y complicada.

Lo mejor que tiene “Mi vida a los diecisiete” está en la caracterización de sus personajes. Sí, como todo filme de adolescentes norteamericanos, esté se lleva a cabo en una pseudo fantasía, en donde una chica poco popular puede lucir como Hailee Steinfeld, un chico de colegio puede estar lleno de músculos y tener pinta de treintañero, y un nerd del dibujo y el cine puede tener abdominales. Pero a la vez, estas curiosas decisiones de cásting son compensadas por caracterizaciones que juegan mucho con los arquetipos, presentándonos personajes que no necesariamente van de acuerdo a los clichés que uno esperaría del género. Por ende, la experiencia de ver “Mi vida a los diecisiete” termina siendo refrescante y mucho más satisfactoria a nivel intelectual.

Previsiblemente, el personaje más interesante es Nadine. Se trata, pues, de una chica muy ensimismada, a quien le gusta hacerse la víctima cada vez que puede, y que solo piensa en sus propios intereses y problemas. Esto podría tomarse como una actitud típica de una adolescente, y hasta cierto punto lo es, pero en el personaje de Mona, vemos a alguien exactamente igual… solo que veinte o treinta años mayor. En su madre vemos un futuro posible para Nadine, y la razón de por qué terminó siendo como es. Son dos mujeres necias y egoístas, quienes deberían, para el final de la película, aprender a dejar ir y dejar de depender de los demás. Mona es un poco más caricaturesca, pero Nadie tiene suficientes capas como para convertirse en una protagonista fascinantemente compleja y muy realista.

Evidentemente ayuda el que sea encarnada por Steinfeld, quien película tras película ha demostrado ser una excelente actriz. Aquí, interpreta a Nadine de manera muy verosímil, como una chica con problemas como los que podría tener cualquier adolescente, pero vistos a través de una perspectiva mucho más compleja. Es difícil convertir a un personaje que toma tantas decisiones incorrectas e impulsivas y egoístas en un protagonista con el que uno pueda empatizar, pero eso es precisamente lo que hace Steinfeld. Tiene carisma de sobra, por lo que logra balancear todos los aspectos de Nadine —lo bueno, lo malo y lo feo, por así decirlo— de manera perfecta.

El resto de actuaciones son bastante buenas, también, pero quien se roba la película es el Sr. Bruner de Woody Harrelson. A pesar de tener un papel relativamente pequeño, el experimentado actor logra destacar de entre todos los personajes secundarios, convirtiendo a su profesor en un hombre algo dejado, pero hilarantemente sarcástico. Tiene algunas de las líneas de diálogo más memorables de la cinta, y termina por demostrar que es un mejoro modelo a seguir para Nadine que su madre o su hermano. Por otro lado, Blake Jenner está bastante bien como Darian, Haley Lu Richardson está un poco acartonada como Krista, y Hayden Szeto es suficientemente carismático —y adorablemente torpe— como Erwin.

Es una pena que “Mi vida a los diecisiete” nunca se haya proyectado en cines peruanos, y que haya tenido que esperar a poder verla en Blu-ray (más de dos años después de su estreno en otros países). Se trata, pues, de un efectivo drama adolescente con toques cómicos, el cual se ve beneficiado por caracterizaciones creíbles y honestas, sólidas actuaciones, y un guión agudo e inteligente, el cual logra jugar con los arquetipos del género para crear situaciones distintas, con las que estoy seguro muchos y muchas podrá identificarse. El desenlace es decepcionante, sí, pero no es lo suficientemente desastroso como para arruinar el resto de la película (felizmente). Si tienen ganas de ver una película de adolescentes diferente, denle una oportunidad a “Mi vida a los diecisiete” —estoy seguro que reconocerán mucho de lo que vivieron poco antes de salir del colegio, cuando eran un poco más inocentes, un poco más rebeldes, y por qué no, un poco más egoístas.

 

Avance oficial:

80%
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