Los Helechos

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“Los Helechos” es un estreno nacional digno de resaltar, ya que se trata de una de las primeras (si es que no es la primera) producciones en utilizar la técnica de improvisación para desarrollar una historia de ficción en formato de largometraje. Desgraciadamente, el filme ha sido muy maltratado por su distribuidora, habiéndose estrenado en un número muy pequeño de salas, lo cual, por supuesto, limita sus prospectos comerciales. Algo parecido ha pasado con “Prueba de fondo”, el documental sobre la atleta Inés Melchor —son solamente dos ejemplos recientes de lo maltratadas que son muchas películas peruanas por el circuito local comercial, lo cual muchas veces las obliga a encontrar otras pantallas para proyectarse, como centros culturales o cineclubes.

Ese es un tema aparte, sin embargo. Fuera de los injustos problemas que pueda tener “Los Helechos” en relación a su distribución, lo que yo tengo que hacer, ahora que he logrado ver la película en uno de sus pocos horarios, es analizarla, y compartirles mi punto de vista. Y aunque aplaudo la originalidad detrás de la concepción de “Los Helechos”, no puedo hacer lo mismo con el producto final. “Los Helechos” es, pues, una comedia dramática fallida, un filme que, a pesar de tener un par de momentos hilarantes, nunca llega a despegar del todo, desarrollando una historia plana, casi inexistente, y poblándola con personajes arquetípicos que nunca llegan a sentirse como personas verdaderas. Estoy seguro que las intenciones del director Antolín Prieto y su equipo eran las mejores, pero aparentemente no fueron suficientes para crear un producto más redondo.

La premisa es de lo más sencilla. Dos parejas, el aburrido Toshiro (Pedro Kanashiro) y su esposa Helena (Mafer Gutiérrez), y sus amigos, la española Iris (Nuria Frigola) y el comilón Felipe (Miki Vargas) se hospedan en la casa de campo de Sol (Mariana Palau) y Miguel (Feffo Neyra). Todo comienza de manera bastante pacífica y entretenida, pero entre comidas y tragos, surgen propuestas y conflictos que harán que se cuestionen (al menos ligeramente) sus respectivas relaciones.

No todas las películas tienen que tener una estructura narrativa clásica con tres actos, con un clímax y un desenlace tradicionales. Ni tampoco tienen que tener un ritmo rápido; muchas de las mejores películas que se han hecho, desde “El Padrino”, de Francis Ford Coppola, hasta ejemplos más recientes, como “Roma”, de Alfonso Cuarón, manejan ritmos lentos, con planos de poco movimiento y larga duración, y tonos contemplativos. Todo depende de la propuesta narrativa; de los personajes y de la historia que se quiere contar. El caso de “Los Helechos”, sin embargo, no se siente justificado; se trata de una película que trata de contar una historia más bien casual, en la que un ritmo tan pausado simplemente se siente forzado, como un elemento que tenía que haberse incluido para que el filme se considere como verdaderamente “independiente”.

Planos interminables de personajes trabajando en un huerto, o subjetivas largas de los protagonistas dentro de un carro; “Los Helechos” está lleno de momentos así. Y en vez de generar una atmósfera interesante, o al menos justificada dentro de la historia, este ritmo se siente como un obstáculo para la película, generando tiempos muertos que no contribuyen a mucho, y que finalmente, terminan por aburrir al espectador (o al menos a su servidor). De hecho, si un editor removiese la mayoría de tiempos muertos, o le otorgase un ritmo un poco más rápido (pero nunca hiperactivo) a la película, estoy seguro que no llegaría a durar más de una hora. “Los Helechos” se siente como un mediometraje estirado para cumplir con los requerimientos de un largometraje; simplemente no hay suficiente historia como para justificar una duración de noventa minutos.

Lo cual es una pena, porque la premisa de “Los Helechos” tenía mucho potencial, al igual que las técnicas de improvisación que fueron utilizadas, no para desarrollar la historia, si no más bien para crear los diálogos que intercambian los personajes. Lamentablemente, no hay mucha química entre los actores, y la mayoría de sus interacciones se sienten como lo que son —improvisaciones— y no como conversaciones naturales. Hay mucha charla, mucha banalidad, pero pocas escenas con un verdadero objetivo, ya sea de desarrollo de personajes, o de historia, o de atmósfera, o de algo. La mejor escena es una que comparten las tres protagonistas femeninas —es la única en la que uno siente algo de química y complicidad, y la única que merecía convertirse en algo más. Lamentablemente, no lleva a nada significativo, y termina sintiéndose como un momento aislado dentro de una película bastante sosa.

Las actuaciones varían en calidad. Las mejores vienen de parte de Nuria Frigola y Mariana Palau. La primera trata de desarrollar a Iris como una mujer intelectualona, de repente algo infeliz con su relación amorosa, pero que trata de llevarse bien con los demás. Y la segunda, a pesar de tener un personaje bastante caricaturesco, logra generar bastantes risas a partir de sus comentarios relacionados a sus filosofías mágico-religiosas. Desgraciadamente, sin embargo, el resto del reparto no funciona tan bien. Pedro Kanashiro es tieso y aburrido como Toshiro (entiendo que quizás esa era la idea, pero al menos debería tener algo de personalidad), Mafer Gutiérrez es desesperante como Helena, y Miki Vargas tiene el rol ingrato de caricatura de gordito comilón; citando al Sr Chow en “¿Qué pasó ayer?”: “¡es gracioso porque es gordo!”

De hecho, ese es otro problema en “Los Helechos”: ninguno de los personajes logra escapar de los estereotipos en los que se encuentran atrapados. Tenemos a una mujer “pastrula”, a una señora conservadora, a un gordito que solo piensa en comer, a un oficinista aburrido, y a una mujer cínica. Sí, es cierto que la película tiene un par de momentos graciosos —el mejor gag involucra una referencia a “Star Wars”, por supuesto—, pero la mayoría del metraje está dedicada a momentos contemplativos, diálogos improvisados poco convincentes, y actuaciones sin mayor encanto. El hecho de que la fotografía y colorizado no sean particularmente atractivos, además, no ayuda —los tonos cálidos están totalmente desaturados, y la imagen tiene una cualidad lavada que no va muy bien con el tono más bien casual del filme.

“Los Helechos” no es una película que uno pueda odiar —nuevamente, las intenciones detrás de su creación son nobles, y las técnicas utilizadas para desarrollar cada escena definitivamente son novedosas. Sin embargo, debo considerarla como un experimento fallido, una cinta que lamentablemente no logra presentar personajes particularmente entrañables o interesantes. La historia carece de conflictos intrigantes —y los que hacen su aparición, son resueltos de maneras extremadamente insatisfactorias—, y aunque introduce un par de temas con los que cualquiera podría relacionarse, nunca son desarrollados a profundidad. “Los Helechos” me decepcionó —no porque sea terrible como varias otras comedias locales, si no más bien porque no aprovecha al máximo a su premisa, sus actores, sus locaciones, y más importante, las técnicas de improvisación que la diferencian de la producción local promedio.

Avance oficial:

50%
Puntuación
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