Maligno (2021)

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Hay que admirar el coraje del director James Wan (“El Conjuro”, “La noche del demonio”, “Aquaman”). Lo que muy fácilmente hubiera podido convertirse en una película más de demonios y jump scares, más bien ha sido dirigida por el talentoso cineasta australiano de manera inesperadamente excéntrica, acumulando giro narrativo absurdo tras giro narrativo absurdo, para finalmente convertirse en una de las experiencias más originales que pueden tener este año en el cine. “Maligno” (no confundir con la película peruana del mismo nombre, por favor) no será para todos, pero quienes estén dispuestos a sumergirse en este exagerado e inesperado mundo, se encontrarán con un thriller de suspenso lleno de gore, contorsiones narrativas inverosímiles (pero entretenidísimas), y actuaciones exageradas.

“Maligno” comienza con un prólogo que establece la manera en que el tono de la historia irá variando más adelante. En él, vemos como la doctora Florence Weaver (Jacqueline McKenzie) parece estar realizando experimentos con una criatura que controla la electricidad, en el interior de un castillo imposiblemente gótico al borde del mar. Esta secuencia tiene de todo: asesinatos, sangre, jump scares, una criatura misteriosa, actuaciones de telenovela (“¡parece estar chupando la electricidad!”), y hasta un cameo de la mismísima Anck-Su-Namun (Patricia Velásquez), de “La Momia” (1999). ¿Qué más podrían pedir?

Es después de esto que el filme se adelanta unos años, mostrándonos a nuestra protagonista: Madison Mitchell (Annabelle Wallis) vive con un esposo abusador (Jake Abel), y está tratando de tener un hijo con él por tercera vez, luego de haber tenido varios abortos. Lo que comienza como una situación doméstica deprimente pero verosímil, rápidamente se convierte en caos: Derek golpea a su esposa (y ésta termina haciéndose una herida en la cabeza con la pared), y el desgraciado termina convirtiéndose (muy merecidamente) en la primera víctima de la misma misteriosa criatura que vimos en el prólogo. ¿Madison? Se desmaya, y despierta en el hospital, habiendo abortado una vez más.

Es así que llegan el detective Kekoa Shaw (George Young, no confundir con el hermano mayor de Angus Young, de AC/DC) y su compañera, Regina (Michole Briana White) para investigar el caso. Resulta que Madison en realidad es adoptada, no recuerda nada de su vida antes de llegar donde su nueva familia (a los ocho años), y ahora ha comenzado a ser “transportada” (mentalmente) por la criatura a los lugares del crimen, cada vez que se dispone a matar a alguien. Ella sospecha que todo esto tiene que ver algo con su pasado… pero nadie le cree. Decir más que eso, involucraría incluir spoilers, pero “Maligno” es el tipo de película que se disfruta más cuando uno sabe poco o nada sobre ella. Eso fue lo que hice (ni siquiera vi los tráilers), y me fue muy bien.

Eso se debe a que “Maligno” es una cinta que avanza de manera rapidísima, apilando revelación chocante tras revelación chocante como si Wan estuviese apurado por llegar al final. Lo cual tiene sentido, ya que la película cuenta con muchísimas ideas, utilizando todo tipo de referencias, tanto al cine clásico de terror, como a la filmografía previa de Wan, para desarrollar algo inesperadamente único. Al comenzar, creía que “Maligno” se iba a desenvolver como cualquier otra película de acoso sobrenatural del montón… pero no debí subestimar a Wan. La película termina siendo, más bien, una mezcla de sucesos sobrenaturales, con cine de suspenso, thrillers psicológicos, giallo italiano, slashers, y hasta cine gore. Podría ser demasiado para algunos, pero para otros… será todo un “vacilón”.

Ciertamente ayuda el hecho de que Wan claramente la pasó bien dirigiendo la película, haciendo uso de todos los recursos a su disposición para meter al espectador en este mundo, tratando de hacer que se olvide de lo inverosímil que es. Las secuencias de acción (sí, de acción) manejan el mismo estilo y movimientos de cámara que en “Aquaman”; los zooms lentos durante las escenas de tensión son similares a los de “El Conjuro”; y los momentos más estilizados, como una escena vista totalmente desde arriba (que establece muy bien la geografía de la casa de Madison), o el efecto digital para escenificar el “transporte mental” de nuestra protagonista a las escenas del crimen, no hacen más que resaltar lo perturbadora que es la historia. “Maligno” le permite al espectador ver el terror desde la perspectiva de su protagonista, quien comienza como alguien extremadamente vulnerable y perdida, para eventualmente convertirse en… bueno, en algo más.

Evidentemente, no todos los miembros del público serán capaces de “tragarse” todas las locuras que Wan ha preparado para ellos. De hecho, me animaría a decir que el giro final es tan loco, tan disparatado, tan idiota, incluso, que de tratarse de otro cineasta, jamás recomendaría a “Maligno”. Pero Wan dirige el filme no necesariamente como una sátira, pero sí sin tomárselo demasiado en serio, mezclando los momentos más ridículos con secuencias de verdadero suspenso. Es un balance delicado, pero que convierte a “Maligno” en una experiencia como muy pocas otras. ¿En qué otra película han visto un castillo gótico, una criatura que controla la electricidad, jump scares, secuencias de acción tipo “Matrix”, masacres llenas de gore, escenas dentro de la cabeza de un personaje, y uno que otro one-linera gracioso? ¡Es un locurón!

De hecho, Sam Raimi estaría orgulloso — “Maligno” se parece en tono más al primer “Evil Dead” (pero tomándose el abuso femenino muchísimo más en serio, gracias al cielo) que a sus secuelas. No incluye gags ni chistes autoconscientes ni nada por el estilo, pero tampoco está tratando de incitar el verdadero terror —Wan es un experto con los jump scares, sí, haciendo que se sientan menos previsibles de lo que uno se imaginaria, pero dudo que los fanáticos más acérrimos del género acaben la película mordiéndose las uñas. Más bien, lo que parece estar tratando de hacer es divertirse —divertirse con sustos ligeros, con una buena atmósfera de suspenso, y con un clímax que me tuvo gritándole a la pantalla y carcajeándome de lo lindo. ¿No esperaban reírse con “Maligno”? Bueno, ¡eso no es culpa de Wan!

Annabelle Wallis hace un buen trabajo como Madison, una mujer claramente perturbada que esconde oscuros secretos. La relación que mantiene con su abusivo esposo es deprimentemente realista y, para mi sorpresa, termina siendo muy importante para el desarrollo de la trama (y la revelación del giro narrativo final). Por su parte, la Sydney de Maddie Hasson (igualita a Florence Pugh, dicho sea de paso) es una buena contraparte para Wallis: una actriz fallida, pero que no parece ser capaz de perder la esperanza, siempre dispuesta a ayudar a su hermana mayor. George Young interpreta a uno de los detectives policiales más ineptos de la historia del cine, y sin embargo cae bien; y Jacqueline McKenzie resalta como una científica que no cumple con el estereotípico rol que uno esperaría de una película de este estilo.

“Maligno” es una de esas películas que uno termina amando u odiando; no creo que haya un intermedio, por más de que, tratando de ser relativamente “objetivo” (si es que aquello siquiera es posible), me sea imposible otorgarle una calificación perfecta. Se trata de un filme de suspenso que, al menos durante un buen rato, trata de generar algo de terror y tensión en el espectador, para luego revelar sus verdaderas (y alocadas… y deliciosamente idiotas…) intensiones. Ya he visto comentarios de todo tipo (positivos, negativos, sorprendidos y hasta molestos) en línea, y no me sorprende en lo absoluto. James Wan ha hecho lo que le ha dado la gana, y el resultado es una de las cintas de horror más originales (y a la vez más llenas de referencias cinematográficas) que haya visto en un buen tiempo. “Maligno” no será el nuevo “El Conjuro”, ¿pero saben qué? Estoy muy feliz de que ese sea el caso.

Avance oficial:

70%
Puntuación
  • Mi calificación

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