Enigma – 23 Festival de Cine de Lima

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A veces, lo más interesante en una película termina siendo lo que no se ve o lo que no se dice —es decir, lo que solo se transmite a través de miradas o de evasiones, y no tanto a través de diálogo o momentos expositivos. Filmes como “Enigma”, de Ignacio Juricic, son un buen ejemplo de esto. Se trata, pues, de una historia protagonizada por una mujer que ha estado escondiendo algo por cinco años, pero que por fin se ha hartado de estar callada —es la historia de alguien que tiene algo qué decir y que quiere que el mundo la escuche, por más de que la gente que la rodea se oponga a ello. El guión de “Enigma” no siempre toma las mejores decisiones, y el desenlace de la cinta es algo abrupto, pero es gracias a la dirección de Juricic, y a su fijación en lo “no dicho”, que uno termina disfrutando de ella.

Roxana Campos interpreta a Nancy, una señora chilena de mediana edad que trabaja todos los días en una peluquería. Parece tener una vida bastante normal —tiene tres hijas, todas ellas bastante alegres y enérgicas, y un esposo que llega tarde todas las noche del trabajo. Pero ella mantiene un secreto a voces, algo de lo que todo el mundo —su familia, sus amigas— está consciente, pero que tienen miedo de mencionar o discutir: su hija fue asesinada cinco años atrás, y los culpables siguen en libertad. Es por eso que, luego de recibir una llamada, Nancy comienza a considerar su participación en un programa de televisión, que le ha ofrecido una entrevista, así como una reconstrucción de los trágicos eventos. ¿Se animará a ir, o se dejará llevar por lo que los demás podrían decir o hacer?

El universo construido por Juricic es uno que de seguro muchos, especialmente en países latinoamericanos, reconocerán: una sociedad machista, chismosa, poblada casi enteramente por mujeres que se fijan siempre en lo que los demás dicen, y que se dedican a trabajar y a servir a los hombres, quienes siempre llegan tarde del trabajo, sin interactuar con su familia. Es un mundo que, al menos para el espectador, resulta frustrante, ya que por más de que sucedan terribles injusticias, la gente le tiene mucho miedo al reclamo —a protestar por sus derechos o a pedir que se haga justifica por un terrible crimen. Más importante es lo que pensarán los demás, el como la madre o la tía de la chica muerta podrían perder sus trabajos si es que Nancy llega a aparecer en la televisión.

Después de todo, dan a entender que la hija de Nancy era lesbiana, y que fue asesinada porque la vieron con su novia en la calle, luego de ir a una fiesta. Pero Nancy nunca lo dice —se refiere a la otra chica como su “amiga”, y su hermana y amigas mencionan todo el tiempo que la hija estaba involucrada en “cosas raras”. Se trata también, entonces, de una sociedad extremadamente conservadora, en la que la comunidad LGBT es mal vista, tanto así que, cuando uno de sus miembros, por más que sea la hija de alguien, es asesinado, la gente prefiere hacerse de la vista gorda y quedarse callada, en vez de salir a reclamar o buscar justicia. Es una situación extremadamente frustrante, pero a la vez, desalentadoramente creíble.

Lo intrigante de “Enigma”, en todo caso, es que transmite la mayor parte de sus mensajes y desarrolla todo este mundo de manera muy visual, obviando los diálogos expositivos o forzados. Juricic resuelve la mayor parte de sus escenas con planos largos y de poco movimiento, aprovechando al máximo sus locaciones y haciendo uso de reflejos y cambios de foco para darle una cualidad casi teatral a la película, la cual, en vez de limitar la manera en que se está contando su historia, más bien le permite a uno observar todo desde la perspectiva de Nancy. Cada plano está extremadamente bien cuidado, posicionando a los actores de manera muy precisa, y revelando nuevos elementos atrás, adelante, y en medio de cada encuadre. Es francamente fascinante; el trabajo del foquista, en particular, debe ser sido bastante complicado.

No obstante, fuera de sus cualidades visuales, no pude evitar sentir que le faltó algo a “Enigma”. El guión es, por momentos, demasiado minimalista, y trata a Nancy como una protagonista inactiva, quien se pasa la mayor parte de la película tratando de decidir qué hacer, preguntándole a los demás qué opinan, pero sin ser capaz de tomar una decisión clara hasta los últimos veinte minutos. Me imagino que ese es el punto —es una mujer casi sometida por su esposo y por la opinión de sus familia—, pero igual resulta en una experiencia frustrante, y por momentos, emocionalmente fría. Además, el desenlace se siente algo redundante —yo hubiera obviado el momento de Nancy hacia el final, y más bien hubiera utilizado una elipsis para ver, aunque sea, un poco de las consecuencias de su acto final.

En todo caso, los defectos de “Enigma” no terminan por arruinar la experiencia en general de ver la película. Se trata de una fascinante historia sobre discriminación, sexismo y conservadurismo, protagonizada por una mujer que, precisamente, quiere salirse de este mundo, aunque sea temporalmente, para buscar algo de justicia. Como ella le responde a su hija mayor, cuando ésta le dice que el padre “se encargó de todo”: “si es así, ¿por qué los asesinos siguen libres?” “Enigma” desarrolla un estilo visual muy marcado y efectivo, el cual logra compensar la mayoría de sus deficiencias narrativas; es un filme frecuentemente intrigante, imperfecto, y ciertamente relevante para la sociedad latinoamericana contemporánea.

 

Avance oficial:

60%
Puntuación
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