Shang-Chi y la leyenda de los Diez Anillos

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“Shang-Chi y la leyenda de los Diez Anillos” se está estrenando en un contexto bastante particular: la pandemia por el Covid-19 sigue afectando a varios países del mundo, lo cual quiere decir que mucha gente todavía no se anima a ir al cine (con protocolos de bioseguridad y todo), y a diferencia de “Black Widow”, se está estrenando solo en la pantalla grande. (Asumo que llegará a Disney Plus en mes y medio, o menos). Parece que Marvel y Disney están utilizando esta película para ver si es que todavía pueden atraer a las masas en plena pandemia, lo cual no le ha hecho mucha gracia al actor Simu Liu, especialmente luego de que se comparó a este formato de estreno con un experimento.

Pero me salgo un poco del tema. Acá lo importante es que tenemos la segunda película de Marvel Studios del año (luego de la ya mencionada “Black Widow”, y antes de “The Eternals” y la muy esperada “Spider-man sin camino a casa”), la cual podrá, por fin, ser vista en cines… si es que, nuevamente, se animan a ir a una sala de este tipo. No solo eso; es, también, la primera película de cómics con un protagonista asiático, la primera cinta en inglés del legendario actor hongkonés Tony Leung, y la primera película de acción de la siempre divertida Awkwafina. Es una paso más en lo que se refiere a la representación de diferentes culturas en el mundo de Marvel, ayudando a demostrar que estos filmes no tienen que ser protagonizados únicamente por hombres blancos americanos.

Habiendo mencionado todo eso, podría dar la impresión de que los productores y creadores de “Shang-Chi y la leyenda de los Diez Anillos” están bajo muchísima presión… lo cual no creo esté muy lejos de la verdad. Pero no creo que se deban preocupar demasiado. Porque para sorpresa de pocos, lo que tenemos acá es otra sólida entrega del MCU, un filme que mezcla elementos del cine de artes marciales chino, con algo de mitología e historias de los cómics de Marvel, para desarrollar una experiencia innegablemente entretenida, que sirve para adentrar al público en una nueva fase del universo Marvel. Como historia de origen, “Shang-Chi y la leyenda de los Diez Anillos” funciona muy bien, y como película de acción y fantasía, tampoco está del todo mal.

La cinta comienza con un flashback a los 90s, en donde vemos como el despiadado Xu Wenwu (Tony Leung), dueño de los poderosísimos Diez Anillos, conoce al amor de su vida, Li (Fala Chen). Es así que el primero convence a la segunda de renunciar a sus poderes y comenzar una familia, mudándose a un complejo alejado en las montañas. A pesar de vivir felices con sus hijos, Shang-Chi y Xialing, el pasado de Wenwu eventualmente lo encuentra, lo cual resulta en la muerte de su amada. Convencido de que no puede renunciar a su vida criminal, decide entrenar a su hijo mayor en el arte del asesinato, lo cual motiva a este a irse de casa a los 14 años para nunca regresar.

Ya en el presente, vemos a un Shang-Chi adulto (Simu Liu) trabajando de valet con su mejor amiga, Katy (Awkwafina) en San Francisco. Todo lo que quiere es tener una vida normal y pasar desapercibido, pero de manera similar a su padre años atrás, su pasado lo termina encontrando. Es así que ambos terminan viajando a Macau, empecinados en encontrar a la hermana del primero, para contarle que su padre la está buscando. Eventualmente, la familia se reúne, un montón de peleas mano a mano se llevan a cabo, y nuestros protagonistas terminan descubriendo los verdaderos objetivos del megalomaníaco y poderoso Wenwu.

Lo que más me gustó de “Shang-Chi y la leyenda de los Diez Anillos” es que no se lleva a cabo como la típica historia de origen de un superhéroe. En vez de mostrarnos la vida de Shang-Chi en orden cronológico, el filme comienza con él intentando dejar atrás a su pasado, inyectando, más bien, algunos flashbacks de cuando en cuando, como para expandir su historia de trasfondo y explicar la relación tan complicada que tiene con su padre. Esto ayuda a que la cinta no se sienta tan previsible, convirtiendo a Shang-Chi en un protagonista relativamente misterioso pero suficientemente carismático; alguien que claramente quiere hacer el bien, alejándose de su familia y más bien valorando a sus nuevas amistades.

