El planeta de los simios: nuevo reino

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Han pasado trescientos años desde los eventos de la última película de la franquicia, y por ende, desde la muerte del afamado César (Andy Serkis), el primer simio inteligente. Por ende, “El planeta de los simios: nuevo reino” se siente verdaderamente como un nuevo comienzo; como el comienzo de una nueva historia, de una nueva generación, compuesta por simios que poco o nada saben de lo que vino antes, y que simplemente quieren vivir en paz en el planeta que han heredado.

Pero como toda buena historia cuenta con un rico conflicto, aquello no será fácil de obtener. De hecho, nuestro protagonista, el joven Noa (Owen Teague) y sus mejores amigos, Soona (Lydia Peckman) y Anaya (Travis Jeffery) rápidamente se ven involucrados en problemas. Un grupo de simios violentos destruyen su aldea y raptan a buena parte de su población, lo cual obliga al buen Noa a aliarse con todo tipo de personajes para rescatar a sus seres queridos. Primero, está Raka (Peter Macon), una suerte de seguidor de la sabiduría de César, y luego la joven humana Mae (Freya Allan, de “The Witcher” y “Baghead”), quien parece tener sus propios intereses y objetivos.

Lo que tenemos acá, entonces, es una clásica aventura en la que un personaje joven y de poca experiencia, se ve involucrado en situaciones que lo obligan a madurar y crecer. Pero en este caso, también a darse cuenta de que el mundo es mucho más complejo de lo que creía. Anteriormente, Noa no le prestaba mucha atención a los humanos (o “Ecos”), pero ahora se da cuenta de que ellos fueron los dueños originales del planeta, y que son mucho más inteligentes de lo que creía. Y por supuesto, también se da cuenta de que el mundo es mucho más grande y amplio que su aldea, lleno tanto de simios como humanos tratando de sobrevivir en un contexto posapocalíptico y agresivo.

Consideren, si no, al antagonista de turno: Proximus César (Kevin Durand), un simio que se jura Rey (un nuevo César, por si lo quieren considerar así), y que quiere abrir un búnker humano que, potencialmente, podría contener algunos de los secretos que nos convirtieron en la especie dominate del planeta. O al humano interpretado por William H. Macy (siempre bacán verlo en un nuevo proyecto); una suerte de académico que, solo para sobrevivir, se dedica a educar a Próximus, consciente de que poco o nada puede hacer para cambiar su fortuna. “El planeta de los simios: nuevo reino” no es una película de buenos y malos, necesariamente, si no más bien de personajes cuyas ambiciones (e instinto de supervivencia) los puede tomar agresivos, defensivos, o simplemente curiosos.

Interesante, pues, considerando que la trilogía anterior —de la cual este filme es una secuela— más bien se centraba en la historia de César, y de cómo poco a poco se iba haciendo más humano, reemplazado a la sociedad que inicialmente lo convirtió en un ser superior. Acá, más bien, tenemos una narrativa que siempre está consciente de César; que lo mantiene como una sombra que flota por sobre todos los personajes, pero que a la vez, SABE tiene que concentrarse en un nuevo contexto. Un contexto de imágenes apocalípticas potentes, donde nuestros protagonistas van descubriendo gradualmente cómo era el mundo antes de su época, y donde los humanos parecen estar interesados en recuperar lo que tenían antes.

No, nada en “El planeta de los simios: nuevo reino” está a la altura de las películas de Rupert Wyatt y Matt Reeves. Y sin embargo, recibo esta entrega con los brazos abiertos precisamente porque no se contenta con hacer más de lo mismo. Inspirándose tanto en las películas antiguas —de los sesentas y setentas— como en otras producciones de ciencia ficción, y hasta en propuestas como “Maze Runner”, el director Wes Ball (quien se encargará de traer al “live-action” la franquicia de “La leyenda de Zelda”) hace un buen trabajo desarrollando a sus personajes centrales, haciendo que la cultura que han logrado crear se sienta verosímil, y que hasta incluya ciertos elementos que eventualmente terminan siendo importantes para la trama (préstenle atención a las águilas que Noa y compañía se dedican a criar).

Hay acá, pues, un sólido trabajo de “construcción de mundo”, así como una estética de propuesta sólida, en donde toda imagen y simio y locación luce absolutamente realista. El mismo Ball lo ha dicho, y estoy totalmente de acuerdo: es francamente absurdo que ninguna entrega de la franquicia de “El planeta de los simios” haya ganando el Óscar a Mejores Efectos Visuales. Bueno pues, espero que “El planeta de los simios: nuevo reino” rompa con aquella mala racha. Los simios (Noa, Soona, Anaya, Raka y hasta el propio Próximus) no se sienten sintéticos; son personajes verdaderos, y cada uno cuenta con momentos en los que uno puede notar el trabajo actoral, las expresiones y movimientos verdaderos de los actores, especialmente en primeros planos. Es todo impresionante, pero tal y como debe ser, funciona al servicio de la historia.

Se puede argumentar, pues, que “El planeta de los simios: nuevo reino” es un poco MUY larga; se demora en arrancar, y hay ciertas escenas que podrían haber sido montadas con un ritmo ligeramente más acelerado, como para que el espectador no llegue cansado al enfrentamiento final del tercer acto. Pero no se trata de un defecto terrible. Si hay algo, más bien, que evita que “El planeta de los simios: nuevo reino” esté al mismo nivel que las cintas anteriores, es que la narrativa se siente algo simplista, por momentos dependiente de encuentros fortuitos con personajes secundarios que aparecen y desaparecen. Y aunque Freya Allan no hace un mal trabajo (estoy seguro que le depara un brillante futuro en Hollywood), no puedo evitar pensar que su Mae se siente algo subdesarrollada. Es la consecuencia de mantener muchas de sus motivaciones y objetivos en las sombras, como un misterio tanto para Noa como para el público.

No importa. No hay duda de que la mayor parte del público la pasará bien con “El planeta de los simios: nuevo reino”. Como “blockbuster”, es ejemplar; cuenta con los mejores efectos visuales digitales que haya visto en el cine desde “Avatar: el camino del agua”. Y a pesar de que se toma MUY en serio a sí misma, cuenta con suficientes momentos de ligereza, como para no deprimir al espectador promedio. Como espectáculo, pues, no tengo muchas quejas respecto a “El planeta de los simios: nuevo reino”. El problema es que es la continuación de una fascinante trilogía, por lo que siempre tenía las de perder (especialmente porque se trata de un nuevo comienzo, como se dijo líneas arriba). El que haya salido TAN bien debería ser celebrado, especialmente considerado que muchas sagas han llegado a la cuarta entrega con las justas y ya machacadas. Felizmente, ese no es el caso acá; ¡que vengan más simios!

Avance oficial:

80%
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