Los Caballeros

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No puedo negar que, por años, he sigo un gran fanático del cine de Guy Ritchie. “Lock, Stock and Two Smoking Barrels” y, especialmente, “Snatch”, son algunas de mis películas favoritas de gángsters de toda la historia; “El Hombre de CIPOL” es una de las cintas de espías más entretenidas de los últimos años (toda una pena que casi nadie la haya visto), y aparentemente fui el único crítico que disfrutó de “El Rey Arturo: la leyenda de la espada”. Y aunque “Aladino” es de los mejores remakes de Disney con actores de carne y hueso, nada en esa película le dice al espectador que se trata de una película “de Guy Ritchie”. Felizmente, su nuevo filme de gángsters, “Los Caballeros”, pretende corregir dicho error.

Lo cual no quiere decir que sea una regurgitación de sus éxitos pasados. Sí, se desarrolla en un mundo muy parecido al de películas como “Snatch” o “Rockanrolla”, pero al menos en términos de ritmo y estilo, se trata de una bestia completamente distinta. Inesperadamente, “Los Caballeros” abandona muchas de las estilizaciones que uno esperaría de una película de Ritchie, desarrollándose de manera un poco menos hiperactiva, pero suficientemente enredada,. No es que se trate de un filme convencional —al menos en términos narrativos y de estructura, definitivamente no lo es—, pero en muchos aspectos, “Los Caballeros” se siente más madura que varias de las películas anteriores de Ritchie. ¿Podríamos decir, entonces, que Ritchie ha (¡oh por Dios!) evolucionado un poco como cineasta?

Hasta cierto punto, sí. “Los Caballeros” nos cuenta la historia de Mickey Pearson (Matthew McConaughey), un “lord” de las drogas americano, dueño de un imperio de la marihuana en la Londres actual. A pesar de tener mucho éxito financiero y de ser uno de los hombres más poderosos de la ciudad, nuestro protagonista planea retirarse para vivir una vida más tranquila con su amada Rosalind (Michelle Dockery). Es por eso que decide venderle el negocio al sospechoso Mathew (Jeremy Strong).

Sin embargo, Dry Eye (Henry Golding), quien trabaja para la mafia china liderada por George (Tom Wu), también está interesado en adquirir la compañía de Mickey, por lo que no descansará hasta convencerlo de de vendérsela a él. Pero como se trata de una película de Guy Ritchie, nada es tan sencillo como suena —de hecho, el filme entero es narrado a través de una conversación entre la mano derecha de Mickey, Raymond (Charlie Hunnam) y un periodista llamado Fletcher (Hugh Grant), que está tratando de chantajearlo. Súmenle a este reparto otro gángster llamado Coach (Colin Farrell) y su grupo de chicos boxeadores y maleantes, y la historia de va tornando incluso más complicada de lo inicialmente esperado.

“Los Caballeros” incluye casi todos los elementos que uno esperaría de una película de gángsters de Guy Ritchie —la estructura narrativa enredada, los personajes con nombres graciosos o poco usuales, los momentos de inesperada e intempestiva violencia, y las líneas de diálogo astutamente graciosas. Y al igual que en sus mejores esfuerzos, todos estos elementos funcionan para otorgarle una identidad muy particular al filme, desarrollando el mundo en el que se lleva a cabo la historia de manera bastante convincente, mezclando detalles suficientemente realistas (como la violencia y los datos sobre el negocio de Mickey), con algunos un poco más caricaturescos (especialmente aquellos relacionados a las caracterizaciones). No es nada revolucionario, pero resulta en un producto final innegablemente divertido.

