El Rey Arturo: La Leyenda de la Espada

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Al ser una leyenda, la historia del Rey Arturo puede ser contada una y otra vez, reinterpretada por diferentes artistas, dependiendo del público al que se está dirigiendo. En el caso del cine, hemos tenido versiones animadas, interpretaciones tradicionales como “Excalibur” o “Primer Caballero”, e incluso supuestas “versiones históricas” como “Rey Arturo”, de Antoine Fuqua, la cual se basó, muy ligeramente, en eventos y personajes reales para desarrollar una historia un poco más verosímil (bueno, al menos esa era la intención).

Esta vez, le toca al cineasta británico Guy Ritchie (“Snatch”, “Sherlock Holmes” y se secuela) llevar a la pantalla grande su propia versión de la leyenda. Más que cualquier otro director contemporáneo, Ritchie tiene un estilo propio, muy marcado, visualmente rico y hasta hiperactivo, que lamentablemente no llega a convencer a todo el mundo. “El Rey Arturo: La Leyenda de la Espada”, por ende, no ha sido particularmente bien recibida por la crítica tanto en Estados Unidos como en Perú; se trata de una inusual mezcla entre el estilo urbano y ligero de Ritchie con un contexto épico y medieval.

Pues a su servidor si lo convenció. “La Leyenda de la Espada” es una película de Guy Ritchie al 100%, un blockbuster millonario que, afortunadamente, le brindó la oportunidad a Ritchie de contar una historia ya viste varias veces de la manera en que él quería. A diferencia de otros estudios, como el muy controlador 20th Century Fox, por ejemplo, Warner Bros. no contrató a Ritchie para que haga una película épica más del montón —“La Leyenda de la Espada” es la “versión Guy Ritchie” de esta historia, pese a quien le pese.

Estéticamente hablando, “La Leyenda de la Espada” es muy diferente a lo que nos tiene acostumbrados el personaje, pero mantiene suficientes elementos de la historia original para que no se sienta como una reinvención completa. El protagonista es Arturo Pendragon (Charlie Hunnam, de Sons of Anarchy y Pacific Rim), obviamente, pero también tenemos a Mordred, Vortigern, Sir Bedivere, quien creo se supone es Guinevere, Uther Pendragon, la legendaria Excalibur, la Dama del Lago, and y hasta Merlin, en un cameo glorificado. No obstante, varios de los Caballeros de la Mesa Redonda brillan por su ausencia.

El filme comienza con un prólogo en el que vemos al padre de Arturo (el siempre subvalorado Eric Bana) protegiendo a Camelot de la invasión del maligno mago Moldred. El rey gana la batalla, pero su victoria resulta demasiado corta; su hermano Vortigern (Jude Law) lo traiciona, lo cual resulta en la muerte de Uther y su esposa. El pequeño Arturo, mientras tanto, viaja en un pequeño bote a Londinium, en donde es criado en un prostíbulo —la historia de su juventud es mostrada a través de un enérgico montaje, un excelente ejemplo de la narrativa económica tan típica de Ritchie.

Veinte años después, Arturo (Hunnam) es llevado al castillo para una prueba —todos los hombres de su edad tienen que tratar de sacar a Excalibur de la piedra, ya que el ahora Rey Vortigern quiere deshacerse de quien podría terminar siendo el verdadero Monarca de Inglaterra. Previsiblemente, Arturo lo logra, y es inmediatamente encerrado y llevado al cadalso. No obstante, recibirá la ayuda una Maga (Astrid Berges-Frisbey), Sir Bedivere (Djimon Hounsou), y el Sigiloso Bill (Aidan Gillen) para escapar. Ya libre, su misión consistirá en encontrar su verdadero destino, y de ser posible, sacar a su tío del trono.

