Cats

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Imagínense…. un mundo parecido al nuestro, pero lleno de letreros de neón con juegos de palabras absurdos, y habitado por gatos humanoides.

Imagínense…. que dichos gatos prefieren cantar y bailar en vez de conversar.

Imagínense…. que dichos gatos se reúnen una vez al año para decidir quién se sacrificará para ir al cielo.

Pueden imaginarse cualquiera de esas cosas, y más. Pero nunca se aproximarían a la locura que es “Cats”, de Tom Hooper. Ni he leído el poemario de T.S. Elliot, ni he visto la obra de teatro en Broadway, pero algo me dice que no se parecen mucho a esta cinta.

Porque “Cats” (la película) es como un sueño de fiebre. Es como un mal chiste que algún productor millonario se tomó en serio, y que decidió convertir en un filme con actores de carne y hueso por el simple hecho de que la obra es extremadamente popular.

Como dijo el siempre popular Jeff Goldblum en “Jurassic Park”: estaban tan preocupados por saber si podían hacerlo, que no se pusieron a pensar si debían hacerlo.

¿La trama? ¿Qué trama? Todo lo que tienen que saber es que un grupo de gatos llamado los Jellicles (ni idea por qué) vive en Londres, y se están juntando para cantar y bailar frente a Old Deuteronomy (Judi Dench); después de todo, ella tiene que elegir a uno solo para mandarlo al Cielo Gatuno. Nuestra protagonista es Victoria (Francesca Hayward), quien acaba de ser abandonada por sus humanos, y el antagonista es Macavity (Idris Elba), quien aparentemente se muere por…. morir.

Y eso es todo. Es tan simple como eso, y mucho más tedioso de lo que suena. Hay un solo conflicto en toda la película, el cual se autoresuelve rápidamente durante los últimos diez minutos de metraje. El resto de la experiencia de ver “Cats” consiste de muchísimos números musicales, en donde aparecen nuevos gatos con características muy particulares; cantan, bailan, hacen chistes malos (o sufren), y desaparecen. Enjuague y repita durante casi dos horas.

Esto no sería algo tan malo si los personajes fueran algo interesantes, pero cada uno se define por su aspecto o por su hobby. Victoria es la Gata que Baila Ballet; Macavity es el Gato Siniestro; Gus (Ian McKellen, el único que da una actuación entretenida) es el Gato Teatrero; Rebel Wilson y James Corden son “graciosos” porque son gordos; Mr. Mistoffelees es un Gato Mago; Rum Tum Tugger (Jason Derulo) es el Gato Cool, y Old Deuteronomy es la Gata Sabia y Antigua. No busquen nada más allá de esas descripciones; no lo obtendrán.

¿Qué sucede en “Cats”, entonces, si la trama es casi inexistente? Bueno, ¿alguna vez quisieron ver a un James Corden en forma de gato, comiendo basura o escupiendo bolas de pelo? ¿O a Rebel Wilson comiendo cucarachas con rostros humanos (todavía siento las arcadas…)? ¿O a un Idris Elba peludo y desnudo? ¡O ya sé! ¡A gatas peludas con senos sin pezones, o a todo un grupo de gatos extremadamente cachondos (en una de las coreografías, extienden sus colas en unísono y de manera muy fálica) pero sin genitales! Pues podrán ver todo eso y más en “Cats”. Estoy seguro que más de una persona descubrirá que es un furry gracias a esta película.

Mención aparte para el diseño de los protagonistas. Si vieron los trailers, sabrán exactamente cómo lucen los gatos de “Cats”: como la etapa intermedia de esas ilustraciones noventeras de los “Animorphs”. Algunos “pasan piola” (se me ocurren Judi Dench, Ian McKellen y hasta la misma Francesca Hawyward), mientras que otros parecen haber sido extraídos de una pesadilla particularmente aterradora. Jennifer Hudson, quien parece estar en otra película —siempre sufriendo o moqueando, dando todo de sí, sin darse cuenta que está participando de una historia muy absurda—, luce terrible: su rostro no “pega” con el pelo digital del personaje. ¿Han visto los memes de Nicolas Cage en cuerpos de animales u otras personas? Es algo así.

Lo cual es una pena, porque se nota que muchísima gente se esforzó y se pasó horas de horas en el desarrollo de la película. Estoy seguro que muchos artistas se dedicaron a diseñar y simular pelo para los gatos, y en construir varias de las locaciones completamente sintéticas. Y a nivel técnico, “Cats” no está mal; todo luce realista y convincente, en términos formales. El problema está en el diseño; en el hecho de que, en la etapa de preproducción, Hooper y su equipo decidieron que los personajes debían lucir así, por razones que nadie jamás comprenderá. ¿Quién quiere ver ratoncitos con caras de niños? ¿Quién quiere ver a Rebel Wilson abrir su pelaje con un cierre (¡!) para revelar que abajo, tiene un vestido (¡¡!!) y más pelaje? Es precisamente porque luce tan bien y verosímil que todo se siente tan perturbador.

De la música no puedo decir nada negativo; algunas de las canciones son pegajosas, y el trabajo de coreografía y danza es de primera. Es igual que el trabajo de los artistas digitales, lamentablemente: está al servicio de una película mal concebida, que se siente y luce más como un filme de terror, que una experiencia musical esperanzadora. Ni Taylor Swift (que aparece en una sola escena, arrojando hierba de gato por todas partes) ni actores de la talla de Judi Dench o Ian McKellen pueden salvar a “Cats”. Se trata de una experiencia surreal, perturbadoramente sexual, y profundamente inquietante. Estoy seguro que “Cats”, eventualmente, se convertirá en una película de culto. Después de todo, hay muchos furries en el mundo. Pero el resto, creo que estaremos bien si nunca más nos adentramos en este disparatado e ilógico mundo.

 

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