No obstante, como mencioné líneas arriba, “Los Caballeros” se siente como un filme ligeramente más maduro que propuestas como “Snatch”, lo cual demuestra que, a pesar de estar regresando a lo que mejor sabe hacer, Ritchie ha cambiado, aunque sea un poquito, como realizador. Consideren, si no, el ritmo menos frenético al que nos tiene acostumbrados, o personajes femeninos más relevantes, como la Rosalind de Michelle Dockery. No es que “Los Caballeros” sea una cinta particularmente progresista —en muchos aspectos, todavía se siente como la creación de un hombre blanco privilegiado cuarentón—, pero al menos trata (palabra importante) de reflejar algunos de los cambios positivos que se han llevado a cabo en la industria cinematográfica y en el mundo en los últimos años.

Pero obviamente todavía se siente como una película de Guy Ritchie, por más de que el director se haya “medido” un poco más en esta ocasión. Si no, ¿cuál sería el punto de verla? Por ende, el filme nos entrega momentos como una discusión entre el Coach de Farrell y un boxeador afrodescendiente sobre dos particulares insultos; líneas de diálogo rápidas e hilarantes; violencia exagerada pero poco gratuita; y hasta la utilización de anotaciones hechas a mano sobre la pantalla para resaltar ciertos personajes con mucha gracia. “Los Caballeros” nunca llega a estar al nivel de locura de “Snatch”, por ejemplo, pero tampoco se puede considerar como un producto particularmente convencional.

Lo que sí da un poco de pena —y regresando al tema de hace un par de párrafos—, es la manera que Ritchie retrata a las minorías —léase: todo personaje que no sea un hombre blanco— en la película. Consideren, si no, el hecho de que el único personaje femenino importante pasa por un momento de violencia sexual —totalmente gratuito, y contradictorio tanto con ella como con la caracterización de su agresor—, o que uno de los pocos personajes asiáticos es humillado de forma exagerada (solo bastante con decir que la escena involucra tanto violencia como vómitos estilo proyectil). Y está también la escena anteriormente mencionada entre Coach y el boxeador, la cual podría leerse como un director caucásico (Ritchie) tratando de justificar la manera en que le habla a la gente afrodescendiente. La mayoría de la película es sumamente divertida e ingeniosa, pero momentos como estos —especialmente el de violencia sexual— me dejaron con un mal sabor de boca.

Como suele pasar en los filmes de Ritchie, las actuaciones son suficientemente coloridas y memorables. McConaughey, sorprendentemente, tiene el rol más serio del filme —su Mickey es intimidante y poderoso, y el galardonado actor lo interpreta como una fuerza de la naturaleza que no pretende rendirse ante nada o nadie. Charlie Hunnam está muy bien como Raymond (y sus ternos son excelentes); Michelle Dockery es suficientemente fuerte e imprevisible como Rosalind; Henry Golding nos trae un personaje completamente opuesto a los que ha interpretado en filmes como “Crazy Rich Asians”, como para no encasillarse; y tanto Hugh Grant como Colin Farrell son particularmente memorables en sus respectivos roles. El primero es un periodista turbio y manipulador, y Grant lo interpreta con un genial acento y momentos de innegable hilaridad (como cuando se quema la mano con una parrilla). Y el segundo protagoniza algunas de las escenas más sorprendentes de la cinta, involucrándose algo tarde en la historia, pero demostrando lo invaluable que termina siendo su presencia.

“Los Caballeros” es la mejor película de Guy Ritchie desde “Los Agentes de CIPOL”; una astuta y enredada historia sobre gángsters, lords de la marihuana, periodistas corruptos, y boxeadores que graban videoclips (por qué no). Las actuaciones son geniales, la dirección de Ritchie es enérgica sin llegar a los excesos de algunas de sus películas anteriores, y aunque la caracterización de algunos personajes es cuestionable (y hasta podría considerarse como “racismo casual”), no es algo que llegue a malograr el producto final.… al menos no del todo. “Los Caballeros” es una experiencia avivada y entretenida, la cual, a pesar de sentirse algo anticuada (en más de un sentido), estoy seguro satisfará a los fanáticos de Ritchie —especialmente aquellos que le tengan un particular cariño a sus primeras películas.

 

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