Si quieren saber cuál es el tono y el estilo narrativo de “La Leyenda de la Espada”, imaginen una mezcla entre “Snatch” y una película medieval. Todos los típicos trucos de Ritchie están presentes: una narrativa no lineal, flashbacks, escenas entrelazadas, y dialogo rápido y divertido, especialmente en escenas donde vemos a nuestros héroes haciendo planes o explicando sucesos pasados. En un principio resulta extraño ver a Arturo y sus amigos comportándose como típicos personajes de Ritchie —como gángsters del bajo mundo londinense, básicamente—, pero el cineasta introduce este estilo durante los primeros diez o quince minutos de metraje, por lo que a uno no le queda más que acostumbrarse. Y si verdaderamente lo logra, pues resulta muy difícil no divertirse.

Visualmente, el filme es bastante atractivo. Los efectos especiales son de primera —desde elefantes gigantes hasta castillos de incluso mayor escala, la película logra desarrollar un mundo creíble, de carácter urbano pero por momentos fantástico. Me gustó, también, la manera en que Ritchie escenifica las escenas en donde Arturo prueba el poder de Excalibur; es como ver “300” en esteroides, si tuviese que hacer una comparación, pero a la vez no se sienten genéricas.

De hecho, a diferencia de la mayoría de blockbusters de hoy en día, “El Rey Arturo” no concluye con una batalla épica entre ejércitos gigantes, escenas de destrucción masiva, o, Dios nos libre, un rayo azul gigante que va hasta el cielo. Ritchie hace algo un poco más interesante y personal, y la película se ve beneficiada por esto. (Aunque es cierto que abusa un poco de los efectos digitales durante la batalla final).

Charlie Hunnam es muy convincente como Arturo, un tipo muy carismático, algo creído, y noble. Me gustó el arco por el que el personaje atraviesa —comienza como alguien que no cree en su propio destino, que no quiere ser un héroe, pero poco a poco va ganando confianza en sí mismo, y con la ayuda de la Maga, descubre qué es lo que tiene que hacer. Es un desarrollo de personaje bastante típico en filmes de este tipo (sigue muy de cerca a la Jornada del Héroe de Joseph Campbell), pero funciona. Hunnam tiene tanto el físico como el talento actoral necesarios para convertir a Arturo en un protagonista con el que uno se pueda identificar.

Jude Law es excelente como Vortigern; se trata de un personaje potencialmente caricaturesco, megalomaníaco, que sin embargo es interpretado por Law con bastante sutileza; es muy intimidante. El siempre desperdiciado Djimon Hounsou tiene un rol más significativo a los que Hollywood lo ha acostumbrado; Aidan Gillen (“Juego de Tronos”) es divertido como William, y Astrid Bergès-Frisbey interpreta a la Maga (posiblemente Guinevere) que ayuda a Arturo en su épica misión. Hay suficiente química entre ella y Hunnam como para sugerir un romance, pero este nunca se llega a concretar del todo.

El Rey Arturo: La Leyenda de la Espada” se mueve a un ritmo frenético; Ritchie no está interesando en exponer demasiado su trama a través de diálogos extensos, más bien contando su historia de la manera más económica posible, favoreciendo lo audiovisual —la música de Daniel Pemberton es excelente, especialmente el tema que incluye susurros de un coro masculino— por sobre lo escrito en papel. El resultado es una película muy divertida, una interpretación única de la leyenda del Rey Arturo que dudo vaya a ser imitada en el futuro cercano.

Para bien o para mal (en mi caso, es más de lo primero), “El Rey Arturo: La Leyenda de la Espada” es la versión Guy Ritchie de esta historia. A pesar de lo mal que le está yendo en la taquilla, me gustaría mucho ver aunque sea una continuación de esta enérgica película.

 

Avance oficial:

75%
Puntuación
  • Mi calificación
1 comentario
  1. […] obra maestra que es “Snatch”, hasta propuestas que prácticamente solo me gustaron a mí, como “Rey Arturo: Leyenda de la Espada”, Ritchie ha logrado demostrar que es un maestro de la acción y el diálogo de ritmo rápido, […]

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