Jurassic World: Reino Caído

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A diferencia de la mayoría de críticos —especialmente los norteamericanos—, no soy fanático de la primera película de “Jurassic World”. La premisa es intrigante y está llena de potencial —ver el sueño de John Hammond realizado, por fin, para que, una vez más, todo se vaya al diablo—, pero todo se ve arruinado por un exceso de nostalgia, personajes poco memorables, situaciones idiotas, y un subtexto machista que no tenía lugar en el año 2015. “Jurassic World” es una cinta extremadamente fallida que, fuera de un par de momentos destacados —la mayoría de estos presentes durante los primeros treinta minutos de la película—, no le llega ni a los talones a las dos primeras entregas dirigidas por Steven Spielberg.

Es debido a esto, y también debido al desastre de “El libro de Henry”, que me alegré cuando se anunció que Trevorrow no dirigiría ni “Jurassic World: Reino Caído”, ni “Star Wars: Episodio IX” (esta última será dirigida ahora por J.J. Abrams, el mismo de “El Despertar de la Fuerza”). Puede que Trevorrow tenga buenas ideas y haya demostrado tener talento detrás de la cámara con la indie “Safety not Guaranteed”, pero eso no quiere decir que esté listo para encargarse de franquicias enormes como las dos anteriormente mencionadas; los mayores defectos del filme anterior de “Jurassic World” ciertamente son prueba de ello.

El español J.A. Bayona, por otro lado, ha demostrado ser capaz de desarrollar tensión y atmósfera tanto en películas relativamente sencillas (“El orfanato”), como en propuestas innegablemente más complejas, como el drama de desastres “Lo imposible” o, a mayor grado, la notable (e infravalorada) “Un monstruo viene a verme”. Se trata, pues, de un cineasta con experiencia en todo tipo de proyectos de géneros variados, alguien con un estilo muy particular, centrado en lo gótico, en el drama humano, sí, pero también en el espectáculo bien medido, visualmente cautivante y de elementos oscuros ocultos.

No sorprende, entonces, que Bayona haya dirigido “Jurassic World: Reino Caído” más como una película de terror convencional, que como una historia de fantasía y aventura, similar a lo que Trevorrow hizo con la entrega anterior, o incluso a lo que hizo Joe Johnston (“The Rocketeer”, “Capitán América: El Primer Vengador”) con “Jurassic Park III”. De hecho, “Jurassic World: Reino Caído” es una cinta con doble identidad: la primera mitad, más genérica e intrínsecamente relacionada a la primera entrega de esta nueva trilogía, se lleva a cabo en la Isla Nublar, donde los protagonistas de “Jurassic World”, Owen (Chris Pratt, emulando a Star Lord fuera del MCU) y Claire (Bryce Dallas Howard, esta vez sin tacos) han ido a salvar a los dinosaurios de una re extinción. El volcán de la isla está a punto de erupcionar, lo cual resulta en una absurda escena en donde nuestros protagonistas corren más rápido que una nube de cenizas (!) (O en el caso de Pratt, es envuelto por la misma, y sobrevive a pesar de estar rodeado de gases letales y varios otros elementos tóxicos).

Pero no importa. Claramente la franquicia ya ha abandonado cualquier mundo aunque sea ligeramente parecido al nuestro, convirtiendo a sus protagonistas en superhéroes capaces de sobrevivir prácticamente todo. (¿Mencioné que, luego de la erupción, Owen salta de un acantilado gigante al agua sin problema alguno?) No obstante, eso no es lo más ridículo que tiene la película para ofrecer. La segunda mitad, más oscura, de naturaleza más gótica, se lleva a cabo en el interior de una mansión, y tiene de todo: subastas de dinosaurios, monstruos persiguiendo a personas a través de pasillos casi eternos, una niña con un oscuro secreto, y mucha muerte. No podría ser más diferente de las cintas anteriores… pero creo que esa era la idea.

