No me digas solterona 2

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Si se animan a leer mi crítica de “No me digas solterona”, la segunda película dirigida por Ani Alva Helfer, verán que la describí como “una comedia romántica digerible que debería resultar entretenida tanto para los fanáticos del género, como para los miembros más cínicos del público.” A pesar de que la cinta no carecía de defectos, le perdoné varios de sus errores precisamente por lo encantadora que me resultó, en gran parte gracias al carisma de su protagonista, Patricia Barreto, y por lo honesta que se sentía. Claramente no era una cinta perfecta, pero en lo que se refería a comedias románticas nacionales, era de lo mejor que se había podido consumir hasta el momento.

Y parece que yo no era el único con dicha opinión, ya que le fue muy bien en la taquilla a la película, tanto así que la gente de Big Bang Films no perdió el tiempo y anunció una secuela a la brevedad. No obstante, debido a lo que seguramente ya se imaginan, tuvimos que esperar mucho para ver “No me digas solterona 2” en el cine —dos años, para ser exactos. En todo ese tiempo, uno asumiría que el equipo detrás de la película haría todo lo posible porque pulir el producto final, asegurándose de que nos estén entregando la mejor versión posible de la película, como para satisfacer tanto a las fanáticas —y fanáticos— de Barreto y “No me digas solterona”, y también para convencer a aquellos que fuesen a verla con bajas expectativas.

Desgraciadamente, parece que eso no fue lo que pasó.

“No me digas solterona 2”, pues, me ha dejado con más preguntas que respuestas —algo que uno no esperaría de una comedia romántica relativamente sencilla y supuestamente divertida. Es una película que, por alguna razón, repite muchos de los errores que estaban presentes en su predecesora, y que por momentos se siente como algo que fue hecho a la volada, con poco tiempo y menos presupuesto. Considerando lo bien que le fue a la primera entrega, se me hace difícil creer que Alva y su equipo no hayan contado con más recursos para desarrollar una película mejor pulida y más vistosa —lo que debería sentirse como cine, como algo que merece verse en la pantalla grande, termina viéndose como un producto sin terminar, que para colmo de males tuve dos años adicionales —e imprevistos— para ser mejorado.

Nuevamente: tengo demasiadas preguntas. Pero vayamos poco a poco.

Como deben asumir ya, “No me digas solterona 2” nos sigue contando la historia de Patricia (Patricia Barreto), quien ya ha logrado superar los males de amor de la cinta anterior. No obstante, ahora se encuentra consolando a su mejor amigo, José (André Silva), quien acaba de ser rechazado por su saliente rusa. Dispuesta a ayudarlo, Patricia se va dando cuenta, poco a poco, de que está enamorada de él, lo cual hará que su vida se convierta en una locura otra vez. No ayuda, además, que se encuentre en medio de una crisis profesional, insegura sobre lo mucho (o poco) que le gusta su trabajo, y responsable de todo un equipo de planeamiento de eventos, mientras sus jefes (Marisol Aguirre y Adolfo Aguilar) se encuentran en el extranjero.

Al igual que la primera cinta, “No me digas solterona 2” intenta transmitir algunos temas valiosos, tratando a su protagonista con respeto. Después de todo, Patricia está viviendo una suerte de Crisis de los 30 (algo con lo que ciertamente puedo empatizar), dudando sobre la pasión que siente sobre su trabajo, y viendo a sus mejores amigas quedando embarazadas (en el caso de la Sol de Anahí de Cárdenas y la Chio de Yiddá Eslava), o a punto de casarse (la Mariana de Natalia Salas). Eso hace que se sienta insegura sobre sí misma, dudando sobre la trayectoria de su vida —tanto personal como profesional. Es un conflicto interno que, valgan verdades, está suficientemente bien desarrollado en la película, y que convierte a Patricia en alguien con la que resulta fácil empatizar.

No obstante, mucho de esto es arruinado por escenas cómicas que, desgraciadamente, no resultan igual de encantadoras que las de la primera cinta, o que abusan un poco de los clichés. Felizmente, el Gianluca de Adolfo Aguilar ya no aparece tanto aquí como en el filme anterior, pero igual es interpretado como un estereotipo andante. Es en serio; estamos en el año 2022, y los estereotipos gays ya no tendrían por qué aparecer en películas como esta. Pero fuera de eso, y dejando de lado que el humor es uno de los aspecto más subjetivos de cualquiera película, simplemente no sentí que los gags terminaran de funcionar del todo, muchos de ellos careciendo de ritmo cómico o simplemente de algo gracioso para decir. El lado dramático de “No me digas solterona 2” funciona (hasta cierto punto); el lado cómico… no realmente.

Pero regresemos a las preguntas mencionadas líneas arriba. Lo que más curioso me pareció de “No me digas solterona 2” está en el aspecto técnico; específicamente, en la dirección y en la dirección de fotografía. Como ya se dio a entender anteriormente, la película se siente como un producto hecho a la volada, en poco tiempo y con menos dinero. Por ejemplo: muchas (demasiadas, de hecho) escenas son resueltas únicamente con planos-contraplanos, careciendo de planos generales de los personajes, o de cambios de ángulo durante los momentos más importantes. Esto no solo resulta en un estilo visual francamente de carácter televisivo, si no también en una reducción en el impacto dramático de muchas escenas. Todas las escenas que se llevan a cabo en el restaurante donde van Patricia y sus amigas, por ejemplo, son presentadas solo con planos diagonales, lo cual jamás nos permite ver bien sus rostros —y Alva nunca usa verdaderos primeros planos ni ángulos frontales, lo cual termina por afectar negativamente las reacciones de los personajes.

O consideren una secuencia que se lleva a cabo en la locación donde se organizará el matrimonio de Mariana. Evidentemente no tengo evidencia para esto, pero me dio la impresión de que la producción solo tuvo dicha locación por un día. ¿Por qué digo esto? Porque para el final de la secuencia, donde las chicas terminan conociendo a un personaje nuevo, la luz del sol se está yendo, y nuestras protagonistas son iluminadas con luces artificiales (no-diegéticas) demasiado cercanas, manteniendo el fondo en la oscuridad, y dejando demasiado en evidencia que hay luces fuera de encuadre que no están siendo justificadas en la ficción. Se ve barato, no se ve estético, y nuevamente: da la impresión de que la producción simplemente se quedó sin tiempo.

De hecho, muy aparte de la poca cobertura en la mayoría de escenas y el abuso de los planos-contraplanos, al igual que en la película anterior, Alva mueve muy poco su cámara, y cuando lo hace, generalmente resulta en planos aéreos de drone con problemas de framerate, o en baja resolución. Súmenle a eso una dirección de fotografía súper plana y por momentos deficiente (Yiddá Eslava aparece sobreiluminada en una escena de cocina, con un brillo blanco en la cara), y “No me digas solterona 2” se torna rápidamente en una experiencia visualmente decepcionante. Y sí, podría argumentarse que solo alguien de background audiovisual podría darse cuenta de todo esto, pero la amiga con la que fui a ver la película (que no trabaja en el rubro) casi se marea por el abuso de planos con poca profundidad de campo en la película. Esto hace, básicamente, que muchos two-shots contengan personajes que hablan mientras están fuera de foco, o fondos demasiado borrosos. La verdad que no entiendo qué pasó.

Y no es que quiera destruir a “No me digas solterona 2” ni mucho menos. Nuevamente: disfruté bastante de la primera entrega, y realmente creo que los temas que Alva está interesada en transmitir acá no carecen de valor. Adicionalmente, las actuaciones son, en general, buenas (destacan la siempre carismática Patricia Barreto, que logra elevar todo en lo que se mete, y André Silva, encantador y verosímil), y el arco de personaje de Patricia se siente realista y honesto. El trabajo de personaje está ahí, solo que es frecuentemente opacado por otros elementos no que no terminan de cuajar.

Pero por alguna razón, la película parece haber sido grabada en menos tiempo del que necesitaba, lo cual resulta en un estilo visual francamente paupérrimo, y en escenas que simplemente requerían de mayor cobertura (o aunque sea un par de tiros de cámara adicionales) para funcionar de verdad. Sé que no todos estarán de acuerdo conmigo, pero “No me digas solterona 2” ha terminado siendo de mis películas más decepcionantes del año. Espero que si Alva se anima a dirigir una tercera entrega, logre superar algunos de los obstáculos contra los que, me parece, terminó combatiendo en la producción de esta secuela.

Avance oficial:

40%
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