No obstante, vale la pena mencionar que disfruté más de la primera mitad del filme que de la segunda. La primera secuencia de acción, por ejemplo, que se lleva a cabo dentro de un bus en San Francisco, es la mejor de la película, ya que involucra movimientos creíbles de artes marciales, una coreografía limpia y emocionante, y un uso medido de efectos visuales. Desgraciadamente, como suele pasar en estas películas, para el final “Shang-Chi y la leyenda de los Diez Anillos” decide incluir todas las imágenes computarizadas posibles, lo cual resulta en un clímax suficientemente impresionante, que sin embargo carece de la elegancia y sencillez que destacan tanto en la secuencia de pelea anteriormente mencionada.

Lo cual no quiere decir que “Shang-Chi y la leyenda de los Diez Anillos” no sea emocionante, ni mucho menos. Todo lo contrario; aparte de la pelea en el bus, tenemos un encuentro bastante intenso en un ring de batalla; una breve demostración de los considerables talentos físicos de la gran Michelle Yeoh, y por supuesto, un clímax que, a pesar de abusar de los efectos visuales digitales, al menos aprovecha bien los elementos mitológicos de la historia, así como del crecimiento de Shang-Chi como personaje. De hecho, me animaría a decir que “Shang-Chi y la leyenda de los Diez Anillos” tiene algunas de las peleas mejor coreografiadas y dirigidas del MCU; podrían haber incluido menos adiciones virtuales, sí, pero igual resultan más viscerales y creíbles que las que hemos visto en varias de las otras entregas de la franquicia.

Como el personaje del título, Simu Liu hace un buen trabajo. Es totalmente creíble durante las secuencias de acción, y aunque se le siente ligeramente tieso durante los momentos más dramáticos, tampoco resulta poco convincente. De hecho, para el final no resulta difícil creérselo como un héroe que podría pelear junto a los Vengadores. Por su parte, Awkwafina hace lo que mejor sabe hacer (es decir, ser muy graciosa), pero también participa de algunas escenas de acción; Michelle Yeoh le otorga verosimilitud y peso a un rol relativamente sencillo; y el magnífico Tony Leung destaca como uno de los mejores antagonistas de la MCU. Wenwu no es un simple villano; se trata, más bien, de un hombre de familia, de alguien que estuvo enamorado y que no puede olvidarse de dicho amor, tanto así que lo motiva a cometer actos terribles, sin pensar en las consecuencias. Realmente da gusto ver a un actor de su talla en una película como “Shang-Chi y la leyenda de los Diez Anillos”.

“Shang-Chi y la leyenda de los Diez Anillos” es exactamente lo que uno esperaría de una nueva película de Marvel Studios: es constantemente emocionante, ocasionalmente graciosa —más que nada gracias a Awkwafina—, e introduce suficientes conceptos nuevos, como para que uno se emocione por esta nueva fase de la franquicia. Agréguenle a eso un par de divertidos cameos —algunos previsibles (especialmente aquellos relacionados a “Iron Man 3”), otros inesperados—, y el filme se convierte rápidamente en una experiencia ligera, rápida y entretenida. Pero más importante: como suele pasar con varios de estos blockbusters, es una cinta que debe verse en el cine. Si es que se sienten seguros de ir; si es que están vacunados, y si es que no tienen síntomas de Covid, vale la pena que vean “Shang-Chi y la leyenda de los Diez Anillos” en la pantalla grande. Yo, al menos, me sentí seguro haciéndolo… y más importante, sentí que valió la pena.

Nota: Como casi toda película de Marvel, “Shang-Chi y la leyenda de los Diez Anillos” cuenta con DOS escenas post-créditos. La primera es la más memorable, pero ambas dejan varios cabos sueltos, los cuales serán atados en futuras películas del MCU.

Avance oficial:

80%
Puntuación
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