En todo caso, bajo la dirección de un cineasta menor —o el mismo Trevorrow—, “Jurassic World: Reino Caído” hubiera terminado siendo una experiencia insufrible, demasiado idiota para su propio bien e innecesariamente ecléctica. Felizmente, es Bayona quien dirige esta cuestión, por lo que le inyecta toda la tensión y suspenso posible, extendiendo cada set-piece al máximo para presentar a los dinosaurios más como monstruos que como criaturas majestuosas. No me atrevería a decir que la cinta está llena de momentos memorables —muchas, como la erupción mencionada líneas arriba, están mal concebidas desde el papel—, pero Bayona ciertamente las exprime al máximo. Consideren, si no, la manera en que encuadra a un nuevo (y monstruoso) dinosaurio mientras acecha a los débiles humanos en el interior de la mansión (harta influencia de “Alien”, de Ridley Scott), o cómo inserta a personajes vulnerables (una niña, un anciano, un militar estúpido) en situaciones de extremo peligro. Bayona no quiere maravillar a su público; los quiere asustar.

Y esa es precisamente la mayor razón por la que “Jurassic World: Reino Caído” no aburre ni desespera: Bayona eleva un guión bipolar y excesivo, demostrando que supera a Trevorrow tanto dirigiendo acción, como drama humano, secuencias de suspenso y hasta momentos influenciados por películas clásicas de monstruos como “King Kong” o “El Mundo Perdido”. Sí, Owen tiene menos personalidad que antes —lo cual no es una mala noticia, necesariamente, considerando lo pedante y machista que fue en el filme anterior, a pesar del carisma de Pratt— y la caracterización de Claire, por alguna razón, ha cambiado tanto que podría considerarse como un personaje distinto, pero nada de eso importa demasiado. El foco de la franquicia jamás estuvo en los humanos —aunque un poco más de Goldblum hubiera estado bueno. Los dinosaurios son las verdaderas estrellas, y tienen su momento para brillar en “Jurassic World: Reino Caído”.

Visualmente, Bayona trata de otorgarle una estética más gótica, más oscura a la película. Mientras que el filme anterior tiene un look más limpio, más pulcro, hasta sintético por momentos —todo gracias al exceso de efectos digitales, de los cuales, felizmente, Bayona no abusa—, “Jurassic World: Reino Caído” aprovecha mejor a los dinosaurios, sin miedo a mostrar escenas ligeramente sangrientas, en donde los personajes más odiosos sufren muertes horripilantes. La mansión de la segunda mitad de la película es presentada como un laberinto lleno de secretos —consideren, si no, el pequeño elevador de servicio que utiliza la niña para moverse de un lugar a otro— y las bestias, como siempre, lucen espectaculares. Me gustó el que Bayona mezcle efectos prácticos —detecté, al menos, animatrónicos para el T-Rex y para Blue el Velociraptor— con imágenes generadas por computadora. Esto le permite a la cinta sentirse mucho más orgánica que su predecesora.

“Jurassic World: Reino Caído” es la perfecta definición de blockbuster divertido y estúpido. Si la van a ver con expectativas bajas, dispuestos a no pensar demasiado mientras experimentan toda la carnicería en pantalla (la película presenta un único dilema moral durante las escenas de Goldblum, que no ocupan más de cinco minutos de la duración total), la pasarán bien. El filme se mueve a buen ritmo, está competentemente actuado, tiene varias secuencias moderadamente emocionantes y suficientemente tensas, y logra sorprender por momentos, especialmente hacia el final. El desenlace promete mucho para la siguiente entrega —que tiene el potencial de ser la más original y diferente de todas—, lo cual espero no sea arruinado por Trevorrow y compañía. “Jurassic World: Reino Caído” ni se acerca a estar al mismo nivel que la primera película de Spielberg, pero a estas alturas del partido, dudo que cualquier secuela vaya a poder estarlo.